Aragón > Historia > Corona de Aragón
El siglo XII terminó con aquel espléndido reinado de Alfonso II, en el que la Corona de Aragón comprendía desde Aspe al Ebro y al Ródano; al comenzar el XIII continuaba esa extensión territorial, que hacía de Aragón una potencia limítrofe de Francia e Italia, de Castilla y de los moros valencianos.
Durante ese siglo se conquistan las Baleares y Valencia, se pone el pie en Sicilia y se hace alarde de poder en Tunez, pero se ha perdido lo de más allá del Pirineo; esta cordillera sirve de límite, porque hasta ella llega Francia. La política de Meroveo, la de Carlomagno, alcanza su triunfo con el Capeto Luis IX.
La Corona de Aragón, en virtud de esa pérdida, quedó más que aislada, separada del mundo; perdió el contacto con Europa, porque la frontera con ésta entró en la categoría de las llamadas muertas. Ningún acontecimiento de la Europa central o de Italia pudo llegar a los dominios aragoneses directamente sino de rechazo, y todas las ideas hubieron de penetrar en ellos tardías y desfiguradas.
La evolución política fué desde entonces absolutamente interna; no influyeron en ella otros pueblos; la influencia extraña es condición del progreso.
Si Castilla hubiera sido país de amplios horizontes y sin fronteras, el daño hubiera sido menor; pero Castilla era país más cerrado aún que el aragonés; sentíase segura de los moros y no se preocupaba de ellos, salvo si los africanos venían en auxilio de los andaluces.
Dos unidades políticas encerradas en un mismo territorio, como dos individuos recuídos en una misma prisión, necesariamente había de acabar o riñendo o entendiéndose. He aquí la razón de la historia de Aragón y de Castilla desde el siglo XIV, es decir, desde el tratado de Corbeil y del período de medio siglo de reacción contra la política por él establecida.
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