$titulo = "Daroca, con la autovía, ¡hay que entrar! Escrito y dibujado por Teodoro Perez Bordetas."; $subtitulo = "Libro de Teodoro Perez"; $otras = "Daroca, con la autovía, ¡hay que entrar...!. TPB. Escrito y dibujado por Teodoro Perez Bordetas. Dibujos, pinturas, ilustraciones, digital. Historias, lugares, situaciones."; $donde = "Escrito y dibujado"; include ("../cabeza2.php"); ?>
Va de anécdota histórica. En el siglo XVI, llegó a Daroca el famoso arquitecto francés Pierres Vedel y construyó una mina o gigantesco desagüe con el fin de desviar las aguas, que procedentes de tormentas, inundaban el barranco a cuyos lados se levanta la hermosísima ciudad de Daroca. En la entada de la mina había una piedra en forma de riñón y a los visitantes les invitaba a olerla. ¡Huele a canela!, decían. Cuando acercaban la cara al pétreo riñón se les daba un golpe en el cogote y estampaban en la piedra las narices. ¡Tiene narices! Así se trataba antes a los turistas.
Esto es historieta, pero Daroca tiene muchas historias y muchas cosas de sumo interés. El viajero Cock escribía que había tantas torres como días tiene el año. Se decía ciudad de siete sietes porque tenía, siete puertas en la muralla, siete iglesias, siete conventos, siete fuentes... Hoy se ofrece a los visitantes un listado de 51 monumentos, la mayoría con cartel informativo detallado adosado. Daroca es una maravilla encerrada en un recinto fortificado con 3,5 Km de muralla entre el cerro de San Jorge y el de San Cristóbal. Una muralla de varias épocas, estilos, traza y materiales y al menos con tres castillos dentro. Se está restaurando el tapial gracias a un taller de empleo, y así, hoy, estas murallas siguen defendiendo a la ciudad de nuevos enemigos: el desempleo y la despoblación.
Daroca es de los mejores conjuntos históricos de Aragón pero a pesar de que suena mucho gracias a sus festivales de música, de que se atiende con mimo al turismo y de que se come bien en varios de sus restaurantes, cientos de miles de aragoneses, ha leído bien, cientos de miles de aragoneses, no la conocen. Tiene 2.300 habitantes y van cada año 42.000 visitantes: extranjeros, sobre todo franceses, ingleses y argentinos, mire Vd. no sé el porqué; españoles, sobre todo catalanes, valencianos y madrileños, sí sé el porqué. Pero aragoneses, zaragozanos, pocos. Y tampoco sé el porqué. No lo entiendo. Servidor, enamorado de Daroca les diría que sus Puertas, la Alta y la Baja, están siempre abiertas... Es obligado entrar camino de Teruel o Valencia.
La Puerta Baja o Fondonera sigue luciendo imponente para asombro de gente sensible, frente a plataneros y castaños bordes, con perdón. Y junto a la fuente de 20 caños, una maravilla de monumento del XVI que mana chorros de agua no potable del Jiloca. Pero son potabilísimas las rosquillas y las pastas de trigo duro que se exportan a todo el mundo. Vayan a Daroca, que es una gozada. El Cid Campeador llegó enfermo y se curó. Ahora se está haciendo un hotel de tres estrellas que falta hacía, un apartotel y se anuncia una Hospedería del Gobierno de Aragón en el antiguo convento de Escolapios, que el Ayuntamiento compró a toca teja. La Autovía mudéjar no pasa por Daroca pero acorta el viaje en tiempo. En poco más de 45 minutos de coche podrá disfrutar de la ciudad que fue cabeza de una Comunidad medieval de 117 aldeas.
Hoy, la frase, «vete a oler la piedra del riñón que huele a canela» todavía se recuerda, como ingenuidad, pero como casi todo en Daroca... es sugerente historia.
Daroca, con la autovía, ¡hay que entrar...!. Dibujo de Teodoro Perez Bordetas