Va para seiscientos años, que lo acontecido en este castillo fue asombro del mundo.
Fue en estos días, pero en 1412. Fue el Compromiso de Caspe.
Ya saben, la Corona de Aragón sin heredero legítimo. Media docena de pretendientes fuertes. Bandos y banderías. Ambiciones desatadas y guerra latente.
Lo normal era luchar, matar, imponer la razón de la fuerza. Casi como ahora, pero en el siglo XV más, claro.
Bueno, pues casi milagrosamente aparecen voces prudentes en Aragón, Cataluña y Valencia, y en un largo proceso consiguen reunir, en este castillo, a nueve representantes de los parlamentos territoriales, antes comprometidos en Alcañiz, a aceptar al rey que designen en Caspe.
A este castillo acudieron las embajadas de los pretendientes. En este castillo durante dos largos meses se estudiaron sus derechos. En las salas de este castillo se impuso la fuerza de la razón, mediante el pacífico ejercicio del diálogo y del voto. El Compromiso de Caspe fue un ejemplo de democracia y de pactismo.
La Corona de Aragón demostró hasta donde se puede llegar cuando hay voluntad de entendimiento.
Proclamaron rey a Fernando I, abuelo de Fernando el Católico, y la historia lo bautizó como "El Compromiso de Caspe".
Este castillo son piedras arruinadas, pero es símbolo de una historia viva, que sirve de ejemplo cada día. ¡Anda que no es importante ahora la voluntad de entendimiento! ... y los pactos democráticos.
Lo traemos a la serie como ejemplo de que los castillos de todo Aragón tienen alma, aunque sean de piedra. En Caspe las piedras son pocas y desordenadas.
El dibujo ha salido de una maqueta de M. Monroy.
El castillo es un gran espacio de medieval traza, de estratégica ubicación, de necesaria consolidación y reordenación.
Conserva muros, contrafuertes, algún elemento desubicado y como torre del homenaje reubicada.
Se aboga por una restauración pero no puede olvidarse que la inversión en pasado ha de tener rentabilidad en futuro. Los castillos, a la estética, han de añadir utilidad. Mucho importa, así, el uso. Eso.
También en estos días, TPB, Teodoro para los amigos, cumple veinticinco años dibujando para el Heraldo y un servidor casi treinta y tres enviando notas desde el arrabal de este castillo caspolino. Descansamos porque el verano, dicen, es para las bicicletas y nosotros somos como un tándem, esas bicis de dos plazas.
Seguiremos castilleando en otoño.
Es nuestro "compromiso".
Castillo del Compromiso
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Dibujos Teodoro Pérez Bordetas
Textos Miguel Caballú Albiac
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