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«[...] Las mouras encantadas eran divinidades o genios femeninos de las aguas (...). Eran también los genios que guardaban los tesoros escondidos en el centro de la Tierra (...). En la noche de San Juan, las «encantadas» abandonan su forma de culebras, bajo la que viven todo el año en el fondo de pozos o riachuelos, y en figura humana salen del agua para peinar sus cabellos de oro. (...) En definitiva, prácticamente no hay fuente en el país (Portugal) que no tenga una tradición de moura encantada, bien en forma de culebra que ruega a los caminantes que la desencanten, bien bajo la figura de una gentil doncella que promete tesoros y riquezas inagotables a quien rompa su encantamiento, («fadário») [...].»
PEDROSO, Consiglieri, Contribuições para uma Mitologia Popular Portuguesa e Outros Escritos Etnográficos, ed. Publicações Dom Quixote, Lisboa, 1988.
A pesar de que la denominación «moura encantada» se remonta a la época de la reconquista de la Península Ibérica, es, ciertamente, una tradición mucho más antigua. La creencia en estas mujeres encantadas, divinidades de las aguas (nacimientos, fuentes, ríos, riberas, pozos, etc.), constructoras de monumentos y guardianas de tesoros, se pierde en el tiempo, de ahí la fascinación que despiertan.
No existe aldea de Portugal que no tenga su moura encantada. Son tantas las leyendas que se hace difícil seleccionar de entre ellas las más bellas o interesantes.
He decidido contaros algunas de las que conozco mejor, con la esperanza de que lleguen a encantaros.
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