El mar es un elemento clave en la mitología creada por Tolkien. En sus libros, el Gran Mar de
Occidente, llamado Belegaer en lengua élfica, es el que separa la Tierra Media
de las Tierras Imperecederas, y es el que deben atravesar los elfos llevados
por una divinidad, el Vala llamado Ulmo, Señor de los Océanos y de las Aguas.
Ulmo, una figura pareja a la de Poseidón, o a los tritones, usa un yelmo cuya cresta
está hecha de olas del mar. Su cota de malla es de plata y esmeraldas. Sopla en
unas caracolas blancas llamadas ulumuri, y su sonido hace retumbar a los mares.
Ulmo utiliza una isla flotante a modo de barco, y en ella va a transportar a
los elfos. Los elfos llamados Noldor y los llamados Vanyar atravesaron el mar
en el Gran Viaje sin problemas, a pesar de que una porción de la isla de Ulmo
quedó encallada en medio del mar, y se la llamó Balar. Esta porción de la Isla
fue habitada por Ossë y su mujer Uinen, siervos de Ulmo, y la isla fue famosa
por sus costas repletas de blancas y brillantes perlas. Ossë, Señor de las
Olas, era un espíritu, o Maia, que gobernaba los mares de la Tierra Media. Era
temido por los navegantes, quienes se encomendaban a Uinen, su mujer, la Señora
de las Calmas, para que les diera una travesía tranquila y apaciguara el furor
salvaje y la alegría tempestuosa de Ossë.
Un tercer grupo de los elfos, los Teleri, permanecieron en las costas del mar Belegaer durante mucho tiempo a la espera de que Ulmo regresara del Gran Viaje y viniera a buscarlos
para llevarlos también a las divinas Tierras Imperecederas. Tanto tiempo
estuvieron mirando el mar que se enamoraron de él, y cuando Ulmo vino a
buscarlos, Ossë y Uinen se compadecieron de los elfos Teleri y rogaron a Ulmo
que los dejara vivir en una isla. Ulmo accedió, y los llevó en su isla-barco
hasta la bahía de Eldamar, enfrente de las Tierras Imperecederas. Allí ancló la
isla, y la isla se llamó entonces Tol Eressea o Isla Solitaria. Y en ella
habitaron los Teleri que recibieron el nombre de Elfos del Mar, pues gozaron de
la protección de los espíritus marinos Ossë y Uinen. Estos les enseñaron todos
los secretos de los océanos y, sobre todo, les dieron a conocer el arte de la
construcción de barcos y de la navegación. Los Elfos Marinos se convirtieron
entonces en dueños de todos los mares. Construyeron una ciudad portuaria en Tol
Eressea, llamada Avallonë, cuya altísima torre blanca podía verse desde Numenor.
Ossë ayudó a los Elfos del Mar a construir una
enorme flota de barcos que pudiera transportar a todo su linaje hasta Eldamar
en las Tierras Imperecederas. Cuando los barcos estuvieron dispuestos, llegaron
volando desde el Oeste los Cisnes de Ulmo, gigantescas aves al servicio del Señor
de las Aguas, de refulgentes plumas blancas y vuelo majestuoso. Los Cisnes de
Ulmo sobrevolaron en círculo la flota de naves de los elfos, para después, con
larguísimas cuerdas sujetas en los picos, tirar de los barcos en una travesía
legendaria hacia Eldamar. Antes de partir, los Cisnes infundieron en los
corazones de los Elfos del Mar el conocimiento de los vientos marinos.
Los Teleri construyeron en Eldamar la impresionante ciudad de Alqualondë, el Puerto de los
Cisnes, en memoria de aquel suceso. Alqualondë era de perlas y mármol, y sólo
se podía llegar a ella atravesando un arco levantado en la bahía. Los Elfos del
Mar fabricaron también barcos mucho mejores, gracias a la sabiduría recibida de
los cisnes, y les dieron la forma de estas aves, con proas en las que
destacaban los picos dorados y negros tallados en las quillas.

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