Número II MMI Mayo-Junio Draco

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Murciélagos y dragones

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Es el murciélago un animal que en la mitología ha sido asociado siempre al mal, a la oscuridad, a la sangre, a los vampiros... Sin embargo, en su origen, el murciélago atesora unos antepasados ilustres: los dragones.

En todas las culturas, el dragón ha sido símbolo del poder del universo. Como otros seres, el dragón aúna en uno sólo los elementos de la Naturaleza: vive en las profundidades de la tierra, de los mares o de los lagos; es capaz de volar y, con el tiempo, adquirió la capacidad de arrojar fuego por sus fauces. A lo largo de los siglos, la creencia en los dragones devino en otros cóngeneres del mundo animal, principalmente dos: las serpientes y los murciélagos.

Realmente, el murciélago del mundo animal tiene bastantes costumbres comunes con el ser mitológico que le precedió: vive de día en las oscuras profundidades de las cuevas, y sólo al caer la noche sale de su escondite agitando sus alas membranosas. En su boca, además, destacan blancos y puntiagudos colmillos, más propios de unas imaginarias fauces draconianas.

Uno de los dragones más conocidos por todos los caballeros de la Edad Media se convirtió por los caprichos del destino, en un elegante murciélago. Cuando comenzó a popularizarse la leyenda de San Jorge traída desde Oriente por los cruzados europeos, la figura del dragón vivió una de sus mejores épocas. Todos los caballeros querían igualar la hazaña de su Señor, el valiente guerrero capadocio que para salvar a una doncella fué capaz de vencer al temible dragón. En Inglaterra, en Irlanda, en Francia... fué extendiéndose el culto caballeresco a San Jorge. En un reino de la actual España, por aquellos años, sus reyes llegaron a afirmar que el mismísimo San Jorge se había aparecido montado en su caballo para ayudarles en sus conquistas. Se trataba del reino de Aragón, que se puso bajo la advocación del santo cuando el rey Pedro luchaba para conquistar la antigua ciudad de Osca, entonces en manos de los musulmanes. El rey afirmó que San Jorge había venido montado en un caballo blanco, llevando a la grupa a otro guerrero cruzado, germánico para más señas, y que habían degollado con sus armas a los reyes moros en la batalla de Alcoraz, otorgando la victoria al rey aragonés.

Lógicamente, los descendientes de este rey tuvieron muy presente la leyenda de San Jorge, su patrón, y adoptaron como cimera de sus yelmos la figura de un dragón. Algunos historiadores afirman, además, que en la batalla, los guerreros gritaban:

-¡Por San Jorge, D'Aragón! (de Aragón)

Y aquello sonaba como "Dragón".

Aquel reino que surgió de los Pirineos, poco a poco fue conquistando y uniendo otras tierras bajo la misma Corona: Cataluña, Valencia, Cerdeña, Nápoles... Los reyes lucían orgullosos sus cimeras con el dragón, al que llamaban el "Drac Alat", o Dragón Alado, pues la representación más habitual era la de la cabeza y el cuello de un dragón con las alas desplegadas hacia atrás. Resultó que, con el paso de los años, algunos territorios conquistados fueron olvidando el origen de aquel símbolo, y en las representaciones heráldicas lo que había sido un dragón se convirtió, por evidentes semejanzas, en un murciélago. De "drac alat", se pasó al "rat alat", que es como se denomina al murciélago. Pruebas de esas representaciones quedan todavía hoy tallas en piedra en algunos lugares de Valencia y Nápoles, principalmente.

La decadencia de la figura del dragón coincidió con el auge de la Inquisición. Murciélago y dragón, una vez hermanados, fueron convertidos por los exegetas cristianos en símbolos del demonio, y en aquella leyenda donde aparecía uno, era inmediatamente sustituido por el demonio y un ángel guerrero que lo mataba. San Jorge cedió su lugar a San Miguel. En el lado opuesto, el murciélago-demonio pasó a ser animal relacionado con las prácticas de la brujería. Así, hemos podido hallar la referencia de un documento del tribunal del obispado de Zaragoza en la Edad Media que condena a una bruja por introducir ceniza de un murciélago muerto dentro de la urna del altar de una iglesia para celebrar ritos satánicos durante la Noche Buena.

El murciélago también es protagonista de inquietantes creencias populares:

Si se introduce en una casa, avisa de una muerte en ella, y si pasa cerca de uno, le está advirtiendo de que alguien trama algo en su contra. Dicen también que si se le clava a un madero con las alas en forma de cruz y se le obliga a tragar el humo de un cigarro, suelta blasfemias por su boca con voz humana.

Antes de terminar con este misterioso y oscuro ser de leyenda, ¿sabías que el murciélago tiene un importante papel en algunas de las páginas escritas por Tolkien?


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Revista ELFOS