Murcielago. Número II MMI Mayo-Junio

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Murciélagos en Tolkien
Por Lorena Sertorio


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Un animal tan estrechamente vinculado por la tradición al mundo del mal, no podía escapar a la simbología tolkieneana en el Señor de los Anillos y El Silmarillion. El poderoso creador del mal, Melkor, fué el responsable de la aparición de los murciélagos, o, mejor dicho, de una raza especial: los chupadores de sangre.

Durante la Primera Edad del Sol, los espíritus de los vampiros formaban parte de las huestes de Melkor. Se los describe como gigantescos murciélagos alados y con garras de acero.

La imaginación de J.R.R.Tolkien dió a luz a una poderosa y temible vampira, Thuringwethil, la «mujer de la sombra secreta», que viajaba bajo la forma de murciélago como mensajera entre Angband y Tol-in-Gaurhoth. Aquí gobernaba rodeado de licántropos el terrible Sauron. Cuando cayó este lugar, el propio Sauron se transformó en murciélago para huir volando. Thuringwethil perdió la capa que le daba la facultad de adoptar la forma de murciélago, y el espíritu de la mujer malvada huyó.

En la Tercera Edad, durante la Batalla de los Cinco Ejércitos, cuando legiones de Orcos y Lobos avanzaban para enfrentarse a Elfos, Enanos y Humanos, el cielo se cubrió de oscuras nubes de tormenta, pero éstas no eran tales, sino apretadas filas de murciélagos que volaban hacia el combate, aliados del mal, haciendo honor a la tradición de su nombre.

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Revista ELFOS