La eterna voz de la pasión... - 2- |
Mil novecientos cincuenta y nueve es también el año en que Julio Antonio publica El Cantar de los Cantares, un hermoso libro inspirado en el famoso poema atribuido a Salomón. El poeta aragonés, toma aquí a los personajes bíblicos y les da vida ubicándolos en escenarios nuevos, mucho más actuales: CANTO III La amada Una fábrica llenaba la ciudad de bruma en la noche de la búsqueda, en la noche en que corrí por las calles furiosa y despeinada. (Ah si pudiera desprender de tu rostro la boca, para oprimirla con mi fiebre hasta hacerla morir). Mil millones de estrellas reluciendo, cayendo en ramos tras el horizonte que simula un cuerpo de animal herido o fatigado por el amor; a pesar de la escarcha cuando la noche entra en el hueco de tu axila, nuestro beso apretado se refugia y calienta. Compuesto por un único y extenso poema, El Cantar de los Cantares, está dividido en siete cánticos que abordan la espera, el encuentro y la separación del ser amado. La edición, diseñada y maquetada por él mismo, fue sometida a sucesivas revisiones y tuvo una tirada numerada y limitada de tan sólo cincuenta ejemplares, que el propio autor se encargo de sufragar. Las islas y los puertos, también fue autoeditado en 1959 y vería la luz de nuevo, once años más tarde, al pasar a formar parte del corpus de Acerca de las trampas (Zaragoza, Colección Fuendetodos, 1970). LAS ISLAS Y LOS PUERTOS Huele el alba a café recién tostado y el puerto se madruga de navíos. Se sube el sol a un mar de labrantíos. Un marinero ha muerto enamorado. Sentir amor, tan de repente míos los sabores, la sal de tu costado; notarme moralmente atravesado de vientos increíbles, de rocíos. Descubridor: las playas inventadas que soñaste pisar tan locamente, se te ofrecen tendidas, entregadas. Por mantenerlas, lucha diente a diente. Entre sus solitarias ensenadas hay un golpe de amor para tu frente. Adiós; desde esta tierra adiós te digo. No es la muerte, es la vida quien me llora, la que desalentadamente añora morir de mí para nacer contigo. Adiós al mar, al mar que fue testigo De tanta soledad abrasadora. Amor, amor, el corazón ignora que será la esperanza su castigo. Ya es posible acabar. La vida apura canto a canto su trampa de alegría, golpe a golpe su brasa de amargura. El barco afirma rumbos de entereza. Cómo huele hoy el viento a lejanía. Todo tiene su precio de tristeza. Sin embargo, una década antes de que Acerca de las trampas fuese publicado, Julio Antonio Gómez sacó a la calle otro libro de largo y extrañísimo título: Al Oeste del lago Kivú los gorilas se suicidaban en manadas numerosísimas. Primer y último número de una colección que llevó el nombre de su extraordinaria e inolvidable revista: Papageno. Al Oeste tuvo una sola tirada de doscientos ejemplares y se imprimió en Mayo de 1960, al cuidado de otro gran nombre de las letras aragonesas: Guillermo Gúdel. Julio Antonio, dejó muestras patentes de su sentido del humor (en esta obra dedicada a Vicente Aleixandre) al hacer constar en la página de créditos "segunda edición": La segunda edición llegaría treinta y tres años después, gracias a la Institución Fernando el Católico. |
Seguir leyendo: La eterna voz de la pasión ... Siguiente Página |
© texto 2008 Antonio Pérez Morte |
Inicio |
©2008 El Cronista de la red
Versión 17.0- Junio 2008
El cronista de la Red número 17.
Critica de cine, Biografía, relato, fotografía, arte, dibujo, poesía, reseñas de libros,
traducción, nuevos creadores. Vivencias de Viajes, aproximación a la historia, la arquitectura y la cultura