Odon de Buen. 1

Sobrenombres 8.

Cronista

Odón de buén


     En la capital de España, pensionado una vez más por el Ayuntamiento de Zuera, amplió su formación académica gracias a las lecciones teóricas y prácticas de algunos profesores de reconocido prestigio, como Don Máximo Laguna o Don José Macpherson, con quien llegó a mantener una gran amistad. Con él realizó excursiones a la sierra madrileña, y en su laboratorio, excelentemente dotado de material, estudió la técnica petrográfica.

     Macpherson, según Odón de Buen "era gaditano y reunía a la genialidad y gracia andaluza, la constancia, la persistencia y la paciencia anglicana. Macpherson practicaba la alta geología, no la ramplona del conocimiento superficial de los terrenos; escudriñaba al microscopio las estructuras, la génesis y la evolución de las rocas..."

Odón de Buén


     Las enseñanzas de Macpherson marcaron su educación científica y su obra posterior, además de amenizar una vida, todavía falta de atractivos. Fueron años en los que el estudiante zufariense tuvo que aprender a dividir su tiempo, para poder asistir a las aulas como alumno e impartir clases que le permitiesen ayudar económicamente a su familia. Entre sus primeros alumnos se encontraba el futuro dictador Miguel Primo de Rivera:"Miguel Primo de Rivera era un muchachillo travieso, genial, vivo, cuyo carácter despertaba en sus compañeros vivas simpatías; creo recordar que se preparaba para ingreso en en una escuela de ingenieros, pero se le atragantaban las matemáticas y estaba siempre apelando a mí para que le sacara de apuros... Recuerdo un episodio, que Miguel recordaba también en las postrimerías de su vida. Alejo Sesé me trajo, al volver del veraneo, una preciosa pistolita de Eibar, con las incrustaciones de ave que han dado fama a esa industria. Me la pidió y como era natural se quedó con ella; pero manejándola se hizo sangre en una mano; primera herida de arma de fuego que sufrió el futuro dictador. Más tarde ingresaba éste en la Escuela Militar y salía muy joven, oficial de infantería."

     Durante este periodo estudiantil, Odón, realizó estudios de hierbas y plantas, que incluiría más tarde en los anales de Historia Natural (1883). Fue compañero y amigo de un estudiante de farmacia llamado Vicente Castelló, quien junto con su tío Pablo, se compadeció de su duro trabajo, rescatándole de las casas de huéspedes y llevándole a vivir a su propio domicilio. En aquel ambiente acogedor y familiar, fortaleció su espíritu y su salud física, y creó junto a Vicente un Anuario Científico Español".

     En 1885 se declaró el cólera, la epidemia invadió las riberas del Ebro y del Gállego, y Odón regresó junto a su familia, en la que hubo bastantes bajas. Su padre, todavía joven también murió: "...Tuvo el consuelo de verme con la carrera terminada, pero no la suerte de verme disfrutar de la posición que logré crearme. Quedaron a mi amparo mi madre y mis dos hermanas. La mayor, Benigna, era animosa y muy inteligente; la menor, Pilar, más desgraciada. Sobrevivió mi abuela María, en la que tuve siempre, lo mismo que en mi tío Francisco, el mejor amparo. ¡Qué verano tan triste! ¡Y en que estado de ánimo volvía a Madrid, dispuesto a trabajar y luchar sin descanso!

Odón de Buén


     De nuevo en Madrid, recibió una noticia importante, iba a ser protagonista de una gran experiencia: Había sido seleccionado para realizar investigaciones científicas a bordo de una enorme y vieja fragata de madera llamada "Blanca", superviviente de la batalla naval del Callao. La Marina de Guerra había preparado un viaje alrededor del mundo para instrucción de jóvenes oficiales, pero la falta de presupuesto lo redujo a dos etapas: la primera de ellas al norte de Europa, y la segunda por el Mediterráneo y la parte septentrional de África. Ambas estuvieron plagadas de incidentes, contratiempos e incomodidades, pero en ellas se decidió la vocación oceanográfica de Odón de Buen.

     En estos viajes pudo visitar varios museos de ciencia y contactar con otros naturalistas europeos, así como conocer el Laboratorio de Biología Marina que el gobierno francés había ubicado en Villefranche, entre Niza y Mónaco, y donde trabajaba en aquel momento, el prestigioso biólogo Hermann Fol.


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© 2007 Antonio Pérez Morte

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