Página personal del poeta | |
Tengo fiebre. Mi frente arde, y me abrasa la sed. En el sueño, hay desiertos rebosantes de arena y el sol está enfurecido, a juzgar por los violentísimos rayos con que castiga la infinita superficie arenosa que se extiende ante mis ojos. Hay minas de sal que causan dolorosas llagas en mi cuerpo enrojecido. Hay látigos de fuego que laceran mis carnes y queman mi cordura. Hay mares de ceniza que me envuelven, ahogándome. Hay manos falsas que me ofrecen vasos de plata llenos de vinagre y orina; rostros falsos que sonríen con fingida dulzura mientras ponen ante mí toda clase de manjares escogidamente salados, cuya sola visión hace aumentar sin mesura la fiebre que me abrasa.
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