Aragoneria > Publicaciones > Zaragoza I. El arte en España
BAJO EL PATRONATO DE LA COMISARíA REGIA DEL TURISMO Y CULTURA ARTÍSTICA N.º 23
Cuarenta y ocho ilustraciones con texto de
Anselmo Gascón de Gotor
Correspondiente de la Real Academia de San Fernando
HIJOS DE J. THOMAS, S.A.
Mallorca, 291- BARCELONA
RESERVADOS LOS DERECHOS DE PROPIEDAD ARTÍSTICA Y LITERARIA
Aunque es monumento grandioso del arte aragonés, no se ha incluído en la lista de los nacionales.
La primera mezquita mahometana, construída en España, fué la de Saragosta (713), casi medio siglo antes que la de Córdoba, aún subsistente, y por lo que de ella puede apreciarse cabe suponer cual sería su grandiosidad; mas esta mezquita pereció por un incendio en el año 1050, sesenta y ocho años antes de la reconquista de Zaragoza, si es que tan trascendental acontecimiento histórico se realizó en 1118. No es de suponer que el edificio mayor para la la oración mahometana se levantara seguidamente; no cabe admitir que al hacerlo dominara la ruindad, tratándose de aquella tan codiciada urbe; menos puede admitirse que la obra de poco más de media centuria estuviera en ruina inminente por ancianidad al tomar posesión de ella y consagrarla para el culto cristiano.
Sea como fuere, la mezquita se empleó como catedral cristiana, después de la consagración de rúbrica, hasta muy adelantada la centuria XII, en que fué ultimado el templo románico.
Se opina que nuestra catedral románica debió de ser de forma basilical (I); tres naves con otra de crucero bastante acusada, y tres ábsides semicirculares.
(I). LAMPÉREZ.
De tal construcción románica, subsisten el importante ábside central y el del lado del evangelio. Este en su interior cobija la cuadrada capilla de Nuestra Señora La Blanca, posterior en fecha; el ábside en su exterior determina el tambor y presenta una ventana desfiguradísima. Aquel otro, el ábside mayor, ahora tocado con elevado cuerpo mudéjar cual tiara regia, aún contiene cegado, esbelto, bello agimez, admirablemente conservado.
Si de la mezquita nada queda, de la catedral románica, sólo esto puede citarse: quizá la entrada a la sacristía catedralista - hay varias sacristías - pertenezca el esqueleto arquitectónico a igual período; el espesor del muro y la perspectiva del ingreso, así lo hacen suponer a pesar de la ornamentación posterior que ostenta.
Para construir a lo greco-romano esa sacristía mayor, hubo de absorverse el ábside del lado de la epístola; por la colocación de estos ábsides a eje de las actuales naves, deduce el mencionado arquitecto que las románicas ocupaban la misma situación que ellas y tenían iguales dimensiones.
Así, pues, el testero del templo, subsistente, como la fachada principal, del siglo XIV, aunque se construyeron con intervención de mahometanos otros elementos goticistas que se amalgamaron, correspondían al mudejarismo aragonés, y, digo que correspondían porque la fachada de honor desapareció en el siglo XVIII. La fachada indudablemente tuvo tres arcos ojivos de ingreso, y no es de presumir que estos fueran pobres de arte.
Puede afirmarse que la ornamentación de los entrepaños del a fachada mayor del Salvador era una continuación del testero que, aunque mutilado, existe donde se creó un tapiz estupendo tejido a realce, con ladrillos a cara vista exhornados con otros de esmalte, todos variados en la forma y en el tamaño, por grupos combinados.
La fachada de que trato, nunca pudo ser más amplia que la actual y su campanario estuvo donde se halla el que subsiste: antes, la plaza quedaba limitada a la línea de esa torre y del palacio arzobispal y a ella se llegaba por calle no muy ancha.
El templo del Salvador tuvo tres ingresos, y ahora también los tiene: el central, abierto en el brazo de la derecha del crucero, y los colaterales pudieron servir de acceso a las capillas de San Miguel (parroquieta) y a la de San Bartolomé. La llamada parroquieta, "muy desfigurada en el siglo XVIII", conserva dos obras notables: una, la cúpula del presbiterio, mudéjar, policromada; otra, el sepulcro con numerosas efigies y estatua tumbal de D. Lope de Luna. El campanario existía en el siglo XIV.
En 1795 el prelado Sr. Añoa y Busto, encargó el proyecto de nueva fachada principal al arquitecto D. Julián Yarza, que lo concibió según el greco-romano o neoclásico.
El campanario existente, elevadísimo, airoso y elegante, único en su estilo, lo proyectó en el año 1685 Juan Bautista Contini, arquitecto del Hospital de la Corona de Aragón, en Roma; principió la construcción al año siguiente, con leves variantes, por Pedro Cuyen, Gaspar Serrano y Jaime Borbón.
De la época de D. Lope de Luna (1352-1382) es el testero de que ha tratado, muy atropellado en el siglo XVIII. Por su parte inferior presenta ancho friso de arcos entrelazados y grecas de zig-zag, produciendo angrelados y ajaracas cuyos fondos salpican ladrillos esmaltados en forma de estrellas y en algunos pintaron el escudo heráldico del fundador. Interrumpen la línea horizontal tapiados ajimeces orlados con grecas de mosaico policromo sus arcos ojivos, en cuya vértice aparece igual heráldica; sobre faja de baldosines blancos destaca la inscripción, repítense el mosaico y otra faja de finos dentellados encima de la cual vuelve el mosaico a salpicar la labor afiligranada y las estrellas esmaltadas completan esta zona. Sobre ella, divididos y encuadrados pro bandas, hay grandes paños, tapices de leve relieve, completamente ornamentados con trazados geométricos combinados, coronados por dos grecas de zig-zag y una de dients de sierra que ya toca el alero del tejado. Inmediato a tan sin par belleza de arte decorativo, se hallan los ábsides que he descrito, sobre el central, construyeron una ampliación a la altura del presbiterio- ábside, hoy único; obra del maestro Gaspar (1497).
En el resto del conglomerado del edificio, no hay más que dos ingresos por citar: el de San Bartolomé y San Agustín, más interesante éste que aquél.
Consta el templo de cinco naves, en los contrafuertes hay capillas, es de cabecera plana y en su centro se halla el ábside poligonal; en muros y en bóvedas hay pilares, molduras, capiteles, ángeles, heráldica, crucería, azulejos, grandes portadas y en el centro la joya del trascoro, todo en amigable consorcio, en armónica adaptación.
Del Cimborio no puede llegarse a una conclusión definitiva por carencia de documentos: en el único libro de cuentas de fábrica del siglo XIV del archivo del cabildo se lee que las obras del Cimborio terminaban en 1376, trabajando en él Juan de Barbastro y Domingo Serrano; descansa el Cimborio sobre el crucero compuesto de arcos góticos, dos de los cuales ostentan la heráldica del Papa. Es octogonal el primer cuerpo limitado por bellos frisos y en sus aristas por columnas distintas en su decoración rematadas por querubines, copados y ninfas fueron labrados por Antón Redondo; en las ornacinas colocaron las estatuas de los evangelistas y de los padres de la iglesia, obra de Pedro Laguardia. Del remate de este primer cuerpo arrancan los nervios que por entrelazado han de determinar la bellísima bóveda estrellada mudéjar, y en todos los cruces colocaron florones decorativos; en el cupulín, también octogonal, rasgaron ventanales con arcos de medio punto y parte luces, terminando en un florón a platillo.
El gran retablo lo subdividieron en dos zonas: Basamento y cuerpo principal; el primero también se distribuye en dos bandas horizontales superpuestas limitadas por dos puertas con talla y efigie; el zócalo contiene cartelas y ángeles con heráldica; el apartado superior lo componen siete talberos, cuatro historiados y tres con ornamentos vegetales; todos quedan separados por pilastras con detalles arquitectónicos y en cada extremo del conjunto bellos ángeles alados soportando la heráldica de Mur; sobre los relieves hay doseletes gotivistas. Cuatro grandes pilastras decoradas con igual número de estatuillas aisladas sostenidas por ménsulas y sombreads por doseles de agudas agujas subdividen los tres grandes alto-relieves: Epifanía, en el centro, Transfiguración y Ascensión del señor, colaterales. Bajo el gran dosel central rasgaron el óculo donde se expone el santísimo.
En el lado del Evangelio sombrea el sarcófago del Prelado Infante D. Juan I; destaca la cama con frontal decorado con arcos canopialesa y estatuillas, y en el fondo del nicho esculpieron ángeles, a la Madre Dolorosa que sostiene al hijo descendido y otras figuras.
La sillería coral, grandioso mobiliario compuesto de 117 sitiales de roble falmenco, obra de los hermanos Antonio y Francisco Gomar; destacan por su fastuosidad los tres sillones de la presidencia con elevados doseles tallados y altos respaldos esculturados, siendo el resto de la sillería de una sencillez regia. De 1413 es el atril del nogal, ejemplar grandioso, casi único en su género.
El pie del órgano, modelo de riqueza decorativa tallado goticista, no muy pródigo en las grandes catedrales.
Sobre el facistol coral descansan enormes libros miniaturados por Ezpeleta en la segunda mitad del siglo CVI.
Los muros laterales y el testero externo del coro, son una maravilla indiscutible, producida por el clásico renaciente constituído por grandes estatuas de bienaventurados dentro de nichos, de incontables niñitos desnudos que coronan el cornisamento general; de columnas, templetes, alto-relieves, mascarones, bustos, guirnaldas, alquitrabes, frisos, basamentos y arcadas de capillas, todo minuciosamente modelado.
La rebusca en el archivo de protocolos durante años inexplorado y casi desconocido, fomentado por el patronato de Villahermosa Guaqui, ya ha dado su resultado, ya que en documentos se encuentran nuevos nombres de artistas, verdaderos autores de las obras achacadas a otros.
Hasta ahora el trascoro de la Seo se creía labrado por Martín Tudela, pero documento notarial dice que fué Arnal de Bruselas, y posiblemente no sea ésta la única sorpresa, que por estar aún inédito he merecido esta atención del investigador hacia mí (I).
Las más interesantes capillas son: la de San Miguel, grandiosa, enterramiento de Zaporta (siglo XVI), la de San Bernardo, enterramiento del prelado D. Hernando de Aragón, esculturada, obra de Bernardo Pérez y Pedro Moreto, y el notable baldaquino, que cobija la imagen del Santo Cristo de la Seo, obra de Juan Ramírez.
De mediados del siglo XIVes la cruz parroquial, con resabios románicos; de fines de la misma centuria los bustos esmaltados de los Santos Valero, Lorenzo y Vicente; del siglo XVI, la monumental custodia profesional, "sumun" de las del estilo plateresco, realizada por Forment-Lamaison; del 1552, es el busto de San Hermenegildo, del platero Juan Orona; a las centurias XVI y XVII, corresponde una naveta de plata y concha, el arca santa, bustos, frontal, viriles, sol, blandones, bandejas y demás objetos dedicados al culto.
Es abundante, espléndido, el vestuario, bordado en los siglos XV, XVI, y XVII; de esta época es una casulla negra cuyos adornos se hicieron con miles de perlas finas.
La colección de tapices que se expone en Semana Santa, es de 32, existiendo dos de principios del siglo XV hechos antes cartones de Giotto, que miden 8,32 metros de ancho, por 4,16 de alto; de igual época es la serie flamenca del rey Asuero, y una que representa la exaltación de la Cruz; del siglo XVI, es la colección de Moisés, flamencos; la expedición marítima de Aquitania, y otros reposteros son de fines de dicha centuria.
(I). ABIZANDA
Al principio era sencillo humilladero y con el transcurso de los tiemos ha llegado a ser templo famosísimo; mereció constantemente la predilección de Papas y de Reyes; al ser reconquistada la ciudad, su barrio habitado por los mozárabes, correspondió a D. Gastón, Vizconde de Bearne:
de él es la bocina de marfil esculturada que posee este templo.
Antes de construir el actual edificio, la Santa Capilla quedaba cerrada por rejas de forja y la iluminaban ochenta lámparas de plata; los dos ingresos de la iglesia ostentaban alabastrinas, esculturadas portadas; contenían retablos nobilísimos. La Bula Unión sacó de quicio al cabildo y demolió el templo antiguo y construyó el actual, proyectó de Herrera el Mozo, que en la centuria siguiente casi completó Ventura Rodríguez, variando su decorado; el gran cardenal García Gil, a mediados de la centuria XIX ultimó las obras; la primera piedra se había colocado en 1681.
Coronan la casa de la Señora, once cúpulas, diez linternas, dos campanarios, faltando otros dos en la parte posterior; hay cuatro ignresos. En su estilo greco-romano el edificio es de una estructura interesante. De la torre antigua penda la campana de Aragón, del 1400; en la nueva torre se hallan las dos campanas que estuvieron en la famosa, mudéjar, aislada Torre Nueva, ajusticiada arbitrariemente a fines del siglo XIX, cuya defensa inicié y sostuve. La planta total del templo mide 130 metros de longitud por 67 de anchura.
El retablo mayor es de alabastro, de 19 metros de altura, comenzado en 1484 por Miguel Gilbert, que faleció; se reanudaron los trabajos veinticuatro años después por Damián Forment; este escultor fué traído a Zaragoza por D. Fernando el Católico. Indiscutiblemente, esta obra ultimada por Forment puede calificarse como el máximo potencial de arte de aquel gran escultor, a quien se confundió con el dictado de goticista, por el hecho de ultimar esta obra.
El coro catedralicio, que está cerrado en su parte anterior por grandiosa reja, obra de Tomás Celma (1574-1577), contiene 146 sitiales distribuídos en tres gradería; en 1542-1548 Lobato, Zaragozano, Obray, Navarro, y Moreto, Florentino, eculpieron bajo relieves historiados, columnitas, tarjetas, guirnaldas, asuntos mitológicos de costumbres, niños, etc.: Champeaux, reputa esta sillería como una de las obras maestras del arte en madera.
La Santa Capilla, la proyectó y dirigió Ventura Rodríguez: es de mármoles, jaspes, bronces y plata. Es un templo en forma de rotonda cobijado por la Catedral. Su arquitectura pertenece al orden compuesto; se ingresa por tre grandes pórticos; treinta y cuatro columnas y otras tantas pilastras sostienen la bóveda sobre la que emergen bienaventurados, ángeles, guirnaldas, y banderas. EL presbiterio, cerrado por gran balaustrada de plata y jaspe, contiene tres altares, dos de ellos con retablos de Ramírez, y en el otros se venera la eficie de la Virgen sobre el Pilar, cubierto por ricos mantos bordados, y aquélla coronada con preseas de plata, oro o pedrería, siendo de plata cuanto le rodea.
Las capillas del Pilarp presentan escasas ráfagas del gran arte que alli existió.
De las pinturas de este templo, merecen citarse: el Ecce-Homo, de Potenciano de Palermo; martirio de San Lorenzo, por José Rivera, El Espagnoleto la Anunciación, obra de Coello. Pintaron al fresco, el gran Goya, la alegoría de la Gloria, en la bóveda del corillo de la Virgen, y la Virgen reina de los mártires en la cúpula frontera de la capilla de San Joaquín; Francisco Bayeu, hizo las bóvedas de delante y detrás de la Santa Capilla; Antonio González Velázquez, la cúpula que cobija la santa Capilla y Ramón Bayeu, el resto de los platillos.
En la cúpula central pintaron Montañés, Unceta, Pescador y algún otro.
De los dos altares de plata catedralicios destacan, preferentemente, el busto de Santa Ana, siglo XV.XVI, y la imagen procesional de Nuestra Señora del Pilar, obra de Miguel Cubeles (1620). En el tesoro de la Virgen descuella la corona de oro y resplandores, cuajados de pedrería, obra de Ansorena de Madrid.
La tapicería en el Pilar da muestras de la importancia de este templo; destaca de entre los paños la Serie de la Virgen, y de este tapíz de la Coronación de la Virgen, siglo XV-XVI.
Esto es en síntesis lo principal de los dos monumentos artístico-religiosos de la capital de Aragón.
ANSELMO GASCÓN DE GOTOR
CATEDRAL DEL SALVADOR. INGRESO PRINCIPAL Y CAMPANARIO
CATEDRAL DEL SALVADOR. ABSIDE Y PARTE DEL MURO MUDÉJAR
CATEDRAL DEL SALVADOR. EL MURO MUDÉJAR VISTO DE FRENTE
CATEDRAL DEL SALVADOR. PARROQUIA. CÚPULA DE MADERA DEL PRESBITERIO
CATEDRAL DEL SALVADOR. CIMBORIO SOBRE EL CRUCERO
CATEDRAL DEL SALVADOR. NAVE LATERAL DEL TEMPLO
CATEDRAL DEL SALVADOR. NAVE CON PARTE DEL TRASCORO.
CATEDRAL DEL SALVADOR. GRAN CAPILLA. PANTEÓN DE LOS ZAPORTA
CATEDRAL DEL SALVADOR. ALTAR MAYOR
CATEDRAL DEL SALVADOR. ALTAR MAYOR. FRAGMENTO DEL BASAMENTO
CATEDRAL DEL SALVADOR. NAVES DEL TRASCORO. TEMPLETE DEL SANTO CRISTO
CATEDRAL DEL SALVADOR. NAVES, TRASCORO Y ÁNGULO DEL TEMPLO
CATEDRAL DEL SALVADOR. INGRESO AL CORO
CATEDRAL DEL SALVADOR. DETALLE DEL TRASCORO
CATEDRAL DEL SALVADOR. CAPILLA DEL TRASCORO
CATEDRAL DEL SALVADOR. UN INGRESO LATERAL DEL CORO
CATEDRAL DEL SALVADOR. EL CORO
CATEDRAL DEL SALVADOR. MARQUESINAS DE LA SILLERÍA CORAL
CATEDRAL DEL SALVADOR. EL FACISTOL LLAMADO DEL PAPA LUNA
CATEDRAL DEL SALVADOR. PIÉ DEL ÓRGANO
CATEDRAL DEL SALVADOR. CUSTODIA PROCESAL DE PLATA. OBRA DE FORMENT-LAMAISON
CATEDRAL DEL SALVADOR. FRAGMENTO DE LA CUSTODIA PROCESIONAL
CATEDRAL DEL SALVADOR. SEPULCRO DEL PRELADO JUAN I
CATEDRAL DEL SALVADOR. ENTERRAMIENTO EN LA CAPILLA DE SAN BERNARDO
CATEDRAL DEL SALVADOR. IMAGEN DE LA VIRGEN. CAPILLA DE NTRA. SRA. DE LAS NIEVES
CATEDRAL DEL SALVADOR. TAPIZ DE "LAS NAVES". SIGLO XV
CATEDRAL DEL SALVADOR. "AMÁN Y LOS JUDÍOS". TAPIZ DEL SIGLO XV
SANTO TEMPLO METROPOLITANO DEL PILAR
CATEDRAL DEL PILAR. NAVES DEL TEMPLO
CATEDRAL DEL PILAR. NAVE CON ACCESO A LA SANTA CAPILLA
CATEDRAL DEL PILAR. CÚPULA PINTADA AL FRESCO POR GOYA
CATEDRAL DEL PILAR. SACRISTÍA DE LA VIRGEN
CATEDRAL DEL PILAR. ALTAR MAYOR. OBRA DE FORMENT
CATEDRAL DEL PILAR. FRAGMENTO DEL ALTAR MAYOR
CATEDRAL DEL PILAR. BASEMENTO DEL RETABLO MAYOR. FRAGMENTO
CATEDRAL DEL PILAR. DETALLE DEL BASAMENTO DEL ALTAR MAYOR
CATEDRAL DEL PILAR. ALTAR MAYOR: "LA VISITACIÓN"
CATEDRAL DEL PILAR. FRAGMENTO DEL CUERPO PRINCIPAL DEL ALTAR MAYOR
CATEDRAL DEL PILAR. RETABLO MAYOR. COMPOSICIÓN FRAGMENTADA
CATEDRAL DEL PILAR. RETABLO MAYOR: "LA PURIFICACIÓN". IMAGEN DE NUESTRA SEÑORA
CATEDRAL DEL PILAR. REJA DEL CORO MAYOR. EXTERIOR
CATEDRAL DEL PILAR. SILLERÍA DEL GRAN CORO
CATEDRAL DEL PILAR. SILLERÍA DEL CORO MAYOR. DETALLE
CATEDRAL DEL PILAR. ALTO RESPALDO DE LA SILLERÍA. SERIE DEL PARAÍSO
CATEDRAL DEL PILAR. ORGANO DEL CORO MAYOR
CATEDRAL DEL PILAR. "REGINA MARTIRUM". FRAGMENTO DE UN BOCETO PINTADO POR GOYA
CATEDRAL DEL PILAR. TAPIZ TITULADO "GLORIA DE LA VIRGEN"
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