Aragoneria > 40 Monasterios aragoneses
Autor: Francisco Javier Mendivil Navarro Fecha: 19 de octubre de 2023 última revisión
A pocos kilómetros de Maella, camino de Fabara saludan al viajero las ruinas sagradas y dasangradas de un viejo Monasterio, que inició su andadura en el siglo VI levantado por monjes de San Benito. Dice la tradición que allí se acogió una joven virtuosa, entonces llamada Susana, que no dudó, por su fe, en entregarse a los moros.
Y como habrá adivinado el inteligente lector, allí fue enterrada para siempre quien ahora se llama Santa Susana.
Es un mal ejemplo de Monasterio abandonado.
Entre rica huerta pero con mal fario desde su fundación.
Los calatravos ayudaron a su reconstrucción y Jaime el Conquistador lo cedió a los cistercienses procedentes de Escarpe, de cuyo abad dependían.
Al comprar la villa de Maella D. Miguel Pérez de Almazan, -esto ya era en el XVI- quiso hacer un poblado junto a la Ermita y al Monasterio de Santa Susana y le llamó Villanueva de Almazan.
Todavía se ve en los mapas este topónimo, que se copia reiteradamente sin fundamento. Hoy unicamente tiene pegados unos edificios agrícolas, garages, corralizas, y ruinas a los cuatro vientos.
Carlos IV cedió el priorato a los monjes trapenses que venían de Francia y en 1796 llegó una pequeña comunidad, que alegró a todo el mundo. El viaje hacia la Trapa de Maella fue entre fervor y gozo.
Desde Escarpe hasta Mequinenza fueron navegando por el Ebro.
En Nonaspe les recibieron con juerga como saben los nonaspinos y opíparamente en Fabara.
Más todavía les atendieron los maellanos, a pesar de que aún no estaba la Fonda de José María, ni Las Copas, ni siquiera el Bar Lis, que ya es decir.
Pero la historia de la Trapa es una historia triste. Siempre han fracasado las diversas ordenes que han estado: benedictinos, calatravos, cistercienses, y trapenses a pesar de la ayuda de los sanjuanistas de Caspe y de los vecinos de la redolada.
Estuvo a punto de convertirse en monasterio trapense femenino, marchándose los monjes a La Magdalena en termino de Caspe entonces junto al Ebro, hoy convertida en isla dentro del Mar de Aragón. Pero también fracasó. Al final residían solamente 9 sacerdotes, 6 coristas y 35 conversos.
Así llegó la exclaustración.
Por Real Orden de 29 de Agosto de 1835 quedó suprimida la Trapa de Santa Susana de Maella.
Desde entonces la ruina se ha ido arruinando más.
El turolense Francisco Tadeo Carlomarde, ministro de Fernando VII, dijo que lo mejor de Aragón era la Trapa de Santa Susana y El Pilar de Zaragoza.
Calomarde, como sabe el mencionado inteligente lector, que lo será sin duda si ha llegado hasta aquí, es quien por conspirar contra Isabel II recibió una bofetada de la infanta Carlota y pasó a la historia por su frase “manos blancas no ofenden”.
Pero estas ruinas de La Trapa, junto a la carretera, si que ofenden.
Al menos al inteligente lector.
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La Trapa de Santa Susana. Monasterio aragonés. Dibujos de Teodoro Pérez Bordetas y Textos de Miguel Caballú Albiac. Trapense
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