Las Circunstancias que Rodearon la Construcción del Cuartel de la Guardia Civil en el Castillo de Híjar a mediados del siglo XIX

Las Circunstancias que Rodearon la Construcción del Cuartel de la Guardia Civil en el Castillo de Híjar a mediados del siglo XIX

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Autor: Francisco Javier Mendivil Navarro Fecha: 19 de octubre de 2023 última revisión

En artículos anteriores he hablado sobre el Castillo de Híjar, mostrando distintos usos del edificio; lugar de fiestas nocturnas, teatro, fortín, etc. Ahora voy a tratar de cuando sirvió, como sede-cuartel para La Guardia Civil en el año 1856.

Para hacer más comprensible el relato, quiero hacer una serie de prolegómenos. La Guardia Civil, institución muy arraigada en la sociedad española, se creó en 1844, sustituyendo a la Milicia Nacional. Observamos que en Híjar se introdujo una década posterior, aproximadamente.

Para la elaboración del artículo me he servido de unas cartas que se cruzaron determinados funcionarios de la Casa Ducal de Híjar entre sí y con el Ayuntamiento de Híjar a fines de 1856 y comienzos de 1857. Los protagonistas de este acontecimiento son por parte del Ayuntamiento, el alcalde Nicolás Agud. Por parte de la Casa Ducal; Pablo Esteban, representante-administrador de la Casa Ducal en Híjar; Ramón Fernández Reyna, apoderado de la Casa Ducal en Aragón; Benito del Collado, apoderado de la Casa Ducal en Madrid.

Debemos tener en cuenta que la Casa Ducal tenía numerosísimos dominios desperdigados por toda la geografía española, por lo tanto debía tener sus representantes en los lugares correspondientes. Todos los dominios de Aragón eran supervisados por el apoderado general de Aragón, residente en Zaragoza. Del mismo modo todos los dominios de España eran supervisados y controlados desde Madrid. Por ello, si el representante de la Casa en Híjar quería tomar una decisión, debía pedir permiso al apoderado de Zaragoza; el apoderado de Zaragoza, a su vez, debía trasmitirlo a Madrid. Aquí, tomada la decisión, se remitía a Zaragoza, y de aquí a Híjar. Era complicada y prolija la burocracia administrativa de una Casa nobiliaria, suponiendo cuantiosos gastos y por ello era frecuente que muchas Casas nobiliarias pasaran problemas económicos. Así le ocurrió, a menudo, a la Casa de Híjar. Sin más preámbulos comienzo el relato.

A primeros de diciembre de 1856 se presentó en Híjar el capitán de la Guardia Civil del Tercio de Alcañiz, con el fin de colocar un puesto de caballería en esta villa, ya que, careciendo de local en esta población, le pareció el más idóneo el Palacio del Excmo. Sr. Duque, tras unas mínimas reformas.

El Ayuntamiento recogió la petición del Capitán, asumiéndola porque consideraba importante para la villa la instalación de la benemérita para el bien público, dada la importancia del territorio a controlar. La Corporación municipal transmitió la petición a Pablo Estaban, administrador del Duque en Híjar, en una carta de 15 de diciembre de 1856.

Pablo Estaban el 17 de diciembre de 1856, escribió a Ramón Fernández Reyna, apoderado general de la Casa en Zaragoza transmitiéndole la noticia. Allí le comunicó que había recibido el escrito del Ayuntamiento, adjuntándole el original. A su vez le transmitió que había acompañado, en su visita al Palacio, al Capitán de la Guardia Civil, llegado de Alcañiz; y que se habían puesto de acuerdo en la parte que necesitaban y que era; el salón bajo, el intermedio y el cuarto, llamado de Cristo, en el que, cerrando la boca de la Capilla, y poniendo una puerta, podría servir ésta para colocar nosotros las columnas y demás enseres; y en el resto se haría la cuadra. Le afirmó que, de arriendo, se podría sacar de 500 a 600 reales de vellón, contando que de la casa que ocupaba ahora Infantería pagaban una cantidad; pero como se trataba de poner Caballería en este punto y donde estaba la Infantería no había cuadras, por eso necesitaban el Palacio.

Continuó diciendo que el problema estribaba en que para dejar corrientes los salones con puertas y ventanas, cerrar los boquetes que hay abiertos, y arreglar la chimenea y la cuadra, según lo que había podido calcular se necesitarían de 600 a 800 reales de vellón, y que la Guardia Civil no podía adelantar nada para las obras.

Pablo Estaban prosiguió solicitando opinión, si las obras las había de realizar la Administración ducal por su cuenta, o bien el Ayuntamiento, y, si es éste último caso, se le iría reintegrando con el importe del arriendo. Además solicitó la contestación para quedar en el tanto que habían de pagar, pues, a fin de año remitían los antecedentes a la Dirección para formar el presupuesto, y tenían que saber la cantidad.

Acabó afirmando que, a 2 vecinos de Híjar, solicitantes de habitaciones en el Palacio, no se las había podido alquilar, al no poder adelantar la cantidad que se necesitaba para poderlas habilitar.

El 19 de diciembre de 1856, Ramón Fernández Reyna desde Zaragoza contestó a Pablo Estaban. En el escrito se dio por enterado de la carta del 15, y le dijo que, sin tiempo para dar cuenta al Duque y esperar su resolución, le autorizaba, a Pablo Estaban, para acceder a la petición del Ayuntamiento, y que por ello debía proceder a formalizar un papel de arriendo, en algo más de 600 reales, esperando que llegase a 800 al año siguiente, y que esta cantidad la había de adelantar el Ayuntamiento para atender a las reparaciones y obras necesarias y dejar corriente el cuartel local que se designase, procurando que quedasen cortadas enteramente las comunicaciones con el resto del edificio.

Continuó señalando que las condiciones del arriendo y en el papel que se formalizase, había de constar que, si por descuido o culpa de los soldados que ocupasen el lugar arrendado, ocurriese incendio u otro daño, en perjuicio del edificio, sería responsable el Ayuntamiento, reponiendo al estado que tenía o pagar los perjuicios.

El 20 de diciembre de 1856, Ramón Fernández Reyna escribió a Benito del Collado, apoderado de la Casa en Madrid. En la carta le comunicó todo lo anteriormente descrito, añadiendo que el alquiler para cuartel, tenía por objeto utilizar en beneficio de las rentas un local ruinoso que nada producía; y no obstante se serviría aprobar su determinación o darle en otro caso sus otras decisiones.

El 23 de diciembre de 1856, Benito del Collado contestó a Ramón Fernández Reyna. En la carta aprobó la autorización, que ya había dado, al administrador local de Híjar para arrendar el Palacio para cuartel en las condiciones ya descritas. Le advirtió que el administrador local había de vigilar las obras para que se hicieran con perfección y economía, para que la parte que había de habitar la tropa estuviese separada de lo demás del Palacio, cuidando, al mismo tiempo de conservar todos los restos de las techumbres, que allí existían, de agradable antigüedad y memoria.

El 29 de diciembre de 1856, Ramón Fernández Reyna trasmitió a Pablo Estaban, que ya había comunicado la cuestión del arriendo a Madrid y le comunicó las condiciones impuestas desde la capital de España.

El 27 de enero de 1857, Pablo Esteban escribió a Ramón Fernández Reyna. Le comunicó que ya había transmitido las condiciones del arriendo al Ayuntamiento; pero, que esta Corporación no había tenido por conveniente garantizar el arriendo de la parte del Palacio para casa cuartel de la Guardia Civil, pues, si lo había solicitado en su nombre, fue tan sólo por la imposibilidad de encontrar local adecuado para dicha fuerza, y confiaban en que SEP.(El Duque) no le negaría esa gracia. Siguió diciendo que lo único que se había comprometido era a facilitarme 4 o 6 presidiarios, que a razón de 3 reales diarios, nos economizarían la mitad de los jornales que se necesitarán para la obra, y también me ofreció adelantarme el yeso.

En su carta señaló que se había presentado el Capitán, residente en Alcañiz, Comandante del puesto de este distrito, con el que había convenido el arriendo en la cantidad de 640 reales, pagaderos por mesadas adelantadas, según se practicaba en todos los puntos, donde pagaba arriendo dicha fuerza. Al efecto se habían extendido 2 papeles, el uno que había remitido al Comandante de la provincia, y el otro, que adjunto, le había remitido a V.

Por último le dijo que una vez aprobado dicho contrato, el Jefe Superior había dado la orden al destacamento para que el día 1º, del próximo mes de febrero, se trasladase la fuerza al expresado local, cuya orden se le había comunicado a él para que dispusiera las obras necesarias, a las que se había dado principio la semana pasada, pagando él los albañiles y carpinteros, y contribuyendo el Ayuntamiento con el yeso y peones, según quedaba expresado a condición de reintegro, y que en esta semana quedaría corriente la habitación para que puedan ocuparla y lo que faltaba se iría concluyendo.

El 4 de febrero de 1857, Ramón Fernández Reyna escribió a Benito del Collado. Le comunicó que, adjunto, le había remitido el papel del arriendo, firmado por el Jefe de la Fuerza del Distrito. También le trasmitió que el Ayuntamiento no tenía intervención ni podía garantizar estos contratos, que eran de particular a particular, con la ventaja de que la Guardia Civil, además de ser religiosa en los pagos, era también en el sostenimiento de los edificios que ocupaba, y sólo cuando se notase abuso o descuido en algún individuo acuartelado, sería bien valerse del conducto de rebelde para obtener más pronto remedio.

Le comunicó la contribución del Ayuntamiento, con yeso y peones, a las obras, así como la cantidad de 640 reales del arriendo; continuó diciendo que podría haber sido mejor, pero con lo conseguido, era más cantidad y más seguro que si hubiésemos alquilado 3 o 4 habitaciones para jornaleros o peones.

Terminó diciendo que deberían dejar zanjado y ultimado el asunto, ya que con estas condiciones podrían conservar más tiempo los restos de aquel edificio, destinando el producto de su alquiler en repararlo y sostenerlo; y que ya había comunicado al administrador local que visitase el edificio con más frecuencia y atendiese a cualquier desperfecto que se presentase.

El 9 de febrero de 1857, Benito del Collado contestó a Ramón Fernández Reyna, dándole conformidad a todo lo ya acordado y trasmitido en su escrito de 4 del corriente. A su vez le dijo que el contrato del alquiler había pasado a su legajo correspondiente.

El 12 de febrero de 1857, Pablo Esteban escribió a Ramón Fernández Reyna. Le dijo que el día 3 de febrero se había trasladado al Palacio la Guardia Civil. Le comunicó, en las cuentas del mes de enero, el costo de las obras de albañilería, que habían alcanzado la cantidad de 819 reales; y las de carpintería eran de 285 reales, quedando por satisfacer al Ayuntamiento 250 reales por el valor de 25 almudines de yeso, que me había facilitado, y que había de satisfacer al mismo con el importe mensual de dicho arriendo, hasta completar dicha cantidad. Acabó diciéndole que el edificio había ganado mucho con esta obra y con hallarse habitado por la Guardia Civil, pues, como sabe usted, al ser tan pundonorosa cuidaba muy bien y con aseo aquellas casa que ocupaba.

El 13 de febrero de 1857, Ramón Fernández Reyna escribió a Pablo Esteban. Le dijo que ya había recibido la aprobación del arriendo del Apoderado General de la Casa Ducal de Madrid, y que debía invertir sus productos en el sostenimiento del edificio, así como visitarlo con frecuencia.

El 14 de febrero de 1857, escribió Ramón Fernández Reyna a Benito del Collado. En la carta le comunicó que, en carta del administrador interino de Híjar, se habían practicado las obras indispensables en el Palacio, habiendo invertido 1.354 reales, y que había quedado muy bien el edificio, ganando mucho al ser ocupado por pundonorosos militares.

El 20 de febrero de 1857, acabó este prolijo cruce de correspondencia epistolar, al escribir Benito del Collado a Ramón Fernández Reyna. Le comunicó la aprobación del gasto de 1.354 reales, y su agrado, al saber que las obras se habían ejecutado con gran perfección.

NOTA: La fuente utilizada para la elaboración del artículo, ha sido Archivo Casa Ducal de Híjar, Sala III, Legajo 45(1-12). Archivo Provincial de Zaragoza.

CÁNDIDO MARQUESÁN MILLÁN



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