La dureza de la plaza zaragozana para su actividad profesional le hace solicitar y conseguir la más tranquila de Cartagena, donde continua su actividad como radioaficionado y comienza -es patrón de yate- la exploración de islas, sufriendo un primer naufragio, que no sólo no le desanima sino que inicia también los estudios de piloto aeronáutico deportivo.
En 1986, la editorial Acervo vuelve a interesarse por su obra y le publica Golconda, la primera parte de su extensa Mano de Galaxia, con algunas alteraciones y la supresión, por razones editoriales, de cincuenta páginas. El hombre estrella ve la luz en Ed. Ultramar en 1988. En 1992, concluye una obra largo tiempo meditada Salud mortal. Tras un laborioso proceso documental, redacta la novela en veinte días y le es aceptada por ediciones Miraguano que se la publica en 1993,-igual que hará al año siguiente con su recopilación de novelas cortas Instantes estelares. Salud Mortal recibe en Burjasot el premio "Ignotus" de la Asociación Española de Fantasía y Ciencia Ficción a la mejor novela de ciencia ficción española del año. Ya antes en Gadir’92 le habían concedido otro premio "Ignotus" esta vez "por la labor de una vida".
Viene luego un periodo de silencio editorial, motivado según él por la creciente complicación de su profesión, en el que sólo escribe algún relato corto que no es ya de ciencia ficción, y en el que abandona la radioaficción y se desprende su colección de sellos para hacer de la encuadernación artesana "su violín de Ingres". Siete años después de haberla escrito, la colección "Espiral Ciencia Ficción" publica en 2001 Demonios en el cielo, que agota una edición en apenas una semana, y que recibe en Barcelona el premio "Ignotus" del 2002
La transformación de los Corredores de Comercio en Notarios en el 2000 le deja todavía menos tiempo libre, aunque sigue tomando notas y coleccionando argumentos.
Ricard de la Casa, en el prólogo a Instantes estelares, quizá el mejor trabajo que se ha publicado sobre la obra de G.B., nos dice: "G.B. es por cultura y educación, un narrador sin complejos, de múltiples registros, creativo, locuaz, ingenioso y capaz de dotar a sus personajes de vida propia. Estos no sólo hablan y piensan, sino que realmente viven, comen, duermen, van al lavabo y sobre todo evolucionan a través de las experiencias y pasiones. Temas considerados escabrosos o tabúes por una gran parte de los autores: sexo, religión, machismo, son manejados por el escritor con una soltura insólita en estos pagos, y a esto hay que sumar otra gran pasión de Gabriel, el mezclarlo todo con un humor socarrón, a veces tan soterrado que sólo se tienen ligeros atisbos, un buscar una vuelta más de tuerca a situaciones, ya a priori, insólitas".
Algún animal político -más lo primero que lo segundo- para decidir la pureza étnica de sus convecinos pretende investigarles el RH o medirles el cráneo. Para detectar a un aragonés de casta, nos basta mirarle el sentido del humor. Aunque nacido circunstancialmente en Valencia y trasvasado laboralmente a Murcia, la socarronería que transpira la prosa de Gabriel Bermúdez, y a la que alude la práctica totalidad de sus críticos y comentaristas, ofrece pocas dudas al respecto. Una socarronería que también envuelve ciertos peculiares "vaticinios": Por poner unos pocos ejemplos: En Viaje a un planeta Wu-wei, encontramos –hablamos de 1976- la clonación como repuesto de órganos para transplantes. El señor de la rueda, mezcla con especial habilidad y acierto el ciclo artúrico con la aventura espacial, en 1976. Y, por último, en Golconda –escrita en 1977- aparecen naves (los mondaplanetas) con capacidad para destruir todo un planeta, algo que luego conoceríamos con La guerra de las galaxias.
Prensas Universitarias de Zaragoza publicará este año Mano de Galaxia, completa y revisada en todos los sentidos, dentro de su colección "Clásicos Larumbe", colección en la que también figuran o figurarán, Miguel Servet, Baltasar Gracián, los Hermanos Argensola, Benjamín Jarnés, Ramón J. Sender, etc. Las PUZ con esta apuesta abren en España un camino fecundo que, por la buena salud de nuestra historia y crítica literarias, esperamos sea muy imitado, a la par que realizan un incuestionable acto de justicia intelectual. Hasta para ser un clásico Gabriel Bermúdez ha sido un innovador. Su desconocimiento en esta su tierra acaso se deba a la idiosincrasia aragonesa tan bien retratada en la anécdota de Buñuel que suele repetir José Antonio Labordeta: Tras la proyección de Un perro andaluz, en el paseo de la Independencia, un paisano le espeto al cineasta: "Flojico lo suyo, Luis, flojico". O en esa otra anécdota de José Antonio Labordeta que nuestro diputado cuenta menos: Cuando un, hoy, exvecino se enteró por la prensa de la actividad y fama del cantautor le dijo a otro: "¡Cómo va a ser este bueno, si es vecino mío!"
Como dato anecdótico, sólo añadir que en las Universidades americanas, los talleres de literatura más populares son los que se sustentan en los relatos de ciencia ficción. A pesar del desprecio que nos merecen Bush y sus chulescos y rufianes tambores de guerra, los estadounidenses tienen también cosas imitables.
© 2003 Luis Ballabriga