Relato Fabiola Alvarez
Número VII MMII Marzo-Abril

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Relato

Ixaya
Por Fabiola Alvarez
ayalga@avantel.net

Estaba enamorado de un rayo de luna, de una visión, de la niebla. Todos los días acudía puntualmente a su encuentro con el escurridizo sueño. En casa, la familia en pleno comentaba el cambio de Guillermo.

-Seguramente alguien le ha hecho mal de ojo -comentó su madre.

-No, debe de estar enfermo -añadió su padre.

-Está enamorado, ese es el embrujo y la enfermedad que han hecho presa de mi hermano -dijo finalmente Alicia. Todos se miraron en silencio. Esta parecía ser la teoría más lógica, pero surgían muchas interrogantes: ¿Cuándo se había enamorado? ¿ De quién? ¿Sería una de las chicas del pueblo?

Guillermo no se percataba de la expectación que producía su extraño comportamiento, tal era el estado absorto en el que se encontraba. Poco a poco Guillermo enseñó a Ixaya su lenguaje y ésta logró hacerse entender por él. Así pasaban largas horas conversando y aprendiendo cada uno del mundo del otro. El chico cada vez se sentía más cautivado por la dulzura y la sabiduría de alguien con apariencia tan frágil. Parecía estar dotada de una gran fuerza que brotaba de su interior.

Alicia decidió seguir a su hermano una tarde para salir de dudas sobre el origen de sus escapadas y su pensamiento siempre absorto. Cual no sería su sorpresa al ver a Guillermo en compañía de una xana. Sentía que la cabeza le daba vueltas, pero sacó fuerza de flaqueza y resistió la impresión. Volvió a casa lo antes que pudo para contar a sus padres cuanto había visto.

-Guillermo se encuentra bajo un encantamiento -dijo Alicia algo agitada después de la larga carrera para llegar a casa pronto-. Se ha enamorado de una xana. Lo he visto con estos ojos, aunque no acabo de creerlo.

Al principio, los padres dudaron seriamente de la cordura de su hija, ya que resultaba imposible creer semejante historia. Alicia recurrió a todos los argumentos posibles hasta que los convenció. Era una situación realmente extraña. ¿Qué debían hacer? Ese era un amor imposible y harían cuanto estuviera en sus manos por separar a su hijo de aquel ser maligno que se había apoderado, seguramente con malas artes, de su cordura y de su alma.

Al llegar el joven a casa, fue asaltado por un diluvio de preguntas y afirmaciones. Alicia no quería ser descubierta, pero todo acabó saliendo a la luz y tuvo que reconocer que había espiado a su hermano.

Los padres fueron claros: no permitirían que su hijo cayera en manos de esa perversa hechicera.

Guillermo se enfureció al ver que no conseguía que sus padres escucharan las numerosas razones que ponía ante ellos. No había poder humano que les convenciera de que aquello era tan real como su felicidad. El chico no entendía que sus padres demostraran esa carencia total de respeto hacia sus decisiones. Estaba claro, no contaba con su familia para nada y seguiría adelante en solitario.

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