Capítulo IV ¿Qué pinta aquí?
Aparentemente, Tom Bombadil no tiene una misión trascendente o decisiva en la gran Misión del Anillo. Comienza por salvar a Merry y a Pippin de las "garras" del Viejo Sauce, sin ningún esfuerzo, con una canción. En otra situación más desesperada, páginas adelante, Tom salva a los hobbits del terror de los fantasmas de los Túmulos. Pero es tan grande el poder de este personaje, que parece no darse cuenta él mismo. La casualidad le pone junto a los hobbits, pero no les ayuda con vistas a su misión, sino de la misma manera que ayudaría a un tejón a salir de un agujero demasiado estrecho.
"Los hobbits hubieran querido que Tom los acompañara. Tenían la impresión de que nadie como él hubiese podido enfrentar a los Jinetes Negros" (p.214). Tom justifica su primer encuentro de esta manera: "Yo tenía allí una misión: recoger lirios de agua, hojas verdes y lirios blancos para complacer a mi hermosa dama" (p. 183).
La paradoja es desesperante: existe un ser con un poder enorme que sólo se preocupa por la felicidad de su amada, mientras que unos pequeños hombrecillos, amantes de la comida y la tranquilidad, han recibido la responsabilidad de cumplir una misión universal.
Y sin embargo, esta situación se presenta dentro de la normalidad más desconcertante. En la casa de Tom Bombadil "todo es luminosidad, todo distinto pero no extraño. Es la paz absoluta, donde cantar era más fácil y natural que hablar" (p. 182). Curiosamente, Baya de Oro, la compañera de Tom, provoca en los hobbits una reacción de mayor cercanía. Ante su voz, Frodo "estaba allí, inmóvil, como había estado otras veces escuchando las hermosas voces de los Elfos, pero ahora el encantamiento era diferente, menos punzante y menos sublime, pero más profundo y más próximo al corazón humano; maravilloso, pero no ajeno" (p. 180).
El mismo sentimiento aparece en el lector, identificado con los hobbits. Una emoción profunda y próxima al corazón, como la que produce la contemplación de la belleza. Tom vive sólo para eso: para la belleza de Baya de Oro y la armonía de la Naturaleza. Pero también está por encima. Pues "Tom es un sujeto sencillo, de chaqueta azul brillante y zapatos amarillos" (pp. 181 y 206), pero al mismo tiempo "Tom Bombadil es el amo". Dice Baya de Oro que "es el Señor de la madera, el agua y las colinas", pero no es el dueño, "eso sería en verdad una carga..."(p. 181). (p. 180).
Capítulo siguiente: Tom es el amo.
|