Número VI MMII Enero-Febrero

Duendes
La leyenda barda de Pwyll
La Cova da Serpe (Galicia)
Aboles y bosques mágicos

Susana García y Josep Ruiz (entrevista)
Perdonen que no me levante (relato)
¡Encuéntralo! Indice de Pergaminos

El viejo Tom Bombadil
y un servidor

por Chema G Lera

-- Más seres de leyenda--

Los Elfos

Los Elfos Oscuros

Murciélagos y dragones

Sirenas

Elfos del mar

Ninfas

Las Brujas

Capítulo I
El libro, el lector, el creador y los personajes

Se trata del misterio mismo de la existencia de un libro: el libro no existe plenamente hasta que yo, como lector, lo leo desde la primera página hasta la última. Parte del libro leído se ha integrado en mi propia existencia, la vida de un libro es la suma de las vidas de sus lectores. Pero también parte del libro ha seguido su propio camino, he comprendido, he asimilado una parte, me ha producido ciertos sentimientos, me ha aclarado dudas o me ha planteado interrogantes, pero una porción del libro me ha acompañado desde su propio lugar, y en esa medida me he sentido extranjero.

Lo mismo sucede con las personas. Y también se establece igual correspondencia entre el lector y los personajes. Esa relación será más pura, más humana, cuanto menos tengan de personajes los seres del libro, y más de personas. Por eso, podremos analizar los actos de un personaje, su personalidad literaria, su cohesión en el contexto, pero nunca podremos estar seguros de que ese personaje de la novela sea así en realidad, en la realidad de la obra.

¿Y donde queda el autor, el creador, en relación con sus personajes?

Hablamos de la sombra del autor. Un escritor será grande en la medida en que su obra lo sea. Un gran libro es aquel capaz de subsistir independientemente de su autor, capaz de vivir una larga vida propia.

El buen escritor retira a sus personajes la libertad de no ser, los personajes no tienen libertad para no actuar, pero lo hacen de acuerdo con su naturaleza y con su personalidad, creadas y definidas por su autor. Ahora bien, no podemos olvidar que en el libro, en la oscuridad de las letras, lo humano de cualquier naturaleza ficticia creada responderá en último término al autor, la bondad o la maldad, en definitiva, de un personaje, será reflejo del concepto de bondad o de maldad del autor.

La obra de arte es manufactura humana, y por tanto, no pertenece al "primer mundo" en palabras de Romano Guardini, sin que surge de la relación del hombre-escritor con la Naturaleza, con el mundo, con su mundo. Y un mundo creado, o recreado, no puede separarse de sus habitantes.

Capítulo siguiente:
Mi relación con los personajes
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Revista ELFOS
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