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Hoy hablamos de una novela que, sin ser una de las obras más conocidas del género,
de algún modo lo nombra y lo engloba. Su título es lo bastante explicativo.
Sin embargo, no nos encontramos con una sucesión de imágenes terroríficas,
que es lo que quizá cabría suponer en vista del escueto epígrafe.
Por el contrario, Arthur Machen, con su soberbia prosa,
parece querer simplemente transmitirnos algunas sensaciones de unas vacaciones más o menos corrientes.
La época en que se sitúa la acción es la de la primera guerra mundial,
lo que contribuye a restar algún protagonismo a los hechos que, poco a poco, van comenzando a sucederse en un
pueblecito al oeste de Gales.
El primer suceso de que se nos habla es la
desaparición de una niña. Pero no se hace mayor hincapié en ello.
La narración no pretende despertar más emoción que la que el lector pueda sentir por sí mismo ante un hecho así.
No hay melodrama ni escenas recargadas.
Todo fluye con la misma placidez que podemos sentir cuando un pastor nos habla del año en que las cosechas se multiplicaron
o de los hielos que cubren las altas cimas en lo más crudo del invierno.
Después, cada vez con mayor frecuencia,
otros sucesos no menos inexplicables vienen a sumarse al primero,
comenzando a despertar cierta alarma en la población. La presencia de los militares en el lugar,
unida a los rumores de una nueva arma empleada por los alemanes, parece ser la explicación más plausible,
la que con más tranquilidad puede ser aceptada por los ya inquietos habitantes del lugar.
Puesto que los incidentes no cesan y el tiempo va pasando, la tensión crece,
las páginas avanzan revelándonos más y más hechos insólitos y descartando toda explicación posible.
Hacia el final, el hallazgo de un misterioso manuscrito, arroja alguna luz sobre el misterio y nos hace reflexionar, o cuando menos,
seguir las reflexiones del escritor, puestas en boca de sus personajes. La novela fue escrita en 1917, pero el tema central,
la enseñanza que nos muestra, es tan actual como si datase de ayer mismo. Quizá hoy, más que nunca,
deberíamos escuchar las palabras de este gran escritor y preguntarnos...
Silvio WJ
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