ELFOS. Escritos de Leyenda, Fantasía y Obras Similares ELFOS. Escritos de Leyenda, Fantasía y Obras Similares. Editorial 2.

Ilustración de Tomas Fernández

Sólo Kvasir podía contestar a todas las preguntas del Universo. Kvasir era un hijo de los dioses. De la saliva divina había surgido, y su nombre fue "Bebida Fermentada". Kvasir era sabio entre los sabios, y su palabra era verdad. A la par de la sabiduría andaba pareja la inocencia. Un engaño acabó con su vida. Fialar y Galar, dos enanos de las profundidades, lo convencieron para que acudiera a su reino. Allí fue muerto, su cuello limpiamente segado por una daga, mas los habitantes de la tierra recogieron en dos cubas y un caldero toda la sangre de Kvasir, la mezclaron con miel y, desde entonces, todo aquel mortal que bebiera del viático de los enanos, hidromiel de sabiduría endulzada, se convertiría en poeta.

¿Dónde están ahora aquellos rudos enanos que nos trajeron el elixir de la poesía?¿Dónde los pícaros duendes?¿Y los trasgos, y los elfos, y aún los diablillos?

Nuestro mundo de sonidos estridentes y cegadoras luces está terminando con el silencio y la oscuridad de los reinos feéricos. No queda leche que cuajar, ni bodegas en las que esconderse los duendes. La energía eléctrica, esa magia del éter que permite que tú y yo nos comuniquemos, nos está cerrando todo contacto con el Pequeño Pueblo.

Porque sólo en el silencio eran capaces de manifestarse en medio de la noche, a través de ruidos misteriosos, en las frías y enormes casas de antaño, en buhardillas de tinieblas y pasillos interminables... Y sólo las sombras permitían dibujar sus confusas formas y rápidos movimientos que inquietaban en el duermevela. Así como los reflejos temblorosos de las llamas de velas y hogares, hacían nacer, traídos de mundos olvidados, espíritus elementales y almas de fantasmas, convocados por el poder del fuego mágico (¿habéis probado a dejar de mirar las llamas en el hogar, cuando todo lo demás está en penumbra?).

Pero aún nos queda con qué prender el misterio de los elfos, y recuperar su presencia. El poder de una narración sigue siendo capaz de convocar hadas y gnomos, brujas y ogros, sirenas y dragones, antiguos habitantes de un mundo mítico y dorado, en el que animales y personas podían comprenderse, en el que llorar al escuchar las palabras era aún posible, en el que la imaginación iluminaba las miradas inocentes de hombres y mujeres, como esa chispa que aún hoy puede verse en los ojos de algunos niños y algunas niñas.

Cuando uno de estos pequeños

duerme al compás de un cuento,

cuando un caminante detiene sus pasos

e imagina presencias tras el recodo,

cuando la nube en el cielo

nos recuerda un dragón,

cuando llueve, se apaga la luz, y una vela

vuelve a reunirnos en torno a viejas historias,

cuando todo eso sucede,

es que un elfo anda cerca,

y una hada nos sonríe.

Chema GLera

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