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El Pozo de San Lázaro
Por Serenidad

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La Piedra Secreta
Por María J. Gutiérrez
Bajo las rocas antiguas se esconden todavía los secretos de los primeros soñadores...

-       Aunque no es más que un extraño efecto geológico producido al parecer por la construcción del puente, la creencia popular es que el Pozo es una sima sin fondo que se traga cuanto en ella cae. Desde la antigüedad se han venido contando historias de desaparecidos. La más chocante puede resultar una que aconteció en el siglo XIX. Se cuenta que una galera cayó dentro y no pudo ser rescatada. Ni siquiera los caballos fueron vistos nunca más. También hay otra, de una pareja de enamorados a quienes no se les permitía estar juntos. Se ataron con un cachirulo (prenda típica de la región) y saltaron al interior del Pozo, sin que se les haya vuelto a ver desde entonces. El único dato comprobado, por lo reciente del suceso, es que un autobús cayó desde el puente en Diciembre de 1971. En aquella ocasión no hubo desapariciones. Pero me advirtieron que no les contase nada de esto. Supongo que para que no se rían de nosotros.

-        ¿Qué más puede contarnos? – Mulder había cambiado por completo su actitud. Se le veía interesado, casi ansioso por seguir escuchando tales cuentos de viejas.

-        Déjalo, Mulder – se oyó la voz de ella. Había como un trasfondo de derrota en sus palabras – No son más que supersticiones. Ya lo has oído: No existen datos concretos que avalen las presuntas desapariciones.

-       ¿Ni siquiera ésta?

-        Bueno, habrá que esperar. Estoy segura de que aparecerá. Más tarde o más temprano...

Lentamente, subimos por las escaleras que llevaban al puente, lo cruzamos. Al otro lado estaba el pozo, pero no había forma de llegar a él a no ser por el agua. Sin embargo, desde el puente se dominaba toda la zona. Nos asomamos mientras yo seguía contando historias que había escuchado en mi juventud.

-       ¿Quién es ese hombre? - preguntó el agente Mulder cogiéndome del brazo y señalando a un viejo gitano que, acodado en un parapeto de piedra angular al puente, contemplaba el ir y venir de los buzos que se sumergían una y otra vez regresando siempre con las manos vacías y una sensación creciente de que todos sus esfuerzos eran vanos.

-       Se llama Zacarías. Es un patriarca gitano. Suele pasar horas ahí, sin hablar con nadie, sólo mirando la superficie del río, las aguas turbias...

-       ¿Le han interrogado? Tal vez vio algo

-        Los gitanos no hacen buenas migas... quiero decir que no se llevan demasiado bien con la policía. Si se le ha interrogado habrá guardado silencio o habrá contado lo primero que se le haya pasado por la cabeza.

-       Vamos a hablar con él.

-       Pero, agente...

Miré a Scully buscando su apoyo, pero Mulder ya había echado a andar en dirección al anciano. Ella se encogió de hombros, me hizo una seña que no supe descifrar y siguió con rapidez a su compañero. Corrí hasta alcanzarlos. Traté de disuadirles, pero mis argumentos resultaron ineficaces. Cuando llegamos junto al viejo, me sentí obligado a interrogarle. Le expliqué quienes éramos, el motivo de habernos dirigido a él, la importancia de nuestra búsqueda. Él simplemente miraba hacia el río, sin un gesto. Se diría que ni siquiera había escuchado mis palabras. Scully intervino:

-          Por favor, señor... Se trata de un niño. La vida de un niño siempre es importante. ¿No podría usted ayudarnos? Decirnos si vio algo, a alguien...

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portada © copyright 2001 de los autores
© copyright 2001 Chema Gutiérrez Lera
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