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Comisaría zona norte. 23h 50´.
- Ferrer, ven aquí.
- Sí, mi capitán. A la orden.
- Convence a la señora para que se vaya a dormir y haz tú lo mismo. A las siete en punto debes ir al aeropuerto a buscar a dos agentes del FBI y traerlos aquí. Hay que ponerles al corriente de todo para que se ocupen de la investigación.
- ¿FBI? Pero, señor...
- No hagas preguntas. Al parecer, el chico es hijo de un senador norteamericano. Estaban aquí de vacaciones. Parece que el padre iba a reunirse con el resto de la familia dentro de una semana. Hay sospechas de que se trate de un secuestro o algo peor.
Aeropuerto de Zaragoza. 24 de Junio 2000. 07h 12´
- Hola – dijo la bella joven en un más que correcto español al tiempo de estrechar mi mano – Soy la agente especial Dana Scully y él es mi compañero Fox Mulder.
- Hola – respondí cortésmente en inglés – Yo soy el cabo Ferrer y por el momento voy a ser su guía y, si me lo permiten, humilde colaborador.
El agente Mulder me lanzó una mirada entre divertida y suficiente. Después bromeó con Scully sobre su dominio del castellano, idioma en el que él no se desenvolvía con facilidad, según explicó.
Durante el trayecto desde el aeropuerto al hotel fui asaeteado a preguntas. Lo mejor que supe, puse al corriente de los acontecimientos a la pareja venida del otro lado del mar. Noté que el agente Mulder empezaba a sentirse algo incómodo.
- ¿Por qué nos han enviado a nosotros? - preguntó – Este no es un caso infrecuente. Ni siquiera se ha constatado de forma definitiva la desaparición del muchacho.
Aunque la policía de aquí... - se interrumpió al ver el reflejo de mis ojos clavados en los suyos en la superficie del espejo retrovisor – Bueno, quiero decir que no tiene la menor relación con nuestro departamento.
- Al fin y al cabo - respondió ella – se trata de un caso, cuando menos, algo extraño. ¿No te parece?
- No. En realidad, estoy convencido de que el Fumador se las ha arreglado para que nos enviasen aquí y así mantenernos alejados...
- ¿Usted que opina, cabo? - me preguntó la agente Scully con una sonrisa cómplice.
- Bueno, yo sólo soy un policía de aquí... - dije con ironía - y además, uno de los de menor rango. Únicamente he sido elegido para acompañarles por la simple razón de que ninguno de mis compañeros conoce a fondo su idioma. Pero el que se ocupa de la investigación es el capitán Ortega. El quizá pueda orientarles mejor...
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