Los Viajes de Gulliver, de Jonathan Swift.
*(abre ventana flotante)
El paso del tiempo ha hecho que este libro, concebido inicialmente como una crítica feroz sobre el gobierno británico, y tal vez sobre toda la raza humana, se haya convertido en una obra casi imprescindible de la literatura infantil.
Papini observa que casi todos los grandes libros han tenido el viaje como telón de fondo. El que nos ocupa hoy cumple esa norma. En él se narran los diferentes viajes emprendidos por el protagonista, odiseas que le llevan sucesivamente a territorios tan dispares como Liliput, Brobdingnag , Laputa, isla voladora; Glubbdubdrid, que significa "isla de hechiceros", Luggnagg, donde moran los inmortales, y finalmente a la tierra de los Yahoos y los Houyhnhnms . Estos lugares, nacidos de la fantasía del autor, se describen minuciosamente como naciones que no pueden existir sino en la imaginación, pero son, a la vez, símbolos.
Los Viajes de Gulliver no es, en absoluto, un libro para niños, aunque tampoco excluye la posibilidad de que estos puedan disfrutar con las fabulosas aventuras que se van sucediendo. Las sucesivas versiones cinematográficas han contribuido no poco a crear tal sugestión. Y eso es así porque se han centrado casi exclusivamente en los dos primeros viajes, olvidándose de los últimos, más difíciles de digerir, pero harto más importantes para la cabal comprensión de la metáfora planteada por Swift.
Al escribir una novela, el autor suele utilizar los primeros capítulos para crear un clima, un paisaje por el que conducir al lector hasta el centro del universo a explorar. En mi opinión, los primeros viajes de Lemuel Gulliver están destinados a preparar al lector, a sumergirlo en las aguas de la fantasía, para desde allí, más tarde, ir conduciéndolo gradualmente por territorios cada vez más inquietantes hacia la verdadera meta: El país de los houyhnhnms y de los yahoos.
En las últimas páginas, el autor se desprende de las máscaras. Podemos comprobar entonces sus verdaderas intenciones.
Pero la historia obra a su antojo. Así, lo que fue urdido como una fábula atroz, devino irremediablemente en cuento para niños.
¿Cuáles pudieron ser las causas? Nos preguntamos.
En estos tiempos de terrorismo y conspiraciones bien pudiera pensarse que los políticos del Reino Unido, al verse tan socarronamente reflejados en tan memorables páginas, sobornaron a los críticos de la época para provocar el desprestigio del autor.
Más verosímil parece suponer que los lectores, incomodados por algunos aspectos de los viajes posteriores, decidieron quedarse con los dos primeros, en los que la fuerza de la fantasía se superpone a cualquier otra lectura que pueda remover conciencias.
Hoy, casi trescientos años después, en este mundo gobernado por la violencia y las desigualdades sociales, el libro de Swift sigue vigente. Hoy, quizá más que nunca, Los Viajes de Gulliver es uno de esos libros que nadie debería dejar de leer.
Silvio WJ
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