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Comienzas el ascenso con los ojos, no utilizas más músculos, no los necesitas, contemplas, admites que nada ha cambiado, cúpulas, pechinas, frescos, todos es ver, todo es mirar, hacia arriba, panteones, estatuas, bustos, cariátides, columnas, frescos altos de iglesias altas, lienzos altos de museos fríos, ahora no, ahora la pantalla te ahorra la contracción de los músculos oculares, y comienza el ascenso, ves algo blanco, el cerebro realiza 4.376 conexiones neuronales simultáneas, reconoces plástico, ves la forma, reconoces una maceta de plástico, luego verde, son hojas, hay vida, hay savia, ¿por qué ese título? sigues ascendiendo, las hojas ascienden, se enredan, se apoyan indolentes en cánulas blancas de plástico, como nervios de un mutante de ciencia ficción, como columnas vertebrales por las que ascienden tus neuronas que siguen interconectándose sin pausa preguntándote por la razón del título de esta absurda obra hasta que llegas al final, más allá del gancho de la maceta barata, donde en lo más alto cede la cabeza una rosa marchita, una rosa marchita, una rosa marchita; una rosa, marchita. |
© 2002 Chema G Lera |
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