Concebido como una alegoría continuada del viaje de sus dos protagonistas, Andrenio y Critilo (los cuales simbolizan al hombre natural y al hombre dotado de razón respectivamente), a través de las diferentes etapas de la vida (niñez y juventud en la I parte, madurez en la II y vejez en la III), en su transitar por países diversos; El Criticón pertenece al género de la novela didáctica, cuyos orígenes pueden rastrearse, dentro de la literatura española más cercana a la fecha de su publicación, en el Guzmán de Alfarache, y cuyo desarrollo alcanzará su cénit a lo largo del siglo XVIII, sobre todo en la literatura francesa. La obra de más largo aliento de toda la literatura en lengua española junto con El Quijote y La Celestina, puede ser también considerada como la de mayor calado filosófico en una tradición como la hispánica tan parca en este tipo de empresas. Su influjo alcanza a través de Schopenhauer y Nietzche al pensamiento existencialista moderno. De todos los aspectos reseñables en obra de tal envergadura queremos destacar en los fragmentos seleccionados, aquellos concernientes a su profundo pesimismo (frg. 1), su espíritu satírico (frg. 3) y humorístico (frg. 4), no exento de cierta conciencia social (frg.2), y su carácter de compendio del pensamiento barroco (frg. 5) dentro de la I parte. En lo que respecta a la II, presentamos algunas reflexiones sobre la España de su tiempo (frg. 1) así como un ejemplo del voluntarismo (frg. 2) o fe en el triunfo postrero de la razón que recorre todas las páginas del libro. De la III el perspectivismo (frg. 1) o diversidad de puntos de vista que admite el conocimiento de cualquier realidad y, finalmente, el gran sueño gracianesco de la consecución de la inmortalidad (frg. 2) como último objetivo de la vida, serán los aspectos elegidos. [I PARTE] [II PARTE] [III PARTE] Primer fragmento: el pesimismo (Crisi V) Cauta, si no engañosa, procedió la naturaleza con el hombre al introducirle en este mundo, pues trazó que entrase sin género alguno de conocimiento para deslumbrar todo reparo: a escuras llega, y aun a ciegas, quien comienza a vivir, sin advertir que vive y sin saber qué es vivir. Críase niño, y tan rapaz, que cuando llora, con cualquier niñería le acalla y con cualquier juguete le contenta. Parece que le introduce en un reino de felicidades y no es sino un cautiverio de desdichas; que cuando llega a abrir los ojos del alma, dando en la cuenta de su engaño, hállase empeñado sin remedio, véese metido en el lodo de que fue formado: y ya, ¿qué puede hacer sino pisarlo, procurando salir dél como mejor pudiere? Persuádome que, si no fuera con este universal ardid, ninguno quisiera entrar en un tan engañoso mundo y que pocos aceptaran la vida después si tuvieran estas noticias antes. Porque ¿quién, sabiéndolo, quisiera meter el pie en un reino mentido y cárcel verdadera a padecer tan muchas como varias penalidades: en el cuerpo hambre, sed, frío, calor, cansancio, desnudez, dolores, enfermedades; y en el ánimo, engaños, persecuciones, envidias, desprecios, deshonras, ahogos, tristezas, temores, iras, desesperaciones; y salir al cabo condenado a miserable muerte, con pérdida de todas las cosas, casa, hacienda, bienes, dignidades, amigos, parientes, hermanos, padres y la misma vida cuando más amada? Bien supo la naturaleza lo que hizo y mal el hombre lo que aceptó. Quien no te conoce, ¡oh vivir!, te estime; pero un desengañado tomará antes haber sido trasladado de la cuna a la urna, del tálamo al túmulo. Presagio común es de miserias el llorar al nacer, que aunque el más dichoso cae de pies, triste posesión toma; y el clarín con que este hombre rey entra en el mundo no es otro que su llanto, señal que su reinado todo ha de ser de penas; pero ¿cuál puede ser una vida que comienza entre los gritos de la madre que la da y los lloros del hijo que la recibe? Por lo menos, ya que le faltó el conocimiento, no el presagio de sus males; y si no los concibe, los adivina. Segundo fragmento: conciencia social (Crisi VI) ¿Pero ¿qué cosa va bien en el mundo? Aquí veréis platicado aquel célebre imposible tan disputado de los filósofos, conviniendo todos en que no se puede dar vacío en la naturaleza; he aquí que en la humana esta gran monstruosidad cada día sucede. No se da ya en el mundo a quien no tiene, sino a quien más tiene. A muchos se les quita la hacienda porque son pobres, y se les adjudica a otros porque la tienen. Pues las dádivas, no van sino a donde hay, ni se hacen los presentes a los ausentes. El oro dora la plata y ésta acude al reclamo de otra. Los ricos son los que heredan, que los pobres no tienen parientes; el hambriento no halla un pedazo de pan y el ahíto está cada día convidado; el que una vez es pobre, siempre es pobre: y desta suerte, todo el mundo lo hallaréis desigual. Tercer fragmento: espíritu satírico (Crisi VI) Deste modo corren hoy los estadistas, al revés de los demás; así proceden en sus cosas para desmentir toda atención ajena, para deslumbrar discursos. No querrían que por las huellas les rastreasen sus fines; señalan a una parte y dan en otra; publican uno y ejecutan otro; para decir no, dicen sí; siempre al contrario, cifrando en las encontradas señales su vencimiento. Para éstos es menester un otro Hércules que, con la maña y la fuerza, averigüe sus pisadas y castigue sus enredos. Cuarto fragmento: humor (Crisi VII) A muchas mujeres les quitó del todo las lenguas, pero no el habla, que antes hablaban más cuando más deslenguadas. Quinto fragmento: alegoría y espíritu barroco (Crisi VII) - Ese es el mayor engaño -ponderó Critilo-. Sabe, pues, que aquel desdichado extranjero es el hombre de todos, y todos somos él. Entra en este teatro de tragedias llorando; comiénzanle a cantar y encantar con falsedades; desnudo llega y desnudo sale, que nada saca después de haber servido a tan ruines amos. Recíbele aquel primer embustero, que es el Mundo, ofrécele mucho y nada cumple, dale lo que a otros quita para volvérselo a tomar con tal presteza que lo que con una mano le presenta, con la otra se lo ausenta, y todo para en nada. Aquel otro que le convida a holgarse es el Gusto, tan falso en sus deleites cuan cierto en sus pesares; su comida es sin sustancia y su bebida venenos. A lo mejor, falta el fundamento de la Verdad, y da con todo en tierra. Llega la Salud, que cuanto más le asegura más le miente. Aquellos que le dan prisa son los Males; las Penas le dan vaya y grita los Dolores: vil canalla toda de la Fortuna. Finalmente, aquel viejo peor que todos, de malicia envejecida, es el Tiempo, que le da el traspié y le arroja en la sepultura, donde le deja muerto, solo, desnudo y olvidado. De suerte que, si bien se nota, todo cuanto hay se burla del miserable hombre: el mundo le engaña, la vida le miente, la fortuna le burla, la salud le falta, la edad se pasa, el mal le da prisa, el bien se le ausenta, los años huyen, los contentos no llegan, el tiempo vuela, la vida se acaba, la muerte le coge, la sepultura le traga, la tierra le cubre, la pudrición le deshace, el olvido le aniquila; y el que ayer fue hombre, hoy es polvo, y mañana nada. Primer fragmento: la España del Barroco (Crisi III) - ¿Qué te ha parecido de España -dijo Andrenio-. Murmuremos un rato della aquí donde no nos oyen. - Y aunque nos oyeran -ponderó Critilo, son tan galantes los españoles, que no hicieron crimen de nuestra civilidad. No son tan sospechosos como los franceses; más generosos corazones tienen. - Pues, dime, ¿qué concepto has hecho de España? - No malo. - ¿Luego bueno? - Tampoco. - Según eso, ni bueno ni malo - No digo eso. - ¿Pues qué? - Agridulce. - ¿No te parece muy seca, y que de ahí les viene a los españoles aquella su sequedad de condición y melancólica gravedad? - Sí, pero también es sazonada en sus frutos y todas sus cosas son muy substanciales. De tres cosas, dicen, se han de guardar mucho en ella, y más los extranjeros. - ¿De tres solas? ¿Y qué son? - De sus vinos, que dementan; de sus soles, que abrasan; y de sus femeniles lunas, que enloquecen. - ¿No te parece que es muy montuosa y aun por eso poco fértil? - Así es, pero muy sana y templada; que si fuera llana, los veranos fuera inhabitable. - Está muy despoblada. - También vale uno de ella por ciento de otras naciones. - Es poco amena. - No la faltan vegas muy deliciosas. - Está aislada entre ambos mares. - También está defendida y coronada de capaces puertos y muy regalada de pescados. - Parece que está muy apartada del comercio de las demás provincias y al cabo del mundo. - Aun había de estarlo más, pues todos la buscan y la chupan lo mejor que tiene: sus generosos vinos Inglaterra, sus finas lanas Holanda, su vidrio Venecia, su azafrán Alemania, sus sedas Nápoles, sus azúcares Génova, sus caballos Francia, y sus patacones todo el mundo. - Dime, y de sus naturales ¿qué juicio has hecho? - Ahí hay más que decir, que tienen tales virtudes como si no tuviesen vicios, y tienen tales vicios como si no tuviesen tan relevantes virtudes. - No me puedes negar que son los españoles muy bizarros. - Sí, pero de ahí les nace el ser altivos. Son muy juiciosos, no tan ingeniosos; son valientes, pero tardos; son leones, mas con cuartana; muy generosos, y aun perdidos; parcos en el comer y sobrios en el beber, pero superfluos en el vestir; abrazan todos los extranjeros, pero no estiman los propios; no son muy crecidos de cuerpo, pero de grande ánimo; son poco apasionados por su patria, y trasplantados son mejores; son muy allegados a la razón, pero arrimados a su dictamen; no son muy devotos, pero tenaces de su religión. Y absolutamente es la primer nación de Europa: odiada, porque envidiada. Segundo fragmento: voluntarismo (Crisi XIII) - Y porque me empeñé -decía- en mostraros el señorío verdadero, sabed que no consiste en mandar a otros, sino a sí mismo. ¿Qué importa sujete uno todo el mundo, si él no se sujeta a la razón? Y por la mayor parte, los que son señores de más, suelen serlo menos de sí mismos, y tal vez el que más manda más se desmanda. El imperio no es la felicidad sino pensión, pero el ser señor de sus apetitos es una inestimable superioridad. Asegúroos que no hay tiranía como la de una pasión, y sea cualquiera, y ni hay esclavo sujeto ni más bárbaro africano como el que se cautiva de un apetito. ¡Cuántas veces querría dormir a sueño suelto el necio amante! y dícele su pasión: "¡Quita, perro, que no se hizo para ti ese cielo, sino un infierno de estar suspirando toda la noche a los umbrales de la desvanecida belleza!" Quisiera el mísero engañar, si no satisfacer, su hambre canina, y dícele su codicia: "¡Anda, perro, ni una sed de agua, y siempre de dinero!" Suspira el ambiciosos por la quietud dichosa, y grítale el deseo de valer: "¡Hola, perro, anda aperrado toda la vida!" ¿Hay Berbería tan bárbara cual ésta? ¡Eh!, que no hay en el mundo señorío como la libertad de corazón: eso sí que es señor, príncipe, rey y monarca de sí mismo. Esta sola ventaja os faltaba para llegar al colmo de una inmortal perfección; todo lo demás habíais conseguido, el honroso saber, el acomodado tener, la dulce amistad, el importante valor, la ventura deseada, la virtud hermosa, la honra autorizada, y desta vez el mando verdadero. Primer fragmento: perspectivismo (Crisi V) Pues advierte que es la misma verdad, y así verás cada día que, de una misma cosa, uno dice blanco y otro negro; según concibe cada uno o según percibe, así le da el color que quiere conforme al afecto, y no al efecto. No son las cosas más de cómo se toman, que de lo que hizo admiración Roma, hizo donaire Grecia. Los más en el mundo son tintoreros y dan el color que les está bien al negocio, a la hazaña, a la empresa y al suceso. Informa cada uno a su modo, que según es la afición así es la afectación; habla cada uno de la feria según le fue en ella: pintar como querer; que tanto es menester atender a la cosa alabada o vituperada al que alaba o vitupera. Esta es la causa que de una hora para otra están las cosas de diferente data y muy de otro color. Pues ¿qué es menester ya para hacer verbo de lo que se habla y de lo que se dice y de lo que corre? Aquí es el mayor encanto; no hay poder averiguar cosa de cierto. Así que es menester valerse del arte de discurrir y aun adivinar, y no porque se hable en otra lengua que la del mismo país, pero con el artificio del hacer correr la voz y pasar la palabra parece todo algarabía. Segundo fragmento: el fin último de la vida es alcanzar la inmortalidad (Crisi XII) Error plausible, desacierto acreditado, fue aquel tan celebrado llanto de Xerxes cuando, subido en una eminencia desde donde pudo dar vista a sus innumerables huestes que agotando los ríos inundaban las campañas, cuando otro no pudiera contener el gozo, él no pudo reprimir el llanto. Admirados sus cortesanos de tan extraño sentimiento, solicitaron la causa, tan escondida cuan impensada. Aquí el rey, ahogando palabras en suspiros, les respondió. "Yo lloro de ver hoy los que mañana no se verán, pues del modo que el viento lleva mis suspiros, así se llevará los alientos de sus vidas. Prevéngoles las obsequias a los que dentro de pocos años, todos los que hoy cubren la tierra, ella los ha de cubrir a ellos". Celebran mucho los apreciadores de lo bien dicho este dicho y este hecho. Más yo ríome de su llanto, porque preguntárale yo al gran monarca del Asia: "Sire, estos hombres, o son insignes o vulgares: si famosos, nunca mueren; si comunes, mas que mueran". Eternizánse los grandes hombres en la memoria de los venideros, mas los comunes yacen sepultados en el desprecio de los presentes y en el poco reparo de los que vendrán. Así, que son eternos los héroes y los varones eminentes inmortales. Este es el único y el eficaz remedio contra la muerte. 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