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El señor Pérez NO publicó en Internet. Reverte no es el primer autor español que publica en Internet. Mucho antes lo hicieron otros escritores, no tan conocidos quizá. Algunos tenían en su haber premios literarios de esos que interesan a los periodistas durante un día y después se olvidan. No voy a citar nombres, para no hacerles publicidad, porque luego igual llega Arturo y dice que somos unos rastreros y unos vendidos, con esa maravillosa lengua incontenible que usa en sus artículos. En todo caso, les diré que algunos de ellos publicaron sus obras en Manuscritos.com. Y luego están -estamos- todos esos otros ignotos e ignorantes que llevamos años escribiendo y dibujando nuestras cosas para que otros las disfruten -gratis, oiga- en esta gran comunidad de la red. Por ejemplo, los colaboradores de El Cronista de la red Pero esto no es todo. Reverte (lo llamo así porque Pérezes hay muchos y quizá no sepan ustedes a quién me estoy refiriendo) no sólo no es el primer escritor español que publica en Internet, ¡ni siquiera ha publicado todavía en Internet! Reverte (o su editorial) lo que ha hecho es difundir, distribuir un libro aprovechando el sistema de la venta a distancia, o venta por catálogo, que para eso también sirve Internet. O sea, igual que si hubiera publicado en las páginas de los catálogos de Eroski, de Carrefour, de El Corte Inglés o del Círculo. Es como si uno de nosotros abre el buzón de su casa y se encuentra un capítulo del libro en cuestión metido entre las fotos de zapatillas y chandall por 12.995 (sólo en la Semana Fastuosa). Y consiga usted los capítulos completos, por 500 pesetillas de nada, si los adquiere antes de nuestra Campaña (bélica) de Navidad, para ello gástese una pasta en conectarse a la red desde su casa, iniciése con nuestra publicidad directamente en la red, pinche en las páginas de Adobe, bájese el Acrobat Reader, instáleselo en su ordenador, dénos su número de Visa (como, ¿aún ha sido capaz de sobrevivir sin la Sagrada Tarjeta?¿aún no ha experimentado el inmenso placer de rellenar un formulario con los dígitos rituales de su máximo talismán del Consumo cibernético?), y compre, compre, compre, compre, aunque luego no lo lea, da igual, total, si es incapaz de leer un mensaje de correo en pantalla, todo se lo imprime, y claro, chiquicientos folios por impresora es un lío, se pierden, se mezclan, se gasta toda la tinta de la impresora y hay que comprar más... Una receta para prevenir la confusión mental Claro que, los todopoderosos Medios de Comunicación de Masas, dijeron que era una maravilla, un paseo iniciático, pan comido y notición, con el chico ese, el Reverte, tan cercano a la gente, que hasta recomienda que pirateen el libro, eso sí, en plan Robín de los Bosques o Bandido Cucaracha, imprimiendo y pasando los folios a los pobrecitos que no se puedan permitir lo de Internet... Lo dijo, señores, suponemos, evidentemente, que previo pacto con el jefe de prensa y marketing (mercadeo es la palabra española) de la editorial. Editorial que, por cierto, pertenece a la misma Cosa que el periódico tal, la emisora de TV cual, la de radio, la de la cadena de librerías, el portal, la operadora... Ante este triste panorama, a mí me sirve en ocasiones preguntarme: si Vincent Van Gogh hubiera expuesto en vida una imagen de sus "Girasoles" en Internet, ¿los críticos, galeristas y coleccionistas se hubieran dado de leches por alabarlo, exponerlo y adquirirlo en ese momento?¿los periodistas hubieran pagado millonadas por llevar al pobre loco sin oreja al programa estrella de turno?¿hubiera recibido un Premio Príncipe de Asturias?¿de quién narices me está hablando, oiga? La Educación, de espaldas Estas situaciones no se darían si España, o sea, el Estado actual, dejara de ser un país de ciegos y tuertos avispados, que no sabios. Y para eso lo que no hay que hacer, desde luego, es destrozar aún más el Sistema (horror, qué palabra) Educativo. Que si unos minutos añadidos de Humanidades y de Matématicas solucionaran el problema, los que estudiaron en los años sesenta -entre ellos, los políticos actuales- serían ahora unos dignos intelectuales, y no lo son. No se trata de modificar el qué ni el cuánto, sino el cómo y el para qué, sin perder de vista quién enseña y quién aprende. Es absurdo considerar la Informática como un trozo de la Tecnología, es ridículo pensar que la plástica no sirve para nada en este mundo de imágenes, es de imbéciles creer que la sociedad es la misma ahora que hace cinco años, y que nuestros niños tienen el mismo futuro que tuvimos nosotros. ¿Es que nadie en el Ministerio ni en las Consejerías autonómicas ha oído aún hablar de comunidades alternativas, de proyectos solidarios, de globalización, de ecología, de arquitectura personal, de redes comunitarias, de tecnocultura, de ciberderechos y ciberdelitos, de creación interdisciplinar, de gestión del conocimiento? Nada, solución, la Lija del Ocho. Lean, lean ese artículo esclarecedor de Malatorre.com, y que cunda el ejemplo. Y además, entrevistamos a uno de esos escritores que publicaron en Internet antes que Reverte (A. de R.), Mariano Gistain. Los contenidos de El Cronista de la red, posibles gracias a los creadores que utilizan esta revista como medio de expresión, crecen y, quizá por aquello del solsticio invernal, se aproximan a la lírica y a los seres de otro mundo. Y es que ha sido "cosa de bruxas", porque nos hemos encontrado con dos colaboraciones enredadas, los relatos de dos autoras que sin saberlo ellas, dibujan un delicioso y delirante panorama en el que un texto finaliza con el título del siguiente: Marisa Lamarca y María J. Gutiérrez se llevarán una sorpresa, seguro. Os invitamos a leer Tres Poemas de Rafael Lobarte, que en esta ocasión nos ofrece una creación personal, además de continuar con su trabajo de traducción, en este caso, de un poema de Shelley. Un viaje al calor de Cuba es el que hace Luisa Miñana. No podía faltar la página visual: la serie de fotografía digital "Coches", de Malatorre.com, con la que culmina el trabajo empezado en la versión 2.1 de El Cronista. Y, por último, una página que algunos lectores echaron en falta en la versión pasada: Nuevas Miradas, el arte de los nuevos creadores, de los más pequeños, esos grandes artistas aún no contaminados por modas, modismos ni modalidades. En esta versión, tres dibujos y un poema. Ah sí, y feliz siglo, esta vez en serio, no de mentirijillas como el cambio de milenio que nos vendieron el año pasado. Chema Gutiérrez Lera El Cronista de la red |
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