2 palabra de Saramago en El Cronista de la red 5

Yo no tengo la culpa de que digan que soy un pesimista. Es cierto que, cuando me lo preguntan, digo que si lo soy, es en el sentido de que mientras que a los optimistas les parece que el mundo está estupendo, los pesimistas, al contrario, tienen esa idea de que si el mundo es malo hay que cambiarlo. Y el pesimista no querrá cambiarlo para peor, querrá cambiarlo para mejor, para ser un poco menos pesimista. Pero ahora yo ya no confirmo que soy pesimista. Los hechos son los hechos, independientemente de la mirada que uno tiene hacia un hecho determinado: si hay una mirada, pesimista u optimista, el hecho no se conmueve, el hecho es el hecho. Entonces dejemos de una vez de decir si soy o no pesimista, y consideremos los hechos.

Hay que reconocer que el mundo no está bien, porque una parte importantísima de la poblacion no está bien. Todos lo sabemos. No dudo de que esto pueda parecer bastante dramático, pero yo lo asumo como una manera de intentar hacer más claro mi pensamiento. Hemos podido enviar a Marte un aparato para saber cómo son las rocas de Marte, y todo el mundo dice:- "¡Qué maravilla es el ser humano, hemos sido capaces de llegar a Marte!".

¿A dónde hemos llegado? ¡Es que no hemos llegado a ninguna parte! Sí, hemos llegado a Marte, muy bien, pero ¿dónde estan las prioridades del mañana? ¿Tiene sentido enviar a Marte un aparato para saber cómo son las rocas de Marte, mientras en el planeta donde estamos todos, la gente sigue muriéndose de hambre? No tiene ningun sentido, y por eso llego a una conclusion inevitable: que es más facil llegar a Marte que resolver el problema del hambre en el planeta; es decir, es más fácil llegar a un planeta que está a una distancia enorme, que llegar a un semejante que está , suponiendo que son los de Africa, a unos ocho mil kilómetros, que hoy no es nada. ¿Esto es una situación verdaderamente humana? ¿Se entiende esto? Yo no lo entiendo, y entiendo menos esa especie de fatalidad que nos lleva a aceptar esto como si fuera normal. Es cómodo, la verdad es que es cómodo. Mientras yo estoy deslumbrado porque llegamos a Júpiter, a nadie se les ocurre pensar que la gente está muriendo de hambre. Africa es un desastre desde el sur hasta el norte.

Os voy a contar algo que es la pura verdad. La OMS pidió a los africanos que le presentaran un plan para disminuir la gravedad de las enfermedades más preocupantes. El país ha presentado un plan según el cual se necesitan cinco millones de dolares de subvención, con medicinas genéricas, en un plazo de catorce meses de trabajo. La OMS ha contestado: -"Nos parece estupendo, pero los cinco millones de dólares hay que gastarlos comprando medicinas a la empresa tal". Y con esto, en lugar de comprar medicinas genéricas que darían para catorce meses, los dólares se gastaron en seis meses.

En el mundo pasan cosas como ésta, miles y miles de cosas como ésta. Entonces, si la voz que cada uno tiene no se levanta para denunciar la arbitrariedad, la prepotencia... no vale la pena seguir pensando en que vamos mejorando. Probablemente sí se mejora algo, pero el problema que hay que plantearse es si tenemos o no tenemos modos y medios para resolver problemas que son históricos, que son heredados de las otras cavernas. Oí ayer que finalmente la FAO ha publicado un informe segun el cual ya se puede acabar con el hambre en el mundo, y lo ha publicado ahora. Me gustaría saber cuántos años van a pasar entre la fecha de publicación y cuando eso ocurra. Yo no estaré vivo cuando ocurra, si ocurre. Mucha palabra, mucho informe, mucha conversación, mucha reunión... parece que están resolviendo mucho y no están resolviendo nada.

Pesimista o no pesimista, el amor... sí, pero el amor es algo personal con nuestra pareja que se alimenta del respeto mutuo, pero eso no trasciende al colectivo. Vamos a imaginar que mañana sale uno y dice: -"Vamos a amarnos los unos a los otros". Eso ya lo han dicho, ya lleva dicho dos millones de años. Quizá sería mejor, en lugar de decir "vamos a amarnos", que dijéramos -y sobre todo si se aceptara y se cumpliera-, dijéramos "vamos a respetarnos los unos a los otros". El amor no es suficiente. Es importantísimo para mí, para mi mujer, pero el afecto que hay entre nosotros o entre Marta y su marido, o el amor del perro (un perro que hemos tenido, si todos los seres humanos fueramos perros, comenzando por mí...), el amor entonces es como una tabla de salvación, eso nos mantiene unidos, eso es cierto. El amor sí, pero no es suficiente.