De alumbramientos, máquinas y guerras tras las puertas del cortometraje español - 4-
Pero es el tercer aspecto el que convierte este cortometraje en una delicia especial, y no es otro que la maestría con la que Erice nos habla, por un lado, del paso del tiempo, y por otro, de lo inexorable de la muerte. Todos los sonidos que escuchamos a lo largo de los diez minutos de metraje y que no provienen de garganta humana y buena parte de las imágenes mostradas están al servicio de contribuir a esa sensación de paso del tiempo (ciclo de vida y muerte fantásticamente sugerido por las imágenes de una serie de elementos circulares - las esferas de los relojes, el reloj pintado en la muñeca del niño, los faros del coche, la cubeta del lavabo con el grifo que gotea filmado desde arriba, la forma del rosco que se prepara en la cocina - que ilustran esta idea de círculo, de ciclo, de principio y fin unido), todos ellos, sonidos e imágenes, acentuando lo rutinario, repetitivo, gradual, constante, rumor de la fugacidad del paso de los minutos, las horas y los días: el tictac del reloj del salón, el reloj de pulsera que el niño se dibuja en la muñeca (cuya hora, por tanto, siempre es la misma), el golpe repetido del martillo sobre la hoja de la guadaña, el goteo constante de un grifo mal cerrado, la repetitiva labor del trenzado de la cuerda (o de una vida), la acumulación de ceniza en el cigarro del abuelo que duerme, el ruido de la máquina de coser que está bordando el nombre del bebé en su babero, el cepillado de los zapatos por las criadas, el monótono segado de la hierba, la maniobra repetida de colocación de los naipes por el abuelo que hace el solitario, el balanceo del columpio, la respiración de quienes están durmiendo, el tendido de la ropa, la elaboración del postre. Todos esos indicativos del paso del tiempo se interrumpen en seco, súbitamente, cuando se descubre que el niño sangra y todos acuden corriendo entre angustiados y expectantes a ver cómo una de las criadas consigue cortar la hemorragia y cerrar la herida del cordón umbilical. En ese momento, cualquier sonido se somete a la melodía de una nana, una canción de cuna, una canción de vida, durante la cual el tiempo se suspende. Aunque, y ésa es la salvedad que hace Erice, la que en ningún caso se detiene, y como cierre del corto resulta sencillamente brillante, es la muerte, que se extiende como una amenaza latente sobre todos los habitantes de la casa, como una sombra, como ha sucedido con el recién nacido, en la forma de una mancha oscura extendiéndose por la ropa blanca de la cuna o, como premonitoriamente anuncia con la imagen de los restos del agua derramada del postre que, lentamente pero imparables, van empapando el periódico del 18 de junio de 1940 en el que aparece la fotografía de los sonrientes soldados alemanes a su llegada a Hendaya, mientras suavemente, como de puntillas, volvemos a escuchar el tictac del péndulo del reloj de pared del salón.
Alumbramiento, corto dirigido por Víctor Erice (2000)
Video suprimido por yuotuve sin ningún motivo
Y mientras Víctor Erice rueda magníficas piezas de cortometraje porque no encuentra apoyos para sus proyectos en la industria, la cinematografía española pierde el tiempo imitando a Hollywood, adaptando a la gran pantalla los modos y maneras de las series televisivas o adorando a ídolos prefabricados y sobrevalorados, forjados a golpe de promoción gratuita en medios generalistas. Está claro que las causas de la crisis crónica del cine español son complejas, globales y de difícil diagnóstico. Pero que Erice permanezca en el dique seco mientras se filma lo que se filma, se estrena lo que se estrena y se ensalza lo que se ensalza, es un claro síntoma de muerte cerebral.
LA REBELIÓN DE LAS MÁQUINAS
Acercarse al sugerente e inquietante mundo animado de Jossie Malis es una puerta abierta a la fascinación: desolados parajes en negro y rojo o amarillo o violeta poblados por tribus ignoradas, máquinas imposibles, divinidades impensables, falsos profetas, fenómenos atmosféricos providenciales, héroes valientes, ojos amenazantes que vigilan y controlan todo lo que acontece Un universo a la par tenebroso y esperanzador, oscuro e irónico (ese magnífico guiño del pagano toro de Osborne convertido en objeto de adoración cual idolillo cretense, ese vellocino de oro que deriva en piñata mexicana ), creado con gran inteligencia y brillantez formal, con un infrecuente virtuosismo visual y extrema pericia técnica que, relatando historias breves, aparentemente sencillas, que tienen el sabor de lo eterno, de lo ancestral, poseen una enorme riqueza narrativa sustentada en unas prácticamente inagotables posibilidades de lectura a varios niveles, desde el puro humor inherente en muchos casos a los trabajos de animación, más cercano a un sarcasmo sutil en algunos momentos y descaradamente explícito en otros, a la auténtica carga de profundidad no exenta de contenido filosófico consistente en una demoledora crítica a las falsedades de la sociedad moderna, a sus mediocres idolatrías soportadas en la publicidad, la memoria selectiva y la vaciedad intelectual, a sus insostenibles hábitos de consumo o al histórico uso que el poder ha hecho de los terrores y supersticiones colectivas como instrumento de control y dominación.
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© texto 2009 Alfredo Moreno
©2009 El Cronista de la red
Versión 19.0 - Septiembre 2009
El cronista de la Red número 19. Biografía, relato, fotografía, arte, dibujo, poesía, libros, traducción, nuevos creadores. Viaje, la historia, la arquitectura y la cultura