Un día de fiesta para los sentidos mARISA LAMARCA |
Hoy hemos tenido una de esas mañanas luminosas de domingo, las banderas ondeaban en la Torre del Trovador de la Aljafería movidas por una brisa que no incomoda. El aliciente añadido de este día es el de ser víspera de Semana Santa. ![]() Desde hace tiempo, al comienzo de cada temporada, nos vamos al mercadillo del Príncipe Felipe a chafardear lo que han traído de nuevo, y siempre cae algo. Para nosotras tres, amigas desde el colegio, es un rito que disfrutamos siempre. Vamos temprano y al alcorce, después de haber desayunado, a ganar una plaza para dejar el coche. El mercadillo es un mar ondulante de personas, adaptándose entre hueco y hueco. Por los pasillos que forman los tenderetes, se van oyendo las voces de los vendedores embolicando a la gente ofreciendo la mercancía, voces de otros países y otras culturas, cromatismo que se incorpora a la vista y que forma parte de ese museo viviente que es la calle. Después de rebuscar, probarnos ropa, zafarnos de empentones y arramblar con los chollos oportunos, cada una de nosotras con sus bolsas, satisfechas, nos vamos a tomar el aperitivo, que consiste siempre en una caña y una tapa de huevo relleno y gamba rebozados. Y entonces, sacamos nuestros tesoros y nos reímos de lo loquetas que estamos. Me he hecho para comer un arroz con rebollones, que tenía secos, y salchichas. No sé si éste habrá sido un buen año de setas, pero no recuerdo otro que haya comido tantas. Los he hecho con cebolla, ajo y vino tinto y una vez que lo han sudado, en el jugo que sueltan, he frito las salchichas y luego he echado el caldo y el arroz. Estaba buenísimo. La siesta me ha dejado nueva, y, decidida a perpetuar este día tranquilo y jugoso, lo he dispuesto todo: semanal del Babelia, botella de agua, disco de Billie Holiday, almohadas ahuecadas y dispuestas una encima de otra. Me he tirado en el sofá a chandrear y cuando llevaba dos páginas, se me ha ocurrido pensar en que algo faltaba para rozar la perfección: PIPAS, las que redondean una tarde o calman la ansiedad, depende. que, me he puesto las deportivas y una sudadera y me he lanzado a la calle. De camino a la tienda de frutos secos, me han asaltado y no sé por qué, unos textos de Pascual Rodrigo que leí hace mucho: "Discernir lo esencial y adecuar el paso a ello es una clave general para todo". la salida de comprar, y aún rumiando esas palabras, en el contenedor de basura del supermercado de debajo de casa, he distinguido a una anciana rebuscando. A lo que he llegado a su altura se ha girado hacia mí. En foto fija se me ha quedado su expresión y una manzana que llevaba en la mano. Para aliviarme, el subconsciente me ha traído a la mente las noticias de esos viejos excéntricos que piden o rebuscan sin necesidad. Como no ha dado resultado, he pensado en volver y darle dinero, pero sabía que nada lo podía remediar, que me lo tenía que tragar tal cual. He llegado a casa, he soltado todo y me he puesto a escribir, a meditar. 16 de marzo de 2008 |
© texto 2008 Marisa Lamarca |
© 2008 El Cronista de la red
Versión 17.0- Junio 2008