Londres 1

Pase de fotografías londinenses realizadas por Rosalía Calvo y Miguel Vicente © 2008


¿Qué tal por Londres?

rOSALIA CALVO


    HOLA.!!! ¿QUÉ TAL POR LONDRES?

    MUY BIEN.!!! ¿HABLAS INGLÉS ????


Este es el típico diálogo que se repite después de un viaje a Londres y sólo a Londres. Si acaso, se repite cuando vas New York (pero aquí te dicen: todo el mundo habla español, hay muchos emigrantes), pero jamás cuando vas a otros sitios te consultan si sabes noruego, finlandés, holandés, etc. Yo también pensaba lo mismo, lo confieso, creía que sin saber inglés me perdería en la maraña del aeropuerto de Heathrow para siempre, y antes de mi viaje repasaba los foros para saber cómo llegar (por cierto, hay cantidad de gente comentado el tema). Bueno, pues, no sólo no me perdí, sino que he regresado nuevamente y volveré todo lo que pueda: ME ENCANTA.

Nuestras vidas están llenas de tópicos: los ingleses son sosos, poco amables, no tienen interés., bla,.bla.bla. Ya tengo suficientes años para saber que son eso: tópicos. Me he resistido durante 30 años al viaje, a pesar de que repasaba el contenido de sus museos en mi mente, con la envidia que me corroía cada vez que alguien volvía de Londres, pero lo pasaban tan mal, tan mal, (si no hablas inglés imposible, de manera tajante) que yo me limitaba a acudir a las exposiciones de sus fondos en otros países. ¡¡¡Jamás pensaba ir !!!

Y al final, hay que decir que es un bulo. Después de dos estancias de una semana en Londres, en todo momento la gente se ha comportado de una forma bastante amable en todos los sitios -claro, relacionados con el turista típico, no vamos ni a trabajar ni a conocer el idioma-. Siempre hay alguien que habla español, si no lo encuentras, lo buscas que estará por ahí. Otro bulo: es imprescindible el metro. Mentira, los autobuses funcionan de maravilla y te permiten ir a todos los lados con las tarjetas: TravelCard u Oyster.

Creo que la riqueza de facetas es inagotable : naturaleza, museos, gentes, compras, arquitectura con mayúsculas, modernidad, mercadillos, gastronomía, musicales, teatros, la literatura y la riqueza histórica, etc. Pero a mí me han sorprendido dos cosas.

La primera, que se puede pasear tranquilamente sin agobios, disfrutando de las iglesias góticas o neogóticas, de los jardincillos, de los adosados, las plazas en curva, los canales, la arquitectura sencilla de ladrillo rojo, como si no fuera una gran ciudad y, a su lado, la arquitectura de la regencia, de casas armoniosas y limpias con sabor a helado de vainilla, por las que acaban de pasar un plumero blanqueándolas. Todo esto proporciona el descanso que necesitas cuando vas de viaje a relajarte. Las grandes ciudades, a pesar de que nos gusten, agotan hasta la médula, pero ésta no.

Londres
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© texto 2008 Rosalía Calvo

© fotografías 2008 Rosalía Calvo y Miguel Vicente

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© 2008 El Cronista de la red

Versión 17.0- Junio 2008