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Si esta tarde me tumbo en la arena
y descarto que este metro sesenta y cuatro
y estos 53 kilos son míos
(los hago ajenos)
y me miro en secreto
con los ojos de otro
puedo descubrir que, quizá,
la vida,
para la gente como yo,
no sea más que mirar.
Tomar distancia de las emociones
y esconderse de las aventuras;
del viento que desordena los papeles
y hace volar las sombrillas de esta playa
en la que me miro.
Si estos labios resecos y estos dedos arrugados
no me pertenecen,
si son una postal imaginaria,
entonces lo tengo claro:
prefiero mirar a vivir.
No soy tan valiente
como para elegir lo contrario.

     (Autora: Carmen Ruiz)

© texto 2007 Carmen Ruiz