EL CINE EN ZARAGOZA pOR Alfredo Moreno |
Entre las grandes ciudades del cine en España, Zaragoza ocupa sin duda un lugar preferente, por el gran catálogo de profesionales del sector que han nacido en la ciudad (como Eduardo Jimeno, Florián Rey, José María Forqué o José Luis Borau, por citar algunos), por la cantidad de espectadores que cada semana aporta a las pantallas, y sobre todo, por el buen número y calidad de las salas de cine y de cine clubes que desde principios del siglo XX abrieron en la ciudad y que perpetuaron durante décadas una amplia y diversa programación, vulgarizada ahora con la llegada en tromba de los multicines insertos en centros comerciales y la actual crisis de cierre de las salas tradicionales. Desde la invención de los artilugios precursores del cine, como los zootropos, estroboscopios, dioramas, cosmoramas, y sobre todo, la linterna mágica, con una sede fija y proyecciones periódicas en pleno Paseo de la Independencia, la sociedad zaragozana está habituada a acudir a este tipo de rudimentario espectáculo audiovisual que será un elemento educativo esencial para que el público vaya acostumbrándose a la llegada del cine. Durante la segunda mitad del siglo XIX ha habido en Zaragoza una eclosión de los locales y actividades dedicados al ocio, con gran aceptación de espectáculos de toda clase, una oferta amplia y variada que englobaba la ópera, la zarzuela, el género chico, las variedades, la revista y, con gran éxito, el baile, y que ha generado en los habitantes de la ciudad un hábito y un gusto por acudir a lugares de encuentro y espectáculo. Esta gran oferta motivará que muchos de los locales de ocio promuevan una gran versatilidad, alternando varias de estas manifestaciones artísticas con la reciente llegada del cinematógrafo, como el Teatro del Gran Casino de la Exposición Hispano Francesa de 1908. En 1896, Eduardo Jimeno Correas, padre del cine español y primer zaragozano ligado a una larga cadena de profesionales y amantes del séptimo arte abre el primer salón de cine de Zaragoza en un cálido mes de septiembre. Este empresario de barraca de feria descubrió en el Cinematógrafo de Lumière una atracción singular y con posibilidades para sus atracciones, y finalmente en el Paseo de la Independencia abre el primer salón estable de proyecciones cinematográficas de la ciudad, aunque ese mismo año en el Teatro Principal ya se habían mostrado algunas películas escasos días después de la llegada del invento a España. La primera sesión tiene lugar el 14 de septiembre, costando la entrada una peseta en palco preferente y cincuenta céntimos en el gallinero, y consta de ocho breves películas de los hermanos Lumière. Sólo los periódicos El Diario de Zaragoza y La Derecha se hacen eco del evento, aunque pocos días después el cinematógrafo y el anuncio de sus proyecciones tendrán presencia continua en la prensa diaria. Jimeno abre también un laboratorio de fotografía en la Posada de las Almas, en la calle de San Pablo, donde presuntamente revela la película Salida de misa de doce del Pilar de Zaragoza durante las fiestas de 1896, fecha ésta discutida por los expertos y que más bien se sitúa en 1899. En ese mismo 1899 se inaugura ya el "Salón Variedades", situado en el Paseo de la Independencia, en las cercanías de la calle Cádiz, que ofrece proyecciones de películas con continuidad, aunque desde 1910 tendrá que alternar esta actividad con la programación de zarzuelas y actuaciones musicales para asegurar la rentabilidad del espectáculo. Desde 1905 abren salas de cine estables, algunos de ellos entre los primeros de toda España, como el "Novelty", el "Cinematógrafo Coyne", en la calle de San Miguel, o el "Palacio de la Ilusión", en la calle Estébanes. Durante los primeros años del siglo XX aparecerán nuevas salas, como los cines "Alhambra", - de curiosa decoración neoárabe, realmente singular para un cine, - "Ena Victoria", en el Coso, famoso por su estilo modernista y su recargada decoración, "Farrusini", o el "Salón Doré", también de estilo modernista reformado más tarde en Art Déco y reinaugurado años más tarde como "Dorado". Salas todas ellas, con mejor o peor fortuna, pero que en conjunto hacen que a finales de los años veinte, cuando nace el director José Luis Borau, el cine sea el primer espectáculo de la ciudad, el que reúna más espectadores y el que más espacio ocupe en la prensa y la publicidad diarias, superando al teatro y dejando prácticamente sin espacio en Zaragoza a otras manifestaciones como la zarzuela o la ópera. |
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Versión 15.0- Septiembre 2007