![]() JOSÉ LUIS BORAU, un hombre de cine -8 |
![]() Estos son sus momentos de mayor reconocimiento, pero sigue manteniendo sus trabajos a un ritmo espaciado y con gran nivel de exigencia ante los proyectos que se plantea, lo cual le lleva a estar varios años sin dirigir de nuevo una película. Con todo, en la segunda mitad de los setenta irá alternando la dirección (la estupenda La sabina, de 1979, también escrita y producida por Borau, una historia repleta de pasión incontenible en la que las ingentes temperaturas de una calurosa Andalucía sirven de metáfora al deseo que un escritor inglés, interpretado por Jon Finch, en España tras la pista de un compatriota desaparecido, siente por una joven racial y ardiente, espléndida Ángela Molina), la producción (In memoriam, de Enrique Brasó, 1977), la escritura de guiones (Camada negra, dirigida por su amigo Manuel Gutiérrez Aragón en 1977, drama de un joven quinceañero enrolado en un grupo de ultraderecha encabezado por una seductora mujer; El monosabio, de Ray Rivas, dirigida en 1978, un drama taurino de espontáneos y viejos fracasados) y de nuevo la actuación (Sonámbulos, de Manuel Gutiérrez Aragón, sobre la protesta de un grupo de actores por la liberación de presos anti-franquistas, o Cuentos para una escapada, dirigida por Jaime Chávarri en 1979). ![]() Las dificultades de la propia industria y los discretos resultados de las películas que ha producido, motivan que su siguiente obra no llegue hasta 1984. A pesar de que el resultado es más que aceptable, recibirá un gran varapalo por parte de la crítica, y el escaso funcionamiento en taquilla le provocará a la productora serias pérdidas económicas. Río abajo, nuevamente escrita, producida y dirigida por Borau, rodada en Estados Unidos con David Carradine y Victoria Abril como rostros más conocidos es una historia de frontera con tipos duros y violencia, y constituirá, además de una experiencia de rodaje agotadora, un serio fracaso económico, aunque de pronta recuperación gracias al éxito de taquilla que será años más tarde la siguiente película de Borau, Tata mía (1986), que él mismo escribe y dirige, con Imperio Argentina al final de su carrera interpretando a la mentora de una mujer que, tras largos años de encierro, se marcha del convento en el que ha vivido. La película no gusta a la crítica, pero sí al público, y da a Borau un respiro que, una vez más, no tiene continuidad. ![]() />Serán diez los años que habrá que esperar hasta ver una nueva película de José Luis Borau en las carteleras. Es un director "a la antigua", con gustos muy personales a juicio de los productores, que buscan fórmulas más convencionales con el menor riesgo y la mayor rentabilidad posible, más ligadas a los gustos de un público que cada vez acude menos al cine, y muy poco a ver cine español. Durante ese tiempo Borau colabora como actor en Malaventura (1988), de Manuel Gutiérrez Aragón, en Todos a la cárcel (1993), reciente clásico de Luis G. Berlanga, o en Ilona llega con la lluvia (1996), película del colombiano Sergio Cabrera según la obra de Álvaro Mutis, y dirige y escribe, junto a Carmen Martín Gaite y Elena Fortún, la exitosa serie de televisión Celia (1993). También vuelve la vista a su antigua afición literaria, y publica en 1990 un ensayo cinematográfico sobre la olvidada y enigmática figura de Henry D'Arrast, cineasta vasco-francés de éxito enorme en la primera etapa del cine sonoro, "el cineasta que dio un papel de villano a Charles Chaplin", como escribió Cabrera Infante, y que sirvió de inspiración a Paul Auster para la historia de "El libro de las ilusiones". Esta vieja conjunción de pasiones, el cine y la literatura, llevan a Borau a crear por esa época una editorial de libros de cine, "Ediciones El Imán", que ha editado, entre otros, los libros "Cazador blanco, corazón negro", de Peter Viertel, o "El imperio Bronston", de Jesús García Dueñas. ![]() Pero durante estos años, la actividad que acapara la atención de Borau es la presidencia de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, a la que accede en 1994, en principio para sólo dos años, pero que abandona en 1998. Entre sus logros, los actos de celebración del centenario del cine en España, que, con buen criterio, Borau lleva a su Zaragoza natal, cuna de la primera producción cinematográfica española, Salida de misa de doce del Pilar de Zaragoza, en 1896. La festividad coincide con el nuevo estreno de Borau, Niño nadie, extraña historia en la que un profesor escapa de una pequeña ciudad de provincias hacia la capital para poner en práctica las enseñanzas de un muy particular predicador, que pasa desgraciadamente sin pena ni gloria para la crítica y el público. |
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© texto 2007 Alfredo Moreno |
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Versión 15.0- Septiembre 2007