Peregrino. Emilio Jio Gil.

Cronista

Peregrino sueña miedo Peregrino sueña miedo


     Papel y boli para reflejar el grito de un niño, una curva trazada con tinta en una súplica silenciosa para el lector casual.

     Para el navegante de las líneas, para archivar por el cronista, cerrado el libro, el círculo, que no se oiga nunca más, sin título ni destino.


     El hombre adulto, Peregrino, había sido bueno toda su vida, incapaz del mal, trabado en una actitudad moral de un camino del pensamiento.

     ¡SE ACABO!

     Su llanto silencioso debía cesar, pero sólo estaba en su mano poner el remedio.

     Recordaba un libro sin título infantil el secreto deseo de la alegría de la esencia. Libros infantiles, ambiguos misterios.


     Dio un beso a su mujer.

     BESO

     -¡Adiós cariño, me voy otra vez!


     Ese día Peregrino no fue a trabajar con su maletín y su cuaderno envuelto con celofán a las altas oficinas de la ciudad.

     Se salió de la calle marcada en su destino y llegó por el hilo conducido, el que el cronista había tejido en su sueño, hasta la tienda de un mercachifle que le ofrecía placeres sin límite ni sexo.


     -¿Qué desea usted, caballero?

     -Como todos, y persiguiendo una fantasía de un libro infantil, deseo "Esencia de sueños".

     SUEÑOS AMBIGUOS. SUEÑOS DE MISTERIO. LA ARAÑA TEJE. EL CRONISTA ARCHIVA. EL SOÑADOR CREA VIDA.

     -Eso no es posible señor

     -Esencia de sueños, de vivos o de muertos, más placenteros que el sexo, más destructivo que la guerra.

     -Señor, los niños son sueños, no peligra su cordura porque ya navegan por la locura. Pero su cabeza pensa en hipotecas y baratijas, su liberación será dolorosa y completamente aniquiladora.

     -No me importa ser destruído, ni siquiera en el estado de consciencia, sólo ser reconocido entre las letras de un libro.

     -Peregrino, usted vende su alma al diablo cronista. Aquí tiene su mercancía, no le volveré a ver... ¡HASTA NUNCA!


     Peregrino cogió el frasco que le tendía el mercader a cambio de una de las divisas del poder.


     Ahora con 72 años y disfrutando de su casita del campo que la jubilación le había otorgado, sin sueños ni pesadillas, Peregrino dormía.

     En un cajón, escondido, tiene guardado "Esencia de sueños".

     Viejo y arrugado, por las canas amenazado, todavía no se atreve a consumir el frasquito de la esencia de la vida, y que en cierta ocasión un mercachifle le vendió en una tasca de baratillo.


     Peregrino morirá y será enterrado en el desierto.

Peregrino

Ilustración de Chema Lera © 2007: Ver ilustración a mayor tamaño

Imagen del cuaderno original donde fue escrito el relato por Emilio Jio Gil


© 2007 Emilio Jio Gil

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Versión 14.0-Abril 2007