"En el Remolino". José Antonio Labordeta. Anagrama, 2007. |
Más de treinta años después de que viera la luz esta obra, se ha vuelto a reeditar, y esta vez, corregida, revisada. con un título diferente y una nueva estructura. A principios de los setenta, fue presentada a un certamen literario como Cada cual que aprenda su juego. No salió ganadora porque, según dijo José Antonio Labordeta en su presentación, "ninguno de los miembros del jurado quería acabar en la cárcel" Y es que esta novela social y política es la historia de los habitantes de un pueblo en los albores de la Guerra Civil española del 36, en la que al estallar la contienda, se desatan los demonios que toda la población ha venido acumulando a lo largo de los años en forma de odios, rencores y miedos. El abogado que ejerce de juez, toma la iniciativa de perseguir a los dos proletarios del pueblo, el albañil y el herrero, que han huido al monte al no tener noticias del alcalde que ha ido a recabar información de los últimos acontecimientos políticos a la ciudad y sospechar que ha sido fusilado. Sin embargo, hay un cambio significativo de roles en el pueblo: D. Luis, el juez, es desautorizado, los agentes de la guardia civil se ponen, por indicación del terrateniente Rufas, a las órdenes del hombre más violento del pueblo, Severino, que decide unilateralmente que las cosas se van a hacer en el pueblo como él quiera, con la ayuda de su pistola. El objeto de su rencor no es político, es el prestamista, Braulio, que en los últimos tiempos se ha ido haciendo con el patrimonio de los demás con usura y lo ha hecho tanto por salir de la miseria como por venganza por el trato recibido de sus convecinos. A todos les ha venido prestando y todos responden a una cuando la caza del prestamista empieza. Da lo mismo que la información que les llega con respecto a la guerra sea real o no, el pueblo entero presiente que las cosas han cambiado y que en lo sucesivo nada va a ser igual. Entonces, se desata una violencia que a todos contagia, viéndose uno a uno sumergidos en esa vorágine, "en el remolino" del que nadie puede escapar. Esa violencia pretende resolver rencores y agravios del pasado aunque, pasado el momento, hasta el propio cacique se pregunta asombrado cómo han podido llegar tan lejos. Todos la ejercen, incluso los más moderados lo hacen a su manera. La hermana de Braulio, el usurero, que ha sido siempre sumisa y también maltratada por éste implacablemente, se desentiende de él cuando sabe que es perseguido por el pueblo entero; el herrero y Pascual, los proletarios, la sufren y la ejercen en respuesta al miedo y a la desesperación. Magníficamente estructurada, comienza por el final de la historia con la voz del prestamista que, en forma monologada, nos va contando su vida y su agonía. Así, el autor va otorgando la palabra a los diferentes personajes para que nos vayan relatando su visión particular de los acontecimientos. Con habilidad, describe los balbuceos de aquéllos que, asombrados, se encuentran cara a cara con la muerte, las idas y venidas de la mente loca en los momentos de máxima tensión, el embrutecimiento de los seres y la ausencia de cualquier consideración de estas gentes para con sus semejantes. En esta novela, de tan solo 129 páginas, se nos habla del lado oscuro del ser humano, de esa otra cara que todos tenemos y que ninguno de nosotros se atreve a enfrentar, pero que cuando la situación se nos escapa de las manos, vemos con estupor cómo toma carta de naturaleza. Sin piedad, nos enfrenta a unos personajes que podemos reconocer como si de seres reales y actuales se tratase, a pesar de las diferencias espacio-temporales. La violencia, el rencor, el miedo, la sordidez y la agresividad están representados tan magistralmente, que cuando has terminado de leer este libro, la impresión de su fuerza dura mucho tiempo. Marisa Lamarca, 2007 © |
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Versión 14.0-Abril 2007