Cuatro Cubro el mar, recorro la arena que resiste sus avatares y embestidas, y en el horizonte difuso de la tarde unas huellas revelan mi destino. Llegar a ti, desde el rincón oscuro donde rehago mis palabras, encontrarte en el último respiro que el atardecer guarda, todo es el milagro de la espera por el que mi corazón camina. Alondras de pequeños pasos y largas escapadas, tus pies persiguen el universo y los astros mientras la noche se hace eterna, mano a mano en la caricia. © 2007 Texto, Fernando Sarría/ Fotografías, Miguel Angel Latorre |
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Versión 14.0-Abril 2007