En este conjunto de trabajos llevados a cabo para el mercader y consejero real Juan de Lasala, Morlanes se encargó primordialmente de las labores constructivas de la casa, del cubrimiento de la capilla y de la mazonería del retablo de San Miguel. Juan de Salas hizo buena parte de la imagenería del retablo, a excepción de las figuras del banco, obra de Moreto. La idea general, la concepción intelectual de la capilla de San Miguel correspondió en este caso a Juan de Moreto, quien se reservó la hechura completa de la gran y magnífica portada de piedra, que firmo con su nombre y el de su patrono, junto a la fecha de terminación: 1523. Es una portada muy bella, de decidido aire norteitaliano, de gran claridad constructiva, desbordante fantasía decorativa, dúctil equilibrio iconográfico entre un mensaje de raíz religiosa y otro de carácter político. La casa de los Lasala-Bonet sufrió desgraciadamente muy pocos años después un incendio que la destruyó en buena parte. En la actualidad existen allí dos bustos, uno masculino y otro femenino, que parecen corresponder a los engargantes y dueños de la casa, salvados del fuego y del tiempo. Frente a esta acumulación de encargos, a partir de 1524 las noticias sobre trabajos de Morlanes se ralentizan. Pero la situación económica de Morlanes a su muerte, en 1547, era lo suficientemente buena como para deducir que sus ingresos no menguaron en todos esos años. Lo que sucedió, muy posiblemente, es que sus ocupaciones en las obras de la Acequia Imperial le llevaron la mayor parte de su tiempo a partir de 1529, cuando se comenzaron. Anteriores a este año son algunos otros trabajos. Pronto se había afianzado su labor como tracista o ideador de trazas y estructuras arquitectónicas reales o falsas. Así, el 10 de febrero de 1522 entrega las trazas para el sagrario de un retablo al mazonero Miguel de Cariñena. Debemos pensar que los sagrarios eran piezas que recibían un especial tratamiento y su diseño servía para aplicar muchas veces fórmulas y proporciones vanguardistas. Entre 1524 y 1527, Gil Morlanes se emplea en una serie de encargos, todos ellos por desgracia desaparecidos. Sabemos que en 1524 trabajaba en un retablo de alabastro para la capilla que costeaba, en la iglesia del monasterio femenino de Jerusalén de Zaragoza, doña María Pérez Calvillo, viuda de de Juan de Coloma, secretario del Consejo Real. Desconocemos en qué más se empleó Morlanes hasta que el 9 de diciembre de 1526 contrata con los parroquianos de San Nicolás, de Zaragoza, la construcción de la mazonería del retablo mayor y la imagen titular del mismo. El resto del retablo sería de pintura. Los pagos de este trabajo se dilatan en el tiempo hasta más allá de la fecha de la muerte del escultor y arquitecto, ya que sus hijos los estuvieron recibiendo hasta el 11 de septiembre de 1550. La obra, al igual que las dos de las que hablaremos a continuación, fueron destruidas durante el asedio del ejército napoleónico a la ciudad. En 1523 había fallecido el vicecanciller Antonio Agustín. Su viuda, doña Aldonza Albanel, estaba desde entonces amueblando la capilla familiar en el monasterio de Santa Engracia. En septiembre de 1524 parece que estaban hechos el retablo y la reja. Su ejecución corrió a cargo del imaginero Pedro Laguardia y el acto de visura final lo realizó Gil Morlanes. Dos años y medio más tarde, en mayo de 1527, éste mismo daba por concluida la sepultura del vicecanciller. Todo ello igualmente se perdió en Los Sitios, aunque de la sepultura quedan conservados unos restos inconexos en el Museo de Zaragoza. Templete y columnas en la Iglesia del Portillo de Zaragoza. Una obra singular y especialmente significativa fue un templete de alabastro y madera realizado por Gil Morlanes para la iglesia del Portillo. Se lo pidieron para que albergara la imagen de la virgen, y Morlanes realizó una maqueta previa para la que contó con los consejos del excelso imaginero Damián Forment. Tenía planta rectángular y tres cuerpos o pisos, sobre gradas. El primer de ellos se sustentaba sobre cuatro columnas de alabastro. En el Museo de Zaragoza se guardan dos de ellas. El resto del monumento era de madera. El segundo cuerpo, igualmente rectangular, estaba delimitado por cuatro columnas esquineras y paramentos abiertos con ventanas. El último cuerpo se hacía poligonal para sustentar un cierre en media naranja. Los vanos de este último cuerpo se dibujaban en medio punto, mientras que en el piso inferior eran adintelados. Consta que las dos columnas conservadas entraron en el Museo de Zaragoza el 10 de marzo de 1867, procedentes de la Iglesia del Portillo, y por ser de alabastro y por las medidas que presentan siempre se ha pensado que correspondían al templete edificado por Gil Morlanes. (4) HERNANSANZ MERLO, A. Columnas talladas, procedentes del Santuario de Nuestra Señora del Portillo. En Escultura del Renacimiento en Aragón. Catálogo de la exposición realizada entre el 22 de marzo y el 20 de junio de 1993 en el Museo de Humanidades Camón Aznar de Zaragoza. Pp. 20-21. ![]() |
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