Al leer en el relato este párrafo percibimos una serie de informaciones y efectos de sentido que permiten elaborar un significado, los sentidos de la categoría semántica que configura la enunciación trazan una red de figuras ligadas entre sí: "tiempo", "eternidad", "sólo la veía, la veía, la veía", "hazañas dedicadas a ella", "armadura de hierro", "lanza", "estas épocas habían pasado", "combates entre caballeros", "lugares con aspecto de estadio de futbol", figuras o unidades de contenido dispuestas en un orden determinado que, como se puede apreciar, establecen entre ellas relaciones que instauran un campo semántico que bien se le puede dar el nombre unificador de "origen histórico-filosófico griego", que incluiría, además, la fuente de la historia metafísica y literaria de Occidente. Sin embargo esta metáfora de origen no ha volcado todavía todo su sentido, lo irá haciendo conforme vaya remitiendo a otras metáforas de origen con lo que ella misma se pone en representación, en perspectiva, volvamos al relato: Los curas hablaban todo el tiempo del peligro encerrado en las mujeres. No obstante, por la mujer, la muchacha detrás de la ventana, él estaba dispuesto a arrostrar todos los peligros, para no mencionar la imposibilidad por parte de ella de encerrar algún peligro. Una imposibilidad tan grande como la de llegar a hablarle. Sólo era la muchacha detrás de la ventana [ ] ¿Cuál podía ser el espacio de su encuentro? En los ensueños sobre ese encuentro siempre había un obstáculo infranqueable y esa oportunidad feliz terminaba en desastre. Quizá los maestros tenían razón y la realidad mancha hasta la imaginación cuando la imaginación se dirige a objetos indebidos (el énfasis es mío). ¿Acaso lo que leemos en esta cita no lleva a recordar el mito de Orfeo y Eurídice? Como Orfeo, Diego está dispuesto a arrostrar todos los peligros por la mujer, por Carmen, aunque sabía que existía la imposibilidad de llegar a hablarle y en sus ensueños sobre su posible encuentro, siempre había un obstáculo infranqueable y esa oportunidad feliz terminaba en desastre; como Eurídice, Carmen era la muchacha detrás de la ventana. La metáfora de origen ("origen histórico-filosófico griego") ha reflejado otra metáfora de origen ("Orfeo y Eurídice"), va volcando su sentido conforme remite porque la mise en abyme trascendental o metáfora de origen además de ser punto de concentración es centro de difusión, su "irradiación es tal -afirma Lucien Dällenbach (18)- que, como piedra en las aguas tranquilas, da nacimiento, sin desperdiciar energía, a una multitud de círculos concéntricos que en torno a él gravitan". Los dos primeros círculos (el doblete señalado arriba) son recolectores del espacio y del tiempo, los demás, como se viene advirtiendo, parten de este movimiento concéntrico. Volvamos al relato: Al masturbarse en su cuarto, ella nunca era la protagonista, su presencia hubiese anulado sus ensueños prohibidos. En cambio, a oscuras en ese mismo cuarto, sí pensaba en ella y era como un muro manchado de rojo por el sol tras la ventana y era mucho más distante que las estrellas siempre a la vista por la noche y era, sobre todo, su secreto, un secreto que guarda celosamente. Imposible imaginarse hablando con ella [el énfasis es mío]. "Oscuridad luminosa", "masturbarse (placer)", "sol", "noche", "oscuridad", "secreto", "imaginación" "ensueños prohibidos", "luna", todas estas figuras ¿aluden al arte y a la poesía como arte de la palabra que rescata la función originaria del lenguaje? Considero que sí, trataré de explicar a continuación en qué me baso para esta afirmación. En sus inicios, la cosmogonía griega expresó la experiencia de ensoñación en el hijo de Zeuz y Leto: Apolo (19), el dios del sol, de la luz, el que dispone la bella apariencia del mundo secreto de la fantasía, en los gestos y miradas de Apolo hablan el orden, la represión, el racionalismo, así como el hechizo y la sabiduría de la apariencia, unido a su belleza. Cuando toda esta fuerza de Apolo es desplazada aparece su opuesto, el hijo de Zeus y Sémele: Dionisio, el dios de la oscuridad, el que ocasiona que se desaten todas las pasiones, el frenesí sexual, la embriaguez; bajo su sortilegio se restaura la unión entre los seres humanos y la naturaleza. Toda esta oscuridad luminosa con la que sueña Diego encierra estos "dos" mundos o "instintos artísticos" que apunta Nietzsche, quien agrega que: Aunque difieren esencialmente en su naturaleza y en sus fines respectivos, Apolo se eleva ante mí como el genio del principio de individuación, único que puede realmente suscitar la felicidad liberadora en la apariencia transfigurada; mientras que, al grito de la alegría mística de Dionisio, el yugo de la individuación se rompe y se abre el camino hacia las causas generatrices del ser, hacia el fondo más secreto de las cosas. Para el filósofo alemán, como para García Ponce, la creación artística surge de la unión entre dos fuerzas: Apolo (el intérprete de los sueños, la representación, la apariencia [la-cosa-en-sí], el límite, el orden, el día) y Dionisio (la voluntad, la pasión, la ilusión, el deseo, la libertad, la noche), de este apareamiento surge la obra de arte: Ella era sólo la muchacha tras la ventana y no salía nunca [ ] Si ella sólo existía tras la ventana, la única imagen real era ella tras la ventana [ ] ¿Sabría dónde estaba la casa de él? ¿Sabría algo de él? Ser una imagen, sólo una imagen. Insuficiente. Ella no era sólo una imagen: esa imagen era todo [ ] Sólo creía en una imagen tras la ventana, aunque de esa imagen supiese menos que de cualquier otra. Una noche lo supo: sus ojos eran café oscuro, casi negros por las pestañas. Pudo comprobarlo apenas la vio en el mismo lugar y a la misma distancia de siempre. Los ojos café oscuro, negros por sus pestañas, estaban fijos en él. Un día, vio salir a una mujer de edad de la casa. Se subió a un automóvil y desapareció. El día y la noche. Nada más [ ] En cambio, no sabía lo que ella pensaba, lo que ella sentía. "No seas estúpido. Su presencia en la ventana prueba algo". La vio en la calle cuando menos lo esperaba. Lejos de su casa; lejos de la escuela de él; lejos de cualquiera de sus caminos habituales. Podía no haberla encontrado. Sin embargo, ahí estaba: sola y en la calle. [ ] por lo pronto era sólo una imagen total. La muchacha tras la ventana sola en la calle y frente a él. Ella había dicho: -Yo soy Carmen. Él había dicho: -Yo soy Diego. (18) En El relato especular (Madrid: Visor, 1991). (19) El lugar donde se desarrolló el culto más importante al dios Apolo fue en el templo de Delfos, célebre por su oráculo. Este templo era considerado el centro del mundo. |
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