Naimisa |
"Un maestro, busco un maestro, esa frase entre nosotros, salvando la un maestro, busco un maestro, esa frase entre nosotros, salvando la">
Su voz era un milagro. Cuando cantaba la raga de la luz,todas las lámparas de la habitación se encendían inesperadamente, cuando cantaba la raga del agua, empezaba a llover. Cada uno de sus gestos era una invocación. Quizás por ello a las pocas semanas de su llegada enfermé. Mi corazón
estaba agitado como el de un pájaro herido. Perdí el hambre y la capacidad de meditar. Todo se llenaba de ella, el miedo se apoderó de mí. A menudo
soñaba con su cuerpo mojado bajo un sari. El sari tenía el color del sol y en sus brazos corrían mil delgadas pulseras que tintineaban mientras bailaba. Bailaba con los ojos cerrados, una esmeralda resplandecía en su frente. Y era tan terriblemente hermosa que al despertar sólo deseaba su cuerpo, sus
labios, su silencio lleno de matices. Sin embargo, abría los ojos y la veía a mi lado, dormida, con el rostro iluminado, de tal forma, que temía que mis
manos pudiesen mancillar su pureza. Tanta contradicción me torturaba. Y esa tortura me impedía ser el maestro que ella merecía. Pero nunca hubiese
tomado la decisión de alejarme de ella, de pedirle que dejase nuestra casa, de decirle que no podía seguir siendo su maestro. La amaba, como hasta
entonces sólo había amado a Dios. Sentía que debía renunciar a uno de los dos. Era un deber ridículo que nadie me infringía. Una mañana, tras la puja.
(N.d.A.): Naimisa es el nombre del bosque sagrado donde se recitó por primera vez el Mahabharata. © 2006 Silvia Martínez Rovira |
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