Las Moradas de Eros ValeAhora ya que apenas queda nada del profundo dolor que me has causado, he de decirte sólo finalmente que voy a tomar de ti esta venganza dulce y cruel, cruel y dulce al tiempo; que huella alguna que tú dejes sea comparable a los versos que abandono así, a medio hacer, en loor tuyo: "¡Qué pena, ay, que nuestro amor acabe aun antes de empezar!" Y estos otros que no ha mucho esbocé sobre tu cuerpo: "En la penumbra de tu pecho asoman dos ascuas turbadoramente inquietas, y en la cálida noche de tus muslos la más radiante y sonrosada aurora". © 2006 Rafael Lobarte |
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