Las Moradas de Eros. 11

por Rafael Lobarte.

Cronista

Las Moradas de Eros

Vale

	Ahora ya que apenas queda nada
del profundo dolor que me has causado,
he de decirte sólo finalmente
que voy a tomar de ti esta venganza
dulce y cruel, cruel y dulce al tiempo;
que huella alguna que tú dejes sea
comparable a los versos que abandono
así, a medio hacer, en loor tuyo:
"¡Qué pena, ay, que nuestro amor acabe
aun antes de empezar!" Y estos otros
que no ha mucho esbocé sobre tu cuerpo:
"En la penumbra de tu pecho asoman
dos ascuas turbadoramente inquietas,
y en la cálida noche de tus muslos
la más radiante y sonrosada aurora". 

© 2006 Rafael Lobarte

Amorcillos

Inicio

Ir a portada cronista

© 2006 El Cronista de la red