Las Moradas de Eros Segunda anacreónticaSe ha mi amor enfadado y no quiere ya verme. A sus pies yo me postro y, al rasgar mis vestidos, la ceniza derramo por mi cana cabeza y también por mi boca implorante de besos. ¡Nada alivia mi pena! ¡Nada endulza mi llanto! Ni apurar tan siquiera el licor que me ofrece ese numen risueño que se embriaga de pámpanos y se cubre de yedra. No consigo olvidarte, aunque seas tan sólo bestezuela egoísta que si gozo no encuentra cuando yace a mi lado, desatiende a las súplicas y cruel me abandona. © 2006 Rafael Lobarte |
Seguir leyendo: Epigrama ![]() |
Inicio |
© 2006 El Cronista de la red