Las Moradas de Eros 2 A ti¿Por qué has venido ahora a perturbar con tus luces mi pretendido sosiego? ¿Quién eres tú? ¿Qué me quieres? Andaba yo consolando el hastío inevitable de no haberte conocido, con un cielo misterioso y un rumor de antiguas voces, dulce fruto que llevarme lentamente hasta la boca; y no dejaba empero de sentir cómo la muerte había alzado su oscuro campamento entre las ruinas vanas de unos vanos sueños, breves túmulos de arena. Y aunque sepa que otra cosa no eres tal vez que el último y por ello el más triste de todos mis desengaños, resplandece en tu hermosura cual breve y rojo cometa que pase enarbolando en la noche su estela tan dolientemente amarga. © 2006 Rafael Lobarte |
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