Un disco-vida de Joan Manuel Serrat.

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Por Luisa Miñana

El pasado mes de abril Joan Manuel Serrat publicó su último álbum, , un auténtico disco-vida, como ya he dicho en otro lugar (pandeoro.blogia.com), con canciones en catalán, idioma en el que no grababa desde hacía 18 años (Material sensible). Prácticamente todas las crónicas del momento coincidían en comenzar con este dato. También se ponían de acuerdo en destacar las propias palabras de Serrat, en la rueda de prensa de presentación del disco, en el sentido de que por ser éste un disco en catalán y de "factura artesanal" no podía merecer los primeros lugares de los escaparates mediáticos. Quizás sea así, no le he prestado demasiado atención al decurso del último trabajo del "noi" en las listas de ventas. Aunque Serrat acaba vendiendo siempre muchas copias de sus discos, no sólo de sus trabajos últimos, sino de todos sus trabajos, en buena medida vigentes desde hace casi cuarenta años. Y de todas formas, eso no nos importa demasiado a los que escuchamos con fidelidad, no exenta de juicio crítico, su música.

Desde mi punto de vista, Serrat, como todos, ha tenido altibajos. Para mi percepción y gusto personal hay una época dorada: la de J.M. Serrat, Mediterráneo, Miguel Hernández, Antonio Machado, Res no es mesquí (un maravilloso y poco nombrado disco en catalán sobre poemas de Salvat Papasseit donde aparece el mejor Serrat de siempre, sensible, cultivador de la alegría, la nostalgia y la hermosura), Piel de Manzana. Luego, como sucedió un poco con casi todos los cantautores nacidos al mundo de la canción entre los años sesenta y setenta, Joan Manuel Serrat tuvo que buscar nuevos caminos y en esos años ochenta a mí me parece que se producen bastantes titubeos, que adelgazan un poco su producción discográfica (En tránsito, Cada loco con sus tema, Fa vint anys que tinc vint, El sur también existe, etc). Aunque en cada uno de esos discos hay canciones para guardarse adentro y volverlas a soltar de cuando en cuando. Después, a partir de los años noventa, me vuelven a gustar más sus trabajos: Sombras de la China, Tarres Serrat, la apuesta de Serrat Sinfónico. Y éste de 2006 me ha devuelto a las sensaciones que yo he experimentado cuando Serrat me ha conmovido más. Creo, sin dudas, que es un disco redondo. Y muy pegado a este tiempo que vivimos -Serrat siempre ha ido con su tiempo-, por muy artesanal que lo consideremos. Eso sí, es un disco exigente, no es un disco fácil. Es un disco bello y es un disco que concentra sabiduría vital.

es el nombre menorquín e íntimo de la ciudad que en castellano llamamos Mahón, capital de Menorca. Una ciudad particularmente querida por Serrat. He de reconocer que en estos meses de escuchar el disco ya he desarrollado mis preferencias. Siento especial debilidad por la misma , por Perdut en la ciutat, por Cremant núvols, por Plou al cor y por El mal de la tarongina. Todas me parecen exquisitas, tiernas, sabias, acompasadas de sal y azúcar. Plou al cor es una joyita, con toda su melancolía y su seria aceptación. En Perdut en la ciutat los compases musicales saltan ansiosamente al unísono de una letra tan triste como cómica, con la comicidad del desesperado, o sea un punto cruel. Cremant núvols es el mismísimo Mediterráneo (¡ay la "Santa Mandra del Migdia! en las lentas primeras horas de las tardes del estío). El mal de la tarongina, cuya letra está hecha al alimón con Manuel Vicent y sabe a "Son de mar", la novela del escrito levantino, es también el propio Mediterráneo estallando en primavera y es una canción cuajada de hermosísimas imágenes, con una música que evoca los colores de los fuegos artificiales. Y ¡historia, paisaje, personajes! pintados a sueltos, pero atinados, trazos: el puerto, el talallot, los barcos, los antiguos piratas, las costumbres cotidianas que vienen desde la historia de la ciudad, el invierno, el cerdo sacrificado, la primavera con el tomillo que alcanza el mar, la música, la fiesta del verano y su alegría, sus bebidas, su bullicio, las leyendas a las que recurrir cuando se anuncia del otoño y hay que recogerse... Tanta vida.

Señalo estas canciones, porque son de las que más me emociona hablar. Pero qué decir de Capgrós, dedicada al amigo muerto, el guitarrista Josep María Bardagí. De la Mala mar, -con letra del poeta Joan Margarit-, entrañable retrato de una puta, en el que Serrat rinde homenaje a estas mujeres. De Fugir de tu, donde la música popular asciende en la producción de una pieza gozosa de esquizofrénica vitalidad. De El teu angel de la guarda, dedicada por Serrat a su hija Candela, y que luce de bellísima puesta en escena. De Ja tens l'amor, con su fragilísima ironía sobre el gozoso encadenamiento. De Si hagués nascut dona, reconocimiento para la historia de todas las mujeres, nacidas en los años de la posguerra española, castigadísimas por la pacata moral y los duros trabajos. De Res al ras: ¡pura sorna catalana, nen!, pura metamorfosis de la palabra que refleja las transformaciones de cada cual en el tiempo y en la vida. Tanta vida.

No he querido olvidar ninguna canción, porque no sería justo. Disco recomendable ciento por ciento, que viene acompañado además de un Dvd con temas en directo y comentarios del autor. Le han acompañado en la aventura el fiel Ricard Miralles y Josep Mas, que han hecho los arreglos. El propio Miralles ha tenido a su cargo la dirección musical y el piano, Kitflus los teclados, David Palau las guitarras, Víctor Merlo el bajo y Roger Blavia las percusiones. Al disco lo han empaquetado en una elegante y bonita piel de cartón, con la portada reproduciendo una acuarela de Manel Anoro.

Dijo Serrat de este disco que es "sonoro y cacofónico!". Que es "un disco de viaje porque la mayoría de las canciones las he escrito durante la última gira, trabajando en teatros y hoteles o entre Barcelona y Mahón, entre las actuaciones. También es un disco posoperatorio porque todo sucedió después de mi enfermedad". Tanta vida.

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El mal de la tarongina

Más información sobre y Joan Manuel Serrat en la web de Sony Music

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