Del amor y de la ausencia Me hiere la noche con tu nombre de piedra, mientras me acerco a ti, olvidado del mundo, buscando el regreso al adarce invisible de tus manos. ¿Qué cadencia de mi cuerpo y de mi sombra? Te he ansiado en los albores de los días, lejano, ensimismado en luchas y batallas e iluminado por falsos oropeles, cuando desnudo ante el espejo la soledad era el único destino y tú seguías presente en el susurro, rozando mi piel con tu recuerdo. Llego a ti, golpeado por el viento que en la noche me asalta y me condena y abandonado en la penumbra por los azules fulgores de los astros. Tus manos me abren su regazo como un océano recibe a todas sus mareas, dando a mi verbo el color derramado en el camino y a mi cuerpo la savia y el deleite que nace en la melodía de nuestro encuentro. © 2006 Fernando Sarría |
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