Como un Juego, si pudiera...

     La conversación se puso densa cuando él le preguntó sobre sus ansias. Entre ambas inteligencias, la pasión revoloteaba y una fiebre sin fin dejaba ver el deseo de caricias y de besos ancestrales. Había transcurrido un mes, antes del encuentro, horas y noches desveladas, en la vigía de los sueños, en la espesura de las tinieblas, ellos, esperaban. Uno al otro.

     Ya frente a frente, el suspiro se esparció y el aroma contuvo sus alientos. Pero, el temor volvió y con fuerza brutal resquebrajó el cristal enardecido de aquellos sueños.

     Un cigarrillo, dos, una mirada, dos; una piel, dos; un recuerdo, dos; una promesa; dos. Y él indagaba sobre sus ideales. Y ella, solamente podía mirarlo con los ojos húmedos y anhelar que la abrazara. La respuesta, aquella tarde, fue no, lo siento.

     ¿Adónde van a parar los besos solitarios? ¿Y qué de las alucinaciones que cruzan el fuego del espíritu y clavan su aguijón en la vísceras, y luego, se mantienen en el olvido? ¿Qué hay del frío y del calor en el encierro de lo desconocido? ¿Cuántas víctimas ha de cobrar el incienso de la imaginación? ¿Adónde van los besos que sin llegar han partido?

     Si pudiera, como un juego entre cimientes y espesuras, respondería, amigo, si pudiera...

© 2005 de los textos, Mónica Maud *

De Cuento
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