Por Juan Solo, © 2003 contralasespinacas@yahoo.com.mx Debían ser las cuatro, no podía ser otra hora. Esta sólo podía ser la cuatro. La apariencia de esta hora la reconocía de sobremanera. Densa oscuridad e intensas entrelíneas de luz amarilla reflejándose en el pavimento, en las ventanas, en su revista ... |
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