BOLTAÑA (Huesca)

Castillo de Montearagón. Silueta.

Boltaña es símbolo de la personalidad de las tierras del Viejo Aragón: antiquísimos orígenes históricos, convivencia y superposición de culturas, desde la celta a la cristiana, y presencia viva de la leyenda y la mitología.

La etimología de su nombre resuena con ecos celtas. Los romanos la llamaron Boletum o Municipium Boletanum y en una inscripción epigráfica encontrada en Coscujuela de Fantova se puede leer "L. Valerius Maternus boletanus". Terra Boletana vendría a significar en la lengua celta "tierra bella" o "bello país" (según Jesús Castiella, en Diario del Altoaragón, 9-11-1997). La herencia celta aún no se ha perdido del todo, y el folklore aún vivo ha bebido de estos orígenes. En Boltaña se conservan antiguas danzas, que en Aragón se llaman "Palotiaus", con música celta. O palotiau de Boltaña lo bailan 16 danzantes, acompañados de un mayoral y un repatán, nombres aragoneses para designar algo parecido al jefe de la tribu pastoril (mayoral) y al último en incorporarse, aprendiz de pastor o fámulo. El 25 de enero, el 14 de septiembre y del 21 al 25 de agosto, festividades locales, puede contemplarse el palotiau.

A los pobladores indoeuropeos siguieron los hispanorromanos, afiliados a la tribu Galeria, que fijaron aquí la capitalidad de la Boletania. Se han encontrado restos arqueológicos correspondientes a esta etapa en la llamada Era del Prior.

En época musulmana dispone de ceca propia y se configura como una fortaleza para la que el Califa Abderramán III nombra gobernador a Amrus ibn Muhammad entre los años 899 y 918 y a Musa en el 940. El cronista árabe Al Razí la describe en el siglo X como una "ciudad fuerte, bella y bien abastecida"

Boltaña y su castillo (Huesca)

En el año 941 es una población conquistada ya por los cristianos, por tropas del rey pamplonés García Sánchez I. Sobre el castillo de origen musulmán, en el siglo XI se construye otro en la cima del cerro escarpado a cuyos pies se desperdiga el poblado primitivo. Tuvo recinto amurallado, torre hexagonal y portalón semejante al del Castillo de Loarre. El rey Sancho el Mayor encargó el cuidado de la fortaleza a Ximeno Garcés entre los años 1023 y 1031, y a Ximeno Iñiguez, en 1030. Ramiro I de Aragón dió la tenencia del Castillo a Sancho Galíndez durante el periodo de 1036 a 1080. Hasta finales del siglo XII Boltaña tuvo gran importancia en el Antiguo Reino de Aragón, llegando a acuñar moneda, pero su protagonismo comenzó a decaer a partir de la fundación de Aínsa en 1124. El rey Alfonso V protagonizó un hecho que demuestra la férrea voluntad de los habitantes de Boltaña, así como algo que a lo largo de los siglos es característico de los aragoneses: el respeto de los reyes por los derechos y las reclamaciones del pueblo (que en muchas ocasiones se plasmaría en la defensa de diversos fueros o regímenes locales especiales, aunque no en el caso de Boltaña). El hecho es el siguiente: El rey Alfonso concedió el señorío de Boltaña a Juan de Bardaxí, pero la villa reclamó e insistió en contra de esta donación. El monarca terminó por ceder, revocó la concesión en octubre de 1430, y la villa volvió a depender directamente de la Corona, prometiendo el rey no volver a enajenarla.

Hoy los recuerdos de antiguas épocas revolotean por las angostas y empinadas calles de traza medieval, en las que se arrejuntan caserones de piedra, con volados aleros de madera, balconadas y puertas típicas de la vivienda rural aragonesa. Las umbrías calles suben hasta una plaza presidida por la Iglesia de San Pedro, gótico aragonés del siglo XVI levantada sobre una construcción del XIII. Más parecida a una pétrea fortaleza, destaca en ella un torreón de forma hexagonal irregular. Merece la pena visitar su interior para contemplar la sillería del coro, procedente del Monasterio de San Victorián (XVI), de una sóla hilera de asientos completa y rícamente labrados en madera con escenas figurativas y vegetales.

Bajo el casco antiguo, junto a la carretera que conduce a Broto y Jaca, ha crecido el barrio nuevo, con modernas construcciones, residencias de recreo y serivicios turísticos.Todo el valle está regado por el cercano río Ara, y la frondosidad y el color verde son los elementos más notables del entorno de este antiguo pueblo aragonés.

O CASTILLO D'AS BRUIXAS

(EL CASTILLO DE LAS BRUJAS)

En la cima del cerro sobre el que se asienta Boltaña se yerguen las ruinas del castillo. Quizá hoy ya no, pero años ha sirvió el Castillo como conventículo brujeril, y en su dependencias las Bruixas iniciaban sus oscuros ritos y se untaban el cuerpo con pócimas mágicas que les permitirían volar lejos, a los lugares abiertos de los montes cercanos, donde celebrarían sus akelarres. Así lo relató Lucién Briet, y lo transcribió Henríquez de Salamanca ("Por el Pirineo Aragonés, rutas del Sobrarbe y la Ribagorza"):

"En la Edad Media, los restos del castillo de Boltaña disfrutaron, a la vez que el de Brocken, del privilegio de servir de lugar de reunión a las brujas que, montadas en sus escobas, volaban desde allí hasta las cimas de Cotiella y el Turbón, donde Satanás recibía su corte, con el fin de dedicarse a bailar los sábados".

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