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Tiempo de oscuridad y misterio:
bruxas, fadas y o lupo

Segunda parte del artículo de Chema GutiérreZ-Lera publicado en diciembre de 2000 en la cadena de periódicos comarcales de Aragón "La Crónica de..."

Muchos poderes maléficos se desatan en estas fechas. Se piensa que las bruxas pueden campar a sus anchas en Nueibuena, pues "de las doce a la una anda la mala fortuna". En las casas entran por las chamineras en las que no arde la Tronca, o en las que no hay una cruz dibujada en las cenizas o las tenazas abiertas sobre el calibo; en otras son capaces de penetrar a dar el mal por el estrecho agujero de la gatera, convertidas en gatos negros o en liebres, y sacar por allí al bebé raptado. En esa noche, en muchos pueblos, las bruxas-gato han saltado al cuello de las caballerías y, año tras año, han desangrado lo mejor de la cuadra, clavándoles uñas y dientes. Algunos han tenido la suerte o la picardía de hallar al causante, y han molido a palos al gato. Y al día siguiente se han dado de bruces con la realidad: la anciana de la casa se ha levantado de la cama llena de moratones y magulladuras tras su desgraciada aventura nocturna.

Las iniciadas en las oscuras artes de la brujería, saben que en la Nueibuena tendrán que sacrificar un gato negro, y sacarle los dos ojos. Luego los conservarán en lugar seguro hasta la noche de San Chuan. Con ellos saldrán a las encrucijadas para convertirse en bruxas si son capaces de superar las duras pruebas. Otras bruxas y bruxones tratarán de invocar al Diaple y se atreverán incluso a realizar sus hechicerías en la iglesia durante la misa de Gallo, depositando polvos de murciélago incinerado en el altar y bajo los corporales. En un carrascal que hay entre Rodellar y Las Almunias, en la Sierra de Guara, las bruxas te saldrán al paso si te atreves a cruzarlo en la Nueibuena. Se convierten en gatos y en fuinas, y se plantan delante del caminante, con el pelo erizado y bufando.

Presencia de la muerte y del misterio. El lupo, el lobo, es el símbolo del invierno. Es el cazador del frío, el único que mantiene su fuerza en los meses invernales, que recorre las montañas y congela los corazones de las gentes con sus tristes aullidos. En torno al hogar, las historias del abuelo van desde las del portal de Belén y los pajaricos resucitados por el Niño Dios, hasta las leyendas de los Omes Lupo, o las del Lupo de la Cuesta, que se atreve a llegar hasta las puertas y llevarse a los más pequeños, o las de Mauro, el Pastor de Lobos, capaz de lanzar a la manada salvaje contra el rebaño. O cuentan relatos como éste:

Una Nueibuena de hace muchos años, un montañés regresaba a casa. El camino estaba cubierto de nieve. Al llegar a un paso entre dos peñascos, notó una sensación de miedo, sin motivo aparente. Intentó seguir adelante, pero el pánico le atenazó y decidió dar un rodeo. A la mañana siguiente regresó al lugar. En torno a la peña descubrió las huellas de un lobo enorme. Sin verlo, el sexto sentido que los montañeses poseen con relación a este fantástico animal, le había avisado del peligro. Ese lupo que esperaba en las peñas, probablemente era el espíritu de la Loba de la Montaña, condenada a encontrar un pastor que no le tema, para poder descansar definitivamente en paz".

Otro grave riesgo se cierne sobre los habitantes de las montañas aragonesas en la Nueibuena: las Fadas d'os Ibons, las Hadas de los Ibones. Los ibones, como es bien sabido, son el hogar de seres feéricos que reciben diversos nombres: fadas, lainas, moras, donas d'aigua. Es un hábitat sagrado, de ahí que subsista el tabú de no escupir ni arrojar piedras en él. Las fadas se encuentran solas en el fondo de sus ibones, de sus moradas gélidas. Por eso tratan de atraer al caminante, y cantan con voces mágicas, como las sirenas. Porque no es tiempo de viajar por el Puerto hacia Francia, la desgracia acecha en la noche del solsticio. Las Fadas d'os Ibons aparecen sobre la superficie, recitan sus encantamientos y caes en sus redes irremisiblemente, desapareces para siempre bajo las aguas negras.

Nueibuenas blancas

Como véis, la Nueibuena no era tan blanca como la pintaron en las películas. En la memoria de nuestros antepasados, permanece la lucha omnipresente entre las oscuras fuerzas del mal y las del bien, tan incomprensibles y sobrenaturales las unas como las otras. Su primitiva fe, no obstante, les permite creer que si dejan encendida la Tronca de Navidad cuando acuden a las "tres" misas de esa noche (sólo ha pervivido la del Gallo), la Señora y su Hijo entrarán en sus casas para calentarse y secar los pañales.

Y luego queda la esperanza de que en la Nueibuena nazcan niños y niñas. Serán personas especiales, porque tendrán Almas Blancas o Espíritus Fuertes. Estarán dotados de un poder innato contra el Diaple y los seres maléficos, combatirán el Maldau de bruxas y bruxones, serán saludadores y sanadores.

Después, la luz del sol irá ganando terreno paso a paso a la oscuridad. El invierno se diluirá entre niebla y viento, la calidez inundará campos y árboles, cosechas y frutos, como un mar verde de primavera. Pero esta será ya otra historia, será la historia que se repite un nuevo año. Y el anciano estará de nuevo allí, para contársela a los nietos, como siempre ha hecho.

©2000 Texto e ilustraciones Chema Gutiérrez Lera
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