Sin embargo, hasta una época reciente estas amenazas poblaban el paisaje habitual e infestaban bosquecillos y cavernas. No podías salir al jardín a desenterrar unas cuantas zanahorias sin correr peligro de convertirte en banquete de un grifo o de que la alabarda de algún gigante practicara contigo la vivisección. ... - Pero yo creo que los duendes ya han desaparecido y los magos con ellos. ¿Por qué? -Es el tiempo, querida mía, la tragedia del tiempo. Todo el mundo recuerda un tiempo en que la magia omnipotente lo guardaba de todo mal: la época de la infancia. Una época que nos marcó con la imagen de unos seres que poseen todo el poder del mundo, unos seres a los que llamamos padre y madre. Su protección mágica dura tan sólo hasta que la superamos. Recuérdalo: cuando tenías diez u once años ya habías superado a tus dioses familiares, los cuales habían quedado reducidos a la mera condición de padre y madre, personas que se encargaban de pagar facturas y a las que se hacía preguntas que no sabían contestar. ¡Lástima de dioses derrocados! Perderlos supone un trastorno espantoso. -Por esto, según tú, ya no tenemos magia, ¿verdad? -El mundo la aniquila o por lo menos lo intenta. Más que abandonarnos, lo que hacen los magos es marchitarse. ... -Me encantaría que volvieran. La vida no se ha hecho más soportable por el simple hecho de haberlos eliminado. |
Del libro "El retorno de Merlín", de Deepak Chopra