Aragoneria > Techumbres y Artesonados Españoles
Autor: Francisco Javier Mendivil Navarro Fecha: 19 de octubre de 2023 última revisión
En el castillo de Santa Coloma de Queralt (Tarragona) había un techo, de estructura plana, decorado, que consideramos como el mas antiguo de todos los techos de tal forma, entre los varios que hay en Cataluña (lám. 1). Este techo, simple y bello, fue descompuesto y adquirido para la colección Maricel, de Sitges. Data del año 1365. El fondo de su pintura es azul de ultramar, si bien obscurecido por los años. Tanto sus cuatro jácenas como las cajas que se extienden a lo largo de los muros de orientación encontrada, y como las vigas, tiene por único decorado, bandas con las armas de la noble familia Perelló (que dio esposa a Pedro VI de Queralt), las cuales llevan pintadas tres pequeñas peras. Las dimensiones de este techo son 6,10 x 3,80 metros.
Como ejemplar trecentista de techo plano catalán debe ser citado también uno que se conserva, si bien deteriorado, en el castillo de Peratallada, de la provincia de Gerona (lám. II). Don Francisco de Bofarull, en su monografía sobre Gilaberto de Gruilles (señor feudal que fue de dicho castillo), transcribe un << Inventario de los bienes muebles del castillo de Peratallada a últimos del siglo XIV>> (27 de noviembre de 1395, según una nota adicional en el ejemplar que hemos consultado), y en este inventario se habla de una camera nova pintada, que será seguramente la sala en que se conservan los restos de la techumbre polícroma. Esta es la causa de que hayamos considerado esta obra como de fines del siglo XIV, pues el calificativo nova, con que la sala es designada, indica que en 1395 su construcción era reciente. Según el plano del castillo, reproducido en L´Arquitectura Románica a Catalunya, la sala de la techumbre plana es efectivamente nueva, es decir, posterior a la sala románica y a la torre. Mide 9 x 7,30 metros y está dividida en dos partes por un arco cuyo grueso es de 0,55 metros. Los espacios limitados por el arco y los muros quedan partidos, dejando dos amplias artesas para cada mitad de la sala, por cajas de sección trapecial, de igual altura que las vigas. Hay de éstas veinticuatro en una y otra parte del gran arco, y su sección es de 0,20 x 0,10 metros. Se apoyan sobre las vigas tablillas horizontales de 0,30 x 0,18 metros, con sus tapajuntas. Los colores dominantes son el verde para las vigas y el rojo para el fondo de los plafones, que contienen dibujos blancos, negros y amarillos. El arco es ornamentado en negro, rojo y sepia. Son difíciles de apreciar los dibujos de este arco por lo muy deteriorados (lám. III)
Una notable techumbre plana construida en el siglo XV, era la del claustro del antiguo convento de Montesión, de Barcelona, descompuesta en 1833 en que fue derribado el edificio. Hizo una copia de este techo el pintor Agustí Rigalt, gracias al cual hemos podido conocer que en él ya se adoptó para la decoración la figura humana. En los plafones inclinados de la cubierta del claustro de Montesión aparece la dorada roseta de abolengo mozárabe (fig. 6), con aguiluchos de estilizados miembros que la flanquean y se destacan en blanco sobre un fondo obscuro. Idénticos temas adornaban las vigas en blanco fajadas por zonas que llevaban en sus caras laterales flores de lis. En la cara inferior, en el segmento que corresponde a cada zona, había figuras de santos a todo color. Los largueros iban adornados con motivos de la flora ornamental, en verde, blanco y rojo; y estos mismos colores resaltaban en los motivos florales, alternativamente diferentes, del plafón del fondo.
!-- *FIGURA 6 -->La Casa Lonja de Barcelona, construida a fines del siglo XIV, por Pedro IV de Aragón, tiene un techo plano (apoyado sobre arcos) en su sala de contratación, techo mediocre en cuanto a valor artístico y restaurado en el siglo XVIII, cuando se amplió el edificio. Poca variedad de temas ornamentales ofrecen los techos decorados de la Casa de la Ciudad barcelonesa, coetáneos del de la Lonja.
Parece ser un coro antiguo de la catedral de Tarragona la dependencia de su sacristía, donde se conserva una techumbre plana, bellamente decorada (láms. IV a VIII). En ella, por uno de sus cabos se apoyan las vigas en la Pared y por el otro descansas sobre un arco rebajado. Junto a este arco quedan todavía fragmentos de peldaños que serían seguramente de la escalera que servía para subir al coro, siendo el maderamen de la techumbre el que originaba el piso. El espacio limitado por el arco, el muro paralelo y los dos muros laterales miden 6,82 x 3,95 metros; el grueso del muro sostenido por el arco es de 0,45 metros. Apóyase el arco en sus arranques sobre ménsulas con las figuras esculpidas, alteradas por varias capas de pintura. El entramado del techo está constituido por diez vigas ( de sección = 0,25 x 0,17 metros), sobre las cuales se apoyan largueros dejando plafones de 0,56 x 0,43 metros. Como en otras techumbres análogas, en los espacios que dejan las vigas entre sí, hay, junto a los extremos, grandes cajas limitadas por planos inclinados. Descansan las vigas, en ambos lados, sobre ménsulas de piedra esculturada que representan cabezas humanas. El decorado de esta techumbre está constituido por motivos de flora ornamental alrededor de escudos alternativamente abaciales y con la cruz de Santa Tecla, excepto algunos fragmentos de viga que llevan pintada fauna realista y fantástica, y hasta figuras humanas. En la viga más próxima a uno de los muros mas cortos, hay una inscripción de la cual hemos logrado descifrar estas palabras
BLAEN : TOR : MAESTRE ... E IPOCRAS
De casi iguales dimensiones y de idéntica estructura que el anterior es el techo de la iglesia de la Sangre, de Alcover (Tarragona), que sostiene, como aquel, un coro. Sus motivos decorativos – de un verdadero valor artístico tanto por la fantasía como por la forma y el carácter – son extremadamente varios: flores, pájaros, ángeles, bustos de un rey y una reina aparejados, guerreros y centauros (láms. IX a XII).
Además de los ya mencionados, pertenecientes a edificios públicos, hay en Barcelona techos planos policromos, en mansiones particulares. En la antigua casa del Marqués de Llió, de la calle de Moncada, se conservaron, hasta fines del año 1919, restos de policromía en una rumbosa techumbre de su sala principal. Los motivos ornamentales de sus plafones y vigas eran entrelazados, en su mayoría. En alguna viga habla también ciertos elementos de fauna mas o menos fantástica. Sus colores dominantes eran sepia, bistre y dos tonos azules; para perfiles y retoques, el negro y el blanco; escasamente fue usado allí el carmín. Es lamentable que al ser reformada la antigua vivienda para destinarla a domicilio social del << Ateneo Obrero de Barcelona >> fueran embadurnados, con la pintura general, los escasos fragmentos de policromía que quedaban. Basándonos en éstos, nosotros compusimos la perspectiva de conjunto de la lámina XIII, por encargo del << Repertorio IConográfico >> de la Exposición de Barcelona.
Bien conservada y primorosamente restaurada bajo la dirección de su actual posesor el anticuario don José Dalmaú, es la techumbre de su casa de la calle del Obispo, y se mantiene también en muy buen estado la de la casa llamada dels Canonges (en la calle de la Piedad), hoy ocupada por el Foment de les Arts Decoratives; M ambas en Barcelona. La segunda es un ejemplar de motivo sencillísimo en amarillo claro y tierra siena, con listones fajados alternativamente de blanco y negro (lám. XIV). La sala que esta techumbre cubre es de dimensiones reducidas; 7 metros de largo por 4,60 metros de ancho en la paralela media, pues su planta tiene forma de trapecio.
El patio del Palacio de D. Jaime II, en el Monasterio de Santa Creus, tiene una galería formada por arcadas ojivales y cubierta por un artesonado policromo, sembrado de escudos de Aragón y de Sicilia, de una manera muy equilibrada (lám. XV).
En una de las salas del castillo de Vulpellach, en el Ampurdán, se conserva en una viga adosada a la pared esta inscripción, en caracteres blancos sobre fondo negro:
EGO: SVM: QVI: PECAVI: ET: EGI: INIQVI: OBCECRO: DÑE: NE: AVERTAS: MANVS: TVAS: COTRA: ME: 1533: MIQVEL SARRIERA
La fecha indicada en esta viga puede inducir a conjeturas sobre la época de decoración del castillo ampurdanés y sobre el techo decorado que hay en una pequeña habitación (7,28 x 4,50 metros en planta) de su segundo piso. Este techo está formado por dieciocho vigas de 0,35 x 0,10 metros de sección, encima de las cuales descansan los plafones de 0,30 x 0,30 metros con sus tapajuntas. Decoran las vigas, longitudinalmente, rayas amarillas y encarnadas, y estas rayas quedan interceptadas por faja con ornatos florales alrededor de las armas de la familia Sarriera y de otro escudo con una Torre, como motivos alternantes. Los plafoncitos tienen, centradas, pequeñas estrellas blancas. La tapajuntas se destacan en rojo, con retoques verdes y blancos (láms. XVI y XVII).
Techo plano policromado lo es también uno del castillo de San Ginés de Vilasar, en la costa catalana, castillo propiedad del señor Marqués de Barberá y de la Manresana. El techo de Vilasar, tanto de estructura como de dimensiones es casi igual al de Vulpellach – mide 7 x 4,30 metros- y sus plafones contienen una sencilla circunferencia lobulada inscrita en un octógono. El motivo heráldico dominante, es la campana negra sobre el fondo blanco. Sus colores: negro, carmín y encarnado (lámina XVIII).
En la Casa de la Ciudad de Vich y en la sala llamada << de la Columna >> hay un techo, que data de principios del siglo XV, dividido en dos partes, casi iguales entre sí, mediante una jácena que se apoya, en su punto medio, sobre una pilastra ochavada. Descansan sobre dicha jácena vigas de 0,28 x 0,15 metros, en número de veinte, adornadas con los correspondientes tapajuntas. El color dominante en este techo es el color rojo, como fondo de elementos florales en verde y carmín, retocados con blanco Negro y amarillo. Abunda en él, como motivo heráldico, el escudo de la ciudad de Vich (lám. XIX).
En la casa rectoral de La Floresta (Lérida) se conserva uno de los pocos ejemplares de techo según un tránsito del estilo gótico al estilo renacentista, que hay en Cataluña. Cubre una sala algo irregular (de 5,98 x 4,30 metros como dimensiones medias) con tres jácenas de sección 0.18 x 0,10 metros. Los espacios que el entramado de jácenas y vigas deja libres, fueron ornados con plafones de yeso realzados por francos tonos púrpura y azul, y enriquecidos con dorados. Jácenas y vigas llevan grutescos de influencia italiana, dibujados en negro y con retoques blancos (figs. 7 y 8).
Hasta aquí hemos descrito los techos planos de Cataluña; cúmplenos ahora recordar otros techos planos existentes en otras regiones que formaban parte del Antiguo Reino de Aragón, como son el Aragón estricto, Valencia, y Mallorca.
En Aragón tenemos, ya en el siglo XIII, una bella y abundantemente decorada sala en el castillo de Alcañiz. En esta sala, además de las pinturas de los muros, es históricamente importante el techo plano con motivos ornamentales en color, de factura muy ingenua y muy simple (lám XX).
Desde esta época, el techo plano polícromo se usó en las iglesias y palacios de la región aragonesa, siendo un notable ejemplar, que data del siglo XV, el de plafones lobulados y temas decorativos declaradamente mudéjares que existió en la << Judería >> de Teruel, y ahora emigrado de España. Este techo estaba dividido por dos grandes vigas, e iba ricamente policromado al temple sobre fondo de oro. El edificio de ja << Judería >> había sido en otro tiempo Alcázar real, y por eso figuraban en su ornato los escudos de Aragón, de Sicilia, de Teruel y de la casa de la Luna (lám XXI y fig 9).
En la iglesia de Santa María de Maluenda (Zaragoza) hay una bellísima techumbre que sirve para sostener el coro. Se distingue de las techumbres catalanas que hemos citado por tener sus plafones alargados y lobulados, como en la <<Judería>>. Su decoración es una maravilla de delicadeza y tiene, marcados sobre fondo negro, los airosos motivos de los plafones alternativamente en azul obscuro y azul claro y en rojo y color de rosa, con retoque en blanco. En las vigas, además de variadísimos motivos florales, hay temas de heráldica, entre otros las armas de los Luna, y en un friso que va bordeando el muro, junto a la techumbre, una inscripción que no hemos podido descifrar. Las dimensiones de este techo son 11,37 x 6,80 metros. En el pueblo, muy mudéjar, de Maluenda, es el techo de Santa María un ejemplar famoso del estilo (láms, XXII y XXIII).
Como dejamos anotado ya en la <<Noticia histórica>>, las iglesias del tipo románico levantino, construidas, a raíz de la conquista de Valencia por Jaime I de Aragón, en 1238, tenían techumbres de madera policromada y decoración semejante al estilo mudéjar aragonés. A esta serie pertenecía la iglesia del Salvador, de Sagunto, destruida, sin causa justificada, al restaurarse hace pocos años, y la todavía parcialmente conservada en la iglesia de la Sangre, de Liria. Otro resto de artesonado análogo se descubrió en 1912 en una dependencia de la Cofradía de San Jaime (Valencia), obra que debió ser ejecutada a principios del siglo XIV. El techo de la citada iglesia de Liria es de intradós angular y deberemos recordarlo mas adelante.
Un ejemplar característico de techumbre plana, con decorado mudéjar, es el envigado del Palacio del Obispo, en Sagunto; rico de ornamentación, valiente de policromía, con el oro, el azul y el rojo como colores dominantes. Hoy esta techumbre está en un pésimo estado de conservación.<7p>
Aunque abundantemente entallado, por su estructura corresponde al grupo de lo techos planos el de la << sala dorada >> de la antigua Casa Municipal de Valencia, detalladamente estudiado por don Luis Tramoyeres en el <<Archivo de Arte Valenciano>>.
Corresponde su traza a los primeros años del siglo XV, periodo brillantísimo de la cultura valenciana. Construyóse cuando se realizaron obras de ampliación en la Casa de la Ciudad. No consta quien fuera el autor de su proyecto, pero parece que en la traza intervino un tal Juan del Poyo. Desde los primeros momentos dispuso el Consejo que la sala fuera << muy bella y hermosa, según correspondía a la insigne Ciudad de Valencia >>. Los trabajos se realizaron con pasmosa actividad; comenzados en 1418, durante toda el año 1419, y, mientras se alzaba todavía la obra de fábrica, se verificaban ya los dorados, las pinturas y las tallas. Estas últimas estaban casi terminadas en 1426, pues en esta fecha quedó montado el techo, aunque faltaba el dorado y la pintura en una parte del mismo. Ello no obstante, la fama que había adquirido era general en todo el Reino, llegando a conocimiento de don Alfonso V de Aragón, delicado gustador de las empresas de arte y de cultura. El monarca manifestó deseos de ver el famoso envigado, y tuvo lugar la vista regia el día 15 de abril de 1428. Para solemnizarla, obsequiaron los jurados a don Alfonso con una espléndida colación en la nueva sala del Consejo. El rey tomó asiento en un rico sitial, cubierto de hermosos tapices y decorado de rosas y flores de naranjo. Todo el servicio era de plata, y la colación consistió en confites de azúcar alejandrino, aromatizado de jengibre verde, calabazate, almendras dulces, hojaldres de limón, frutas Confitadas, vino griego o malvasía. Perfumóse la sala con benjuí y otras esencias costosas y también se perfumaron con agua almizclada las toallas para el lavamanos. Nos ha parecido interesante transcribir esta anécdota que cuenta Tramoyeres, pues ella puede dar idea de los usos delicados seguidos en la corte del Magnánimo.
Hemos dicho que la traza general de la techumbre se atribuye a Juan del Poyo, maestro de obras de la ciudad, y cuya pericia se había manifestado en distintos trabajos para el municipio y para particulares. Auxiliáronle los imagineros Bartolomé Santalínea, Julián Sancho, los hermanos Juan y Andrés Canón y Domingo Mínguez. Aparte de estos artistas intervinieron también varios pintores, dirigidos, al parecer, por Antonio Guerau, pintor de Alfonso V. (Escasas son las referencias que se tienen acerca de sus obras pictóricas, aunque existen datos que permiten afirmar que fue maestro de muchos de los pintores valencianos que sobresalieron en el reinado del rey Alfonso.)
Son pocas las noticias que se conocen, de fechas posteriores a 1428, respecto a las obras de la sala. Esta quedó sin concluir para atender a otra reforma del mismo edificio.
A pesar de estar entonces desarmado este famoso techo, el señor Tramoyeres y Blasco procedió al estudio del mismo en su aspecto constructivo y técnico, mediante el examen de cada una de las piezas conservadas, pues son pocas y de importancia escasa las que se hallan en falta. El número de ellas es de 670, y todas pueden articularse por medio de ranuras y encajes muy fáciles de acoplar.
La clavazón fue utilizada solo en los casos mas indispensables Y en forma que no perjudicara al elemento decorativo. Montáronse todas esas piezas en el rectángulo de 18 x 7,20 que formaba la sala dorada. Las jácenas apoyaban sus extremos en los muros laterales de la sala, y en los dos testeros estaban adosadas las piezas al parametro pétreo; es bella y variada su escultura, en la cual se combinan, con la figura humana, animales fantásticos y flora estilizada. Toda la decoración está dorada y policromada, según el procedimiento usado por los encarnadores de imágenes, reproduciéndose, con los más pequeños detalles, las ropas y objetos esculpidos. Domina en el fondo un azul muy intenso, con estrellas plateada; en las partes de relieve fue muy utilizado el oro entre el carmín y el verde obscuro, y el negro para definir los contornos.Los tableros que constituían en conjunto el emplafonado del techo ascienden al número de treinta y nueve. En todos ellos se ven sendas figuras fantásticas; en unos se representa una banda musical del siglo XV, con los más característicos instrumentos, y en otros figuran guerreros en actitud de lucha. La cabeza, el tronco y los brazos de estas figuras son humanos, pero el resto del cuerpo pertenece al estilo de decoración arbitraria predominante en toda la obra. Completan la decoración de tales elementos dos grupos de escudos de Valencia.
Tienen también importancia artística los canes o soportes de las jácenas. De ellos existen dos series. Los de la parte superior, inmediatos a las grandes vigas, representan en talla corpórea profetas de la antigua Ley, cuyos nombres se leen en apergaminados rótulos que ellos mismos sostienen. Pero una de las notas características de Estas piezas es la decoración de los planos laterales verdaderamente labor de orfebre – en donde se combinan figuras varoniles con diversos elementos de flora ornamental. En unos aparece un guerrero luchando con un dragón: en otros aparecen dos atletas que semejan inspirados en el álbum muy conocido del arquitecto francés doscentista Villard d´Honnecourt; etc. Los canes de la serie inferior son de menor tamaño, y vienen a formar como sostén de los antedichos. Domina en su concepción artística un espíritu puramente decorativo, sobreponiéndose a los temas representativos en que interviene la figura humana; aparece ésta pocas veces completa en la serie, pero se ven en ella varías cabezas ( con indumentaria característica de la época) junto con figuras de águila y de otros animales (láminas XIV a XVIII).
Completando esta breve descripción hemos de señalar los temas decorativos que se desarrollan en las molduras. Pueden reducirse a tres grupos; en el correspondiente a los canes mayores se ven figuras infantiles; en el correspondiente a los canes pequeños, fauna fantástica, y en el correspondiente a los tableros del techo, motivos florales.
Al procederse al derribo de la Antigua Casa de la Ciudad, tuvo que ser descompuesto este famoso techo valenciano. Tal vez por ser apreciado su valor, no siguió la suerte de otros artesonados del mismo edificio, destruidos o perdidos para la historia del arte. Depositáronse los elementos en el Palacio Arzobispal, donde permanecieron hasta el año 1917 en que fueron trasladados a los departamentos bajos de la Torre de Serranos, y allí los pueden admirar los arqueólogos y los aficionados.
Los techos de la isla de Mallorca han sido descritos con gran conocimiento y precisión por don Bartolomé Ferrá en el << Boletín de la Sociedad Arqueológica Luliana >> que él fundará. Dice el señor Ferrá que el único techo de carácter árabe conservado en Mallorca es el del ingreso al pabellón frontero de la quinta de Alfabia. Este techo mide 4,91 x 3, 78 metros. Esta atravesado en sentido de su anchura, y centralmente, por una jácena aislada que se apoya sobre canecillos. Un friso de tres fajas recorre el perímetro de la sala, como arranque de los cuatro planos inclinados que se alzan hacia el plafón dividido en artesones. Los artesones que tienen forma exagonal prolongada, llevan remajes en rojo y blanco sobre fondo azul; los artesones que tiene forma octogonal llevan dibujos negros perfilados en blanco sobre fondo de color canela; en los plafones estrellados rectangulares se destaca, en oro, una roseta lobulada y ahuecada. Los listones que constituyen los encintados divisorios, muestran un filete azul entre dos filetes bermellón.
En la casa de don Gabriel Aguirre, de Palma de Mallorca, hay un techo de composición plana y de ornato mudéjar (lám. XXIX), que se parece al techo de Maluenda ya descrito.
Al grupo de techos planos de Palma de Mallorca corresponden también el de la casa Veri – en la sala donde se conservan varios lienzos de Luca Giordano – el que hubo en la antesala de la casa Villalonga (sita en la calle de la Portella), el de una crujía del claustro de Nuestra Señora de la Sapiencia y el de unos entresuelos de un edificio situado enfrente del templo de San Francisco. En éste decoran sus frisos y los planos verticales de sus maderos, diferentes escudos; entre ellos abunda el de Aragón y los de Moncada, Puigdorfila y otros; la minuciosidad de sus elementos coloridos le da un delicado aspecto.
Deben ser mencionados como producto de los últimos tiempos medioevales, en Palma de Mallorca, dos techos de fábrica mixta, es decir, en los entramados de viguetas, los casetones moldeados en yeso y casquetes esféricos estriados, los cuales constituyen su decoración. El primero de ellos existía en la casa Gara (Hoy Cas Gasparó), de la calle de Santa Cilia. Las carreras o vigas empotradas del mismo, se apoyaban sobre modillones (1) que ostentaban en relieve el monograma de Jesús. Derribado que fue este hermoso ejemplar, sus casetones fueron adquiridos por don J. Burgués Zafortesa, quien los conserva almacenados en su quinta de Alfabia, esperando ocasión para aplicarlos.
El otro ejemplar, único que todavía subsiste, puede verse en el piso principal del edificio ocupado por la << caja de Ahorros y Monte de Piedad >> enfrente de Palma el que existía en una pieza adjunta al oratorio de San Eloy – del entresuelo inferior de la Casa de la Ciudad -, ocupada durante largos años por el Archivo general de Mallorca; sus maderas con fajas, a dos tintas, mostraban las armas de don Nuño Sans, seguramente en memoria de haber fundado en aquel mismo sitio el Hospital de San Andrés.
Por el raro efecto que producen sus fajas blancas onduladas, o en zigzag, o ajedrezadas, sobre fondo negro, con algunos ramos unas veces y otras sin ellos, vale la pena de citar, además, otros dos techos del referido edificio de la Caja de Ahorros, ambos relativamente de escasa antigüedad y probablemente repintados.
En el centro de la península ibérica hay también algunos techos planos, notables en ciertos casos pos su policromía, tanto como los mas bellos de Cataluña, Aragón y Mallorca.
Data de comienzos del siglo XV el que cubre el claustro del monasterio de Silos, al sudeste de Burgos. Fundó este monasterio Santo Domingo, que, al verse perseguido en su país, se refugió en el acorte castellana burgalesa. El claustro de Silos fue construido siendo prior del monasterio el Santo fundador, lo cual aconteció desde 1047 hasta 1073; pero el techo actual ya no es el primitivo, sino un techo posterior, de la época gótica, aunque repita los motivos arcaicos ornamentales del monasterio. En la decoración del techo de Silos figuran varias escenas tomadas de la Sagrada Escritura, junto con escenas de la vida civil de la época en que aquel se construyó, y algunos temas de tauromaquia (lám. XXX). Los colores dominantes son el rojo, el azul, el amarillo y el verde. Hay en él estrellas policromadas- que recuerdan las del techo de la sacristía de la catedral tarraconense – ocupando el centro de los plafones; tienen éstos alternativamente el verde y el rojo como colores de fondo. Siempre van adornados con cintas de lóbulos negros, con puntitos en el centro, destacándose sobre su fondo blanco. Las vigas aparecen ornamentadas solamente con motivos geométricos.
Entre otros sumamente complicados, resalta por la sencillez de su estructura el del recibimiento del Palacio del Infantado, de Guadalajara. Este palacio, que es una de las mejores residencias señoriales que existen en España, se terminó el año 1492, según reza una inscripción que tiene en su patio. Dirigiólo el arquitecto flamenco Jan Was (Conocido en España por Juan Guas), que construyó la iglesia de San Juan de los Reyes, de Toledo, inspirándose en el mas florido estilo gótico. El palacio de Guadalajara es una combinación de Renacimiento, gótico y mudéjar. Fue erigido por la familia Mendoza a la cual pertenecía el cardenal Pedro de Mendoza, confesor de los Reyes Católicos. El techo de este palacio al cual nos referimos ahora, el techo del recibimiento, aparece decorado en rojo, negro y bistre; además – como acabamos de indicar – se admiran en el mismo edificio techos de importancia pero de muy diferente estructura.
En el monasterio de Santa María de la Sigla, que está situado a poca distancia de Toledo, hay un techo de madera que data del siglo XVI, época en que la comunidad de aquel convento estaba en apogeo, y recibía con frecuencia visitas del rey Felipe II. En él, las jácenas se apoyan sobre labradas cartelas, terminadas por un filete en forma de bordón; contornean el recuadro dos hiladas de ménsulas, después de lo cual viene los listones, y, encima, el emplafonado. El destalle mas característico de este techo es el doble piso de ménsuales. Como otras techumbres de monasterios centro- peninsulares, solo está barnizado.
En Sevilla existen techos de estructura plana en la casa del Duque de Alba, en la casa llamada de Pilatos, en la casa Pinelos y en la casa Olea.
La casa de las Dueñas es uno de los más ricos palacios de Sevilla y una de las mejores obras andaluzas de arquitectura mudéjar. Fue alzada por la familia Pineda, y actualmente figura entre las numerosas posesiones del Duque de Alba. En ella se puede ver un techo plano del siglo XV, formando por plafones alternativamente verdes y rojos con los motivos ornamentales en amarillo. El friso es de un tono claro neutral y presenta temas heráldicos. El friso es de un tono claro neutral y presenta temas heráldicos. Además aparece a los largo de la sala una banda de yesería, este elemento ornamental tan característico de las moradas sevillanas, que en el periodo morisco era policromado, pero que en el siglo XVI dejó de serlo. Las vigas de este techo se apoyan sobre floreadas cartelas.
Otro techo del grupo estructural que describimos, hemos dicho que está en la Casa de Pilatos, o sea en palacio alzado en el siglo XVI por la noble familia de los Ribera. Proviene su nombre, de que habiendo estado en Jerusalén uno de los Ribera, quiso edificarse en Sevilla una casa a manera de réplica de aquella de Poncio Pilatos. En 1570, Per Afán de Ribera, virrey de Nápoles, incorporó elementos renacentistas a este palacio, y a ello es debido que este constituido por elementos mudéjares y del Renacimiento. El techo plano que hay en él y al cual nos referimos, es muy fino de color. Tiene las jácenas y el friso decorados en sepia como tono dominante, con motivos amarillos que los siembran de claros floreros; las vigas son en sepia y gris; los largueros en gris y blanco amarillento. En este techo aparecen dos series de losanges: una en azul, y la otra en tierra-siena, con rosetas doradas en los extremos.
El palacio sevillano que está situado en el número 6 de la calle de los Abades fue construido a principios del siglo XVI por la familia Pinelos, ricos banqueros genoveses establecidos de antiguo en Sevilla, y cuyas armas (seis piñas doradas) figuran en la decoración frecuentemente.
En su patio, tiene este palacio un techo plano con arabescos en blanco y gris. En las jácenas lleva motivos de carácter renacentista, que se repiten simplificados en las vigas. Este techo va provisto de unos anchos listones que dividen en tres partes lo espacios planos de cada una de las entrevigas, de las cuales las dos pequeñas extremas forman un rectángulo de dimensiones invertidas, respecto al gran rectángulo del plafón medio, que contiene un losange.
La casa Olea de Sevilla es una de las mas nobles estancias que posee la ciudad, en la calle de Guzmán el Bueno. Fue alzada en el siglo XV, y ocupada durante mucho tiempo por la histórica familia de los Ponce de León. Tiene un techo policromado que parece ser de fines del siglo XVI, pues en sus motivos de decoración se vislumbra bastante la influencia del Renacimiento.
En el sistema estructural de techos, cuyos ejemplares acabamos de describir, casi siempre las serias de vigas se apoyan exclusivamente sobre muros; a lo mas descansan por un extremo sobre un arco. Ahora vamos a citar algunos techos que apoyan encima de arcos apuntados. Este sistema es el mismo en su fundamento que el de techos planos hasta aquí estudiados, pero como las vigas, en lugar de apoyarse sobre muros, lo hacen sobre arcos apuntados, se origina el apuntamiento de la techumbre, y de ahí que, en vez de conservarse plana, tome forma angular.
Una de las habitaciones con arcos sosteniendo entramado, que data de mas antiguo entre cuantas existen en Cataluña cubiertas de tal forma, es la gran sala del castillo De Verdú (en el Bajo Urgel), alzada en el siglo XIII (fig. 10).
De mediados del XIV es el dormitorio de novicios de Poblet (Tarragona), cubierto por el mismo sistema; pero cuya techumbre actual, sin decorar, no es la techumbre primitiva.
La capilla de Santa Agueda, de Barcelona- que antes formaba parte del palacio de los Reyes de Aragón y actualmente Se utiliza como Museo Provincial – tienen una techumbre gótica policromía que va apoyada sobre arcos, labrada por Bertrán Riquier, carpintero trecentista, y restaurada modernamente.
Del siglo XV data el techo del dormitorio de los novicios del Hospital de Vich, igual al antedicho del dormitorio de Poblet, pero que deja ver algunos restos de policromía.
La capilla del castillo de los Rocaberti en Perelada (Gerona), construida en 1446, también está cubierta por techumbre de la misma estructura que las que acabamos de citar. Sus vigas llevan pintadas barras rojas y amarillas, interrumpidas por fajas con simples motivos heráldicos en blanco y azul. viene luego los largueros dejando largos plafones en el fondo, divididos en cuadrados contorneados en zigzag. Son los plafones de un tono obscuro y blancos sus bordes. Las vigas se apoyan sobre cartelas con caras labradas.
También está cubierta por un techo de estructura plana y sección angular la iglesia de San Miguel, en Montblanch (Campo de Tarragona). La estructura de la cubierta de Montblanch es como sigue: Cinco arcos apuntados transversales sostienen grandes vigas empotradas que además se apoyan sobre ménsulas. De viga a viga se extienden los largueros y sobre ellos el entablado que sostiene los largueros y sobre ellos el entablado que sostiene las tejas. Las uniones de cada dos tablas van cubiertas por tapajuntas. En este techo de Montblach también fueron policromadas las ménsulas en que se apoyan las vigas, yendo estas embadurnadas de un color rojizo. Las tablillas de los entrevigados que encabezan los plafones, van adornadas con motivos geométricos a base de círculos combinados, diagonales, de espigas, de estrellas, de ajedrezados, etc. (lám. XXXI y fig. 11). Como temas heráldicos figuran en este techo solo las cuatro barras catalanas. En algunas tablillas se ven motivos de flora del país y de fauna fantástica, y a veces figuras humanas de carácter mitológico. Las dimensiones de la iglesia cubierta por esta techumbre son 31,70 x 13,52 metros.
Techo plano y de sección angular es asimismo el del santuario de la Virgen de Paret- Delgada, a poca distancia de la Selva, pueblo del Campo de Tarragona (láms. XXXII a XXXIV). Este techo cubre la capilla del santuario que mide 18 x 7,50 metros, y esta sostenido por tres arcos de sillería- transversales- y los muros. Sus jácenas se apoyan por los extremos en cartelas con caras esculturadas y sobre las jácenas descansan las vigas. Los plafones – con motivos estrellados sencillísimos – van provistos de los correspondientes tapajuntas. Mas suntuoso que el ornato de los plafones es el ornato de las vigas, que llevan pintadas barras rojas y amarillas, fajadas a trechos equidistantes por bandas con motivos heráldicos. Las tablillas, como suele acontecer, llevan motivos variados.
En el castillo de Peratallada (en la provincia de Gerona), ademas del techo de esta estructura plana y sección recta, descrito en su lugar, hay otro techo cuyo intradós forma ángulo; obra que actualmente no es visible desde el piso principal, por impedirlo un envigado construido modernamente debajo. Sus motivos ornamentales son sencillísimos, y los únicos signos heráldicos que contiene son las cruces de los Cruilles (lám. XXXV).
En la Casa Ayuntamiento de Puigcerdá (en la Cerdaña, junto con la frontera francesa) se conserva una techumbre policromada, visible con dificultad por idéntico motivo que en la techumbre anterior. Mide 10,74 x 4,98 metros. Se apoya sobre elegantes armaduras que tienen unas jácenas que obran como tirantes, de sección 0,35 x 0,22 metros. Está decorada con los motivos heráldicos de la montaña florida y las dos barras rojas sobre fondo amarillo. Lleva pintados además centauros y temas de la flora ornamental. Es, de todos los techos del antiguo Reino de Aragón, que hemos podido ver, el más rico en escultura de talla. Tiene moldurajes y flores verdaderamente delicados; y flores verdaderamente delicados; y en él se nota – de un modo especial en el trabajo escultórico – la influencia francesa, cosa que acontece también en una humilde capillita de este mismo pueblo (lám. XXXVI).
Se conservan todavía fragmentos de una decorada techumbre de intradós angular en la iglesia de la Sangre, de Liria, la cual es un curioso pequeño monumento del siglo XIII, históricamente notable.
Reconquista la ciudad de Liria, en 1232, por el rey Don Jaime, se levantó dicho templo (acaso en el lugar que había ocupado la mezquita árabe), sirviendo de parroquia hasta el año 1642. Según antiguos documentos, en el año 1273, poco tiempo después de haberse recuperado la ciudad, ya se celebrada el culto cristiano en la iglesia de la Sangre. Su planta rectangular está dividida por cinco arcos, que forman seis compartimientos, mas estrecho el del ingreso- a manera de vestíbulo, y en el que está el coro alto-, siendo distinto también el de la capilla mayor que presenta carácter de ábside. Los arcos se apoyan en contrafuertes situados dentro del edificio, y distando 4,42 metros; los espacios que los contrafuertes dejan entre sí sirven de capillas con los altares adosados en los muros laterales. La nave tiene una anchura de 12,40 metros; su longitud en el interior, es de 31 metros; la altura desde el nivel del suelo hasta el vértice de la cubierta es de 12 metros. Tales medidas dan una buena proporción para este templo, y, en otro tiempo, permitían apreciar la policromía que adornaba tantas escenas de caza y tantas figuras de reyes y reinas que, con temas florales y arquerías, constituían la decoración de la techumbre. Hoy el techo aparece ya muy deteriorado, con su colores, en general, obscurecidos, y no permite dar idea de la armonía artístico- constructiva que en tan sencillo monumento algún día dominó.
Las cubiertas a doble vertiente decoradas usáronse también en la isla de Mallorca. De tal disposición son las de las antiguas capillas de San Pedro de Escora; San Jorge, del término de Palma; Santa Ana, de Alcudia; la Trinidad, en Miramar; Castellong, en Randa; Crestaig, en La Puebla; San Miguel, en Muro (hoy dependencia de la Casa Consistorial); La Caritat, en Pollensa; Santa Magdalena, en la colina de Inca, y el hospital de la misma villa; la Esglaieta, lindante con el camino de Valldemosa; y algunas otras. Respecto a Palma, tuvieron esta misma estructura de cubierta la del oratorio del Santo Sepulcro, cuyos restos desaparecieron hace unos cincuenta años; la del Temple, hoy día transformada; y la de Santa Fe. En la mayor parte de estas techumbres mallorquinas había pintados, entre los arabescos, escudos heráldicos correspondientes a las nobles familias que las fundaron.
En la provincia aragonesa de Huesca hay algunas iglesias con cubierta, a dos vertientes, decorada. Entre ellas figuran la iglesia del Concilio, en la capital, y la iglesia de San Miguel, en Barluenga.
En su aspecto exterior, la iglesia del Concilio es románica de un periodo avanzado. El interior consta de una nave con la techumbre leñosa apoyándose en cinco arcos transversales apuntados, y muy abiertos, que cargan en los dos muros paralelos. Los maderos principales descansan sobre zapatas que llevan como adorno un ajedrezado.
La techumbre a dos vertientes de la iglesia de San Miguel, de Barluenga, se apoya sobre cuatro arcos apuntados y una jácena policroma. Esta jácena tiene cuadros, rombos, entrelazados y hojas de acanto estilizadas con una rudeza de aspecto románico. En el arranque de las Vigas hay grecas con ajedrezado o en zigzag, y luego aparecen, en aquellas bandas encarnadas, bandas blancas y bandas negras. La construcción de esta techumbre data del siglo XIII (lám XXXVII).
El arte mudéjar dejó en el monasterio aragonés de Sigena dos notables techos, durante los siglos XIV y XV; uno de ellos, en la sala capitular y otro, en el salón prioral. En el primero, cinco arcos transversales sustentan sobre sus claves una magnífica viga labrada y dorada, que divide los tramos en dobles compartimientos, cubiertos con soberbias artesas. Esta techumbre muestra la influencia francesa, como la muestra también, según hemos dicho, la techumbre de la Casa- Ayuntamiento de Puigcerdá, y esto se comprende porque tanto Puigcerdá como Sigena son pueblos próximos a la frontera francesa.
El techo de la sala Capitular de Sigena forma un conjunto armónico con las pinturas de la sala que cobija, las cuales representan la Anunciación, la Visitación, el Nacimiento de Jesús y la aparición del ángel a los pastores. Estas pinturas son de las más importantes dentro de España, datando del siglo XIV, ornan muros de iglesias. El señor del Arco las atribuye a algún desconocido pintor catalán, pues, según este autor, fueron muchos los artistas y artífices provenientes de Cataluña, que trabajaron en el monasterio de Sigena, varias de cuyas religiosas eran procedentes de la nobleza catalana. Respecto al suntuoso techo, no se conoce la fecha precisa en que se construyó. Pano dice que la infanta priora doña Blanca (1321- 1347) gastó considerables sumas en valiosos tapices y en retablos y pinturas, aunque sin poner los fundamentos de este aserto. Pero admitiéndolo y teniendo en cuenta la riqueza del Exorno, el oro en composiciones, las brillantes aureolas, los anchos filetes y la tendencia en cierto modo realista de la obra pictórica (especialmente en los bustos genealógicos allí representados), don Ricardo del Arco supone que el techo fue labrado hacia fines del priorado de aquella infanta, hija del rey Jaime II (lám. XXXVIII).
La cubierta del salón prioral de Sigena tiene forma de cañón seguido, generado por un arco ojival en vez de una semicircunferencia. Es, por su forma, de estructura francesa, y va provista de grandes tirantes de madera igualmente distanciados entre sí. Si esta techumbre estructuralmente es francesa, por los motivos ornamentales entra dentro del mudejarismo (lám, XXXIX).
Como ya hemos dicho en las notas generales que dan comienzo al presente manual, el arte mudéjar se extendió desde Andalucía al centro de España, y hasta en el antiguo reino de Aragón dejó sentir fuertemente sus bellezas y atractivos. En algunos de los techos catalanes ya citados. El ornato fue por tal arte presidido, o, cuando menos, influido en ciertos temas; y en este techo singular del famoso monasterio aragonés- ahora descrito- también el mudejarismo inspira el decorado.
Pero en todas las obras hasta aquí referidas, el carácter del influjo de los árabes que fueron subyugados es sobre todo artístico. Hay que partir de los techos andaluces para conocer el gran valor estructural de las obras de aquellos alarifes que, educados en Granada y en Sevilla, dieron a conocer en varias regiones españolas su manera graciosa de construir techumbres.
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Techumbres y Artesonados Españoles. Jose F. Rafols. Barcelona. 1926. Libro, Fotografías, ilustraciones, artesonados, tejados, edificios, mudéjar
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