Tajimara 2

Tajimara: historias en espejo - 2-



    El protagonista se coloca ahí;, en sus representaciones y se instaura como conciencia solitaria pero no llevando a cabo un simple registro de acontecimientos psíquicos sino que, apoyándose en sí mismo, se entrega a la reflexión trascendental a través del recuerdo de lo vivido para tratar de dar un sentido al contenido de su espíritu que se interroga sobre el problema del ser y de las cosas:

    "Lo que descubro y reconozco por el Cogito no es la inmanencia psicológica, la inherencia de todos los fenómenos a "estados de conciencia privados", el contacto ciego de la sensación consigo misma, sino el movimiento profundo de trascendencia que es mi ser mismo, el contacto simultáneo con mi ser y con el ser el mundo." (8).


    Aunque el análisis narrativo de que nos ocupamos se sitúa en el plano del significado, antes de continuar nos detendremos (recordando que anteriormente a todo análisis del contenido podemos manifestar la estructura narrativa), en la descripción de las acciones para descubrir esta estructura del universo representado y comprender más claramente la intencionalidad narrativa: el protagonista está enamorado desde su adolescencia de Cecilia la cuál ama a Guillermo sin ser correspondida como deseaba y con quien más tarde se casa para divorciarse al poco tiempo. Después de su divorcio entabla una conflictiva relación amorosa con el narrador-personaje. Por medio de Cecilia, conocen a Julia y Carlos, hermanos que sostienen una relación incestuosa, Julia se casa después con otro y Carlos piensa viajar a Europa. El protagonista se queda con la nostalgia de ese mundo perdido donde su amor por Cecilia queda fijo en su memoria, en su soledad y en la historia que escribe quizá porque:


    "Entrar a la escritura es abandonar la vida, equivale de hecho a vivir como muerto, más radicalmente aún, a elegir la muerte, pero con la salvedad de que ésta es una elección simulada que se hace desde la vida para sumergirse en el campo de la inmovilidad y dentro del recoger a través de la memoria involuntaria, la memoria que no le pertenece ni siquiera al individuo [...] del mismo modo que la vida no nos pertenece sino que la vamos constituyendo con nuestras acciones y una vez realizadas pretendemos que formen o configuren nuestra vida. ." (9).


    Desde este ahora narrativo -presente enunciativo-, el protagonista hace emerger su historia, revisa su vida pasada frente a ese presente que lo instala en la realización de una verdad de donde partirá para aprender de nuevo a ver y sentir (10) el mundo y su contingencia. Su historia está tematizada de amor y erotismo (11) que están presentes como una atmósfera de múltiples sentidos donde el tiempo se entreabre y la sexualidad transforma las ideas a través de la coexistencia de los cuerpos:


     Las tardes interminables en que yo trataba de hacerla gozar y el olor revuelto de nuestros cuerpos después de hablar horas enteras en la cama con las piernas entrelazadas [...] luego, con el sudor revuelto, me rodeaba la cintura con las piernas y yo la buscaba por dentro y después de revolverse y quejarse y suspirar se aflojaba al fin y murmuraba "gracias, gracias por esperarme (70). .


    Para él, Cecilia era "una niña frágil, absurda, tímida y descarada, exasperante, imposible, exigente y débil, sorprendente siempre y desesperadamente independiente, inasible, tan difícil de penetrar y tan desequilibrada, y a veces, también tan tonta, empeñada en vivir en una edad irrecuperable y tratando siempre de cambiar el sentido de sus actos, hablando todo el tiempo sin decir nada y con una mirada que de pronto parecía abarcarlo todo" (75) además, lo "había guiado hacia donde ella quería toda la vida" (66). La configuración femenina de Cecilia nos entrega su universo emocional con sus reacciones sadomasoquistas, sus crisis nerviosas, su asomada frigidez y su angustia en el acto amatorio, todo un mundo que figurativiza su condición femenina a la que la sensualidad masculina del protagonista no puede penetrar ni comprender pero cuyo amor desea detener la destrucción que Cecilia va sufriendo a través del tiempo:


    Apenas entrábamos ella se desnudaba, se ponía la bata de Mario y me enfurecía con frases como "nos estamos destruyendo" o "no podemos seguir juntos". Representaba cada tarde un personaje distinto. A veces fingía que mi indiferencia la exasperaba y tiraba las cosas al suelo. "Me estoy dando a ti por completo, a ti, no te hagas a un lado, no lo permito". Un día rompió varias figuras de la colección de Mario y él [...] se peleó conmigo" (69).

    A veces no siento nada. Es inútil. Siempre me ha pasado lo mismo. Estoy mal (70).

    [...] desde su divorcio iba a un psicoanalista y propuso que desde el principio nos contáramos todo lo malo que pensáramos uno del otro [...] Tuve que decirle que al principio sólo quería acostarme con ella y me contó detalladamente con quiénes y cómo se había acostado. El resultado fue que ninguno de los dos nos lo perdonamos nunca (77).


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   (8) Merleau-Ponty, 1957, 413.

   (9) Garcí Ponce Juan, Imágenes y visiones, Vuelta, México, 1991, p.90.

   (10) "Lo visible es lo que se aprehende con los ojos; lo sensible, lo que se capta por los sentidos". (Merleau-Ponty, 1957, 6).

    (11). "El amor y el erotismo son cristalizaciones, sublimaciones, perversiones y condensaciones que transforman a la sexualidad y la vuelven, muchas veces, incognoscible" (Paz Octavio, La llama doble. Amor y erotismo, Seix Barral, México, 1993, p.13 )


Tajimara
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© texto 2008 Magda Díaz y Morales

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